Club San Pedro: un apellido, un equipo y una década de fútbol barrial
Hace diez años, una conversación en una gradería del sur de Quito dio origen a un club que hoy es símbolo de unión familiar y futbol barrial. El Club San Pedro nació de la familia Sandoval y hoy se mantiene en la primera categoría de la Liga Unión.

Jugadores del Club San Pedro, antes de un partido en la temporada 2025.
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A finales de 2014, Marco Sandoval y su primo José Miguel estaban sentados en una grada del estadio donde habían jugado toda su vida. Ambos eran parte del Cotopaxi Sporting Club, pero con el paso del tiempo las plazas en el equipo se redujeron. Esa tarde tomaron una decisión sencilla, pero trascendente: crear un nuevo club para que quienes no tenían espacio, pudieran jugar.
Con esa idea en mente, comenzaron los trámites para formalizar un club y buscar un nombre que lo representara. Eligieron homenajear a su abuelo, Pedro Sandoval Santa Cruz, y asi nació el Club Deportivo Básico San Pedro, en 2015.
Desde entonces, San Pedro ha crecido sin perder su esencia: el 90% de sus jugadores pertenecen a la familia Sandoval y el 10% son amigos cercanos del barrio.
El equipo ha mantenido su participación activa en la Liga Barrial La Unión y ha llegado a consolidarse en la primera categoría. “No somos el mejor equipo, ni el peor, pero nos mantenemos. Somos un equipo que da cabida a muchos para que tengan un espacio donde jugar y practicar futbol”, dice Marco Sandoval, findador del Club.
Crecer dentro del club
Nicolás Sandoval, hijo de Marco, prácticamente creció con la camiseta puesta. Empezó a jugar cuando era niño y hoy, a sus 20 años, forma parte del plantel principal.
Para él, crecer dentro del club significó aprender a jugar con personas de todas las edades, superar nervios y entender lo que representa defender el nombre de su bisabuelo. Aunque no siente presión por heredar el liderazgo, sí carga con la responsabilidad de dejar en alto al San Pedro.
El club también une otros miembros de la familia. Mateo Sandoval, sobrino de Marco, llegó hace dos años tras una conversación familiar en la que le propusieron integrarse. Aunque no siempre puede asistir a los partidos por sus estudios, se siente parte de una historia que ha escuchado desde pequeño y ahora también vive desde la cancha.
Con el tiempo, San Pedro dejó de ser solo un equipo familiar. El barrio empezó a reconocerlo como símbolo. Los fines de semana, la cancha no solo reúne jugadores, también congrega a vecinos, familiares y amigos que acompañan al club en cada partido.
Mantenerse en la primera categoría no solo ha sido fácil, pero ha sido posible gracias al compromiso colectivo. Lo que comenzó con una idea en una grada barrial terminó convirtiéndose en una institución con historia, identidad y comunidad.
*Escrito por Abigail Vallejo, estudiante de periodismo de la USFQ
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