Jueves, 18 de abril de 2024
Contrapunto

La religión como pretexto para la perversión

Fernando Larenas

Fernando Larenas

Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.

Actualizada:

8 Oct 2021 - 19:05

Jimmy es un adolescente, hijo de un inmigrante peruano que se radicó en Brooklyn y que nunca más regresó a su país; digamos que el hijo sí regresó, pero por un motivo extremadamente delicado: encontrar una verdad, que se había quedado oculta en Perú.

Su padre trabajaba en la catedral de Brooklyn, vivía con comodidades, pero escondía un pasado siniestro que siempre se cuidó de mantenerlo a miles de kilómetros de distancia. Su madre alcohólica, sumisa y de escasos diálogos con el esposo nunca sospechó nada, tampoco es que le hubiera sido vital descubrir el pasado del cónyuge.

En su adolescencia, el padre de Jimmy militaba en una secta que desató en Perú un profundo debate, incluso un libro y juicios a los periodistas que lo escribieron y que ahora, a modo de ficción, lo cuenta Santiago Roncagliolo en Y libranos del mal (Seix Barral, 2021).

Sebastián Verástegui, el papá, nunca habló con su hijo y cortó toda relación con Perú, país que abandonó cuando estalló el escándalo que involucraba a una secta acusada de practicar la pedofilia, cuyas víctimas fueron adolescentes de la alta burguesía peruana.

En una entrevista en el diario peruano El Comercio, Roncagliolo afirmaba que para escribir su novela se basó en un hecho real, protagonizado por un “depredador peligroso” que se escapó de Perú y se radicó en los Estados Unidos, donde tuvo un hijo, y de ahí parten los argumentos para novelar la historia.

Jimmy, el hijo, nunca habló con su padre y no entendía por qué rompió todo vínculo con su país natal. Hasta que su abuela se enferma gravemente. Viaja a Lima con enorme expectativa por conocer la patria de su padre y descubre que tuvo un pasado de acosador y violador.

Roncagliolo (Lima, 1975) se ha destacado por hurgar los temas más profundos de Perú, como el Abril rojo de Sendero Luminoso, o la clase media en un colegio jesuita de Lima en La noche de los alfileres.

En Y líbranos del mal recurre a la ficción para poner en evidencia a personajes reales que se aprovechaban de la inocencia juvenil para generar portentosos liderazgos, solo comparados con los de Dios.

No es una condena a la iglesia de Cristo, sino una acusación a las desviaciones y al fanatismo religioso; es un llamado de atención a la escasa comunicación que existe entre padres e hijos que se conforman con cosas materiales.

La novela la divide en cuatro capítulos: Padre (que no es el Dios Padre, sino el padre real), Hijo (no es el hijo de Dios), Espíritu Santo (la fe y el engaño) y Amén, a modo de desenlace de la dramática historia basada en hechos reales.

En los agradecimientos, que son muy comunes en los novelistas, se menciona a Paola Ugaz, la periodista enjuiciada por publicar el libro Mitad monjes, mitad soldados, publicado en 2015, una investigación profunda sobre las actividades de Sodalicio, una comunidad religiosa fundada en 1996 en Perú.

A Paola Ugaz se la acusa de difamación, pero enfrenta otra querella por presunto lavado de activos, un pretexto según ella por haber escrito el libro que tiene como coautor al periodista Pedro Salinas.

Jimmy, el narrador de la novela, describe Lima como “una ciudad de murmullos en las esquinas y medias verdades, de olvidos selectivos y de eufemismos”.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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