Silencios incómodos. Esos son los que permiten que las democracias se debiliten. ¿Dónde están las voces de los partidos, los gremios, las universidades?
Hay que eliminar la corte constitucional y cambiarla por una salita, con las comodidades de las comisarías de policía de antes, en la que se legitime todo lo decidido por el poder.
La metida de mano a la justicia de hoy es similar a la de antes. Han cambiado los nombres, pero no los intereses políticos. El rubor de antes debe ser el rubor de ahora.
Rupestres y delictivos: dos rasgos esenciales de la mayor parte de quienes toman decisiones políticas en el país. Unos son elegidos en urnas, otros vía concurso.
A los 18 años no se puede ser asambleísta. A esa edad hay que formarse, en el amplio sentido de la palabra, para luego legislar y fiscalizar. Esa es la realidad que no queremos ver.
Pañitos de agua tibia es la receta aplicada, vía reformas electorales, a una democracia enferma de gravedad. Los partidos políticos, el problema de fondo, sigue intocado.
La inacción de jueces y fiscales es solo una de las aristas de la inseguridad. Estigmatizar a todo el Poder Judicial solo sirve para que otros evadan sus responsabilidades.
La confrontación es el siguiente paso en el libreto oficialista y no hay oposición política, creíble y democrática, que sea capaz de evidenciar lo que se viene.
Silencios incómodos. Esos son los que permiten que las democracias se debiliten. ¿Dónde están las voces de los partidos, los gremios, las universidades?
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Hay que eliminar la corte constitucional y cambiarla por una salita, con las comodidades de las comisarías de policía de antes, en la que se legitime todo lo decidido por el poder.
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Si se recaudara solo el 10% de evasión de impuesto a la renta se obtendría más dinero que el proveniente de las partidas presupuestarias eliminadas.
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La metida de mano a la justicia de hoy es similar a la de antes. Han cambiado los nombres, pero no los intereses políticos. El rubor de antes debe ser el rubor de ahora.
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Rupestres y delictivos: dos rasgos esenciales de la mayor parte de quienes toman decisiones políticas en el país. Unos son elegidos en urnas, otros vía concurso.
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A los 18 años no se puede ser asambleísta. A esa edad hay que formarse, en el amplio sentido de la palabra, para luego legislar y fiscalizar. Esa es la realidad que no queremos ver.
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Pañitos de agua tibia es la receta aplicada, vía reformas electorales, a una democracia enferma de gravedad. Los partidos políticos, el problema de fondo, sigue intocado.
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La inacción de jueces y fiscales es solo una de las aristas de la inseguridad. Estigmatizar a todo el Poder Judicial solo sirve para que otros evadan sus responsabilidades.
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La confrontación es el siguiente paso en el libreto oficialista y no hay oposición política, creíble y democrática, que sea capaz de evidenciar lo que se viene.
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La prioridad del gobierno ahora mismo es acumular más poder político, asumiéndolo como un fin en sí mismo, cuando en realidad no es más que un medio.
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