Ni jueces ni críticos son opositores. Si el gobierno no identifica un “otro” que le permita producir vida política, pronto tendrá que asumir íntegramente los costos de sus equivocaciones
El presidente debería identificar dos o tres prioridades para su agenda de gobierno. Eso reduciría ineficiencias y un exceso de opositores. Cuestión de administrar el conflicto, dirían por ahí.
Un gobierno no puede llegar a buen puerto sin asesores que conozcan del funcionamiento del Estado. Esa es una de las debilidades más notorias de la actual administración.
Una realidad la del gobierno, otra la de la población más necesitada. Ese es el escenario ideal para que se perfeccione un sistema subterráneo de intercambio de bienes y servicios.
Eliminar el financiamiento público a los partidos políticos podría llevar a que la cantidad de campañas electorales auspiciadas con recursos ilícitos vaya en aumento.
Silencios incómodos. Esos son los que permiten que las democracias se debiliten. ¿Dónde están las voces de los partidos, los gremios, las universidades?
Hay que eliminar la corte constitucional y cambiarla por una salita, con las comodidades de las comisarías de policía de antes, en la que se legitime todo lo decidido por el poder.
La metida de mano a la justicia de hoy es similar a la de antes. Han cambiado los nombres, pero no los intereses políticos. El rubor de antes debe ser el rubor de ahora.
Rupestres y delictivos: dos rasgos esenciales de la mayor parte de quienes toman decisiones políticas en el país. Unos son elegidos en urnas, otros vía concurso.
Ni jueces ni críticos son opositores. Si el gobierno no identifica un “otro” que le permita producir vida política, pronto tendrá que asumir íntegramente los costos de sus equivocaciones
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El presidente debería identificar dos o tres prioridades para su agenda de gobierno. Eso reduciría ineficiencias y un exceso de opositores. Cuestión de administrar el conflicto, dirían por ahí.
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Un gobierno no puede llegar a buen puerto sin asesores que conozcan del funcionamiento del Estado. Esa es una de las debilidades más notorias de la actual administración.
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Una realidad la del gobierno, otra la de la población más necesitada. Ese es el escenario ideal para que se perfeccione un sistema subterráneo de intercambio de bienes y servicios.
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Eliminar el financiamiento público a los partidos políticos podría llevar a que la cantidad de campañas electorales auspiciadas con recursos ilícitos vaya en aumento.
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Silencios incómodos. Esos son los que permiten que las democracias se debiliten. ¿Dónde están las voces de los partidos, los gremios, las universidades?
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Hay que eliminar la corte constitucional y cambiarla por una salita, con las comodidades de las comisarías de policía de antes, en la que se legitime todo lo decidido por el poder.
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Si se recaudara solo el 10% de evasión de impuesto a la renta se obtendría más dinero que el proveniente de las partidas presupuestarias eliminadas.
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La metida de mano a la justicia de hoy es similar a la de antes. Han cambiado los nombres, pero no los intereses políticos. El rubor de antes debe ser el rubor de ahora.
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Rupestres y delictivos: dos rasgos esenciales de la mayor parte de quienes toman decisiones políticas en el país. Unos son elegidos en urnas, otros vía concurso.
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