¿Qué cambió para que Colombia por fin reconozca que el fútbol de Ecuador es superior?
En Colombia siempre se ha mirado por encima del hombro al fútbol de Ecuador, pero ahora se acepta que su vecino le ha superado. ¿Cuál fue el factor clave? No es ninguna sorpresa.

Festejo de la Selección de Ecuador el 9 de septiembre de 2025 en el estadio Monumental Banco Pichincha de Guayaquil.
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@LaTri
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En Colombia apenas lo pueden creer. Este año, los analistas del país vecino no han parado de restregarse los ojos, hasta que finalmente se han dado cuenta de la implacable realidad que tienen al frente: el fútbol de Ecuador es mejor. Y de largo. Por fin, lo han aceptado tras la dolorosa caída del Once Caldas ante IDV, partido que se convirtió en un símbolo de este cambio de época.
El histórico rendimiento de la Selección de Ecuador en las eliminatorias, la participación de Independiente del Valle y Liga de Quito en las competencias internacionales y las transferencias de jugadores al exterior son las evidencias que necesitaban nuestros vecinos para dejarnos de subestimar. Esta vez, desde el norte nos miran con resignación y también con mucha envidia, porque hace rato el fútbol colombiano está apagado, oxidado y atascado.
Incluso Ecuador ahora se impone en estrellas de élite. Piero Hincapié, Moisés Caicedo y Willian Pacho son jugadores top. Y esperemos a ver si Kendry Páez se les une más adelante. Colombia tiene a Luis Díaz en el Bayern Múnich y Juan David Cabal en Juventus. El resto, no brillan con la intensidad de este trío ecuatoriano de moda.
Lo curioso es —se dice allá— que Ecuador ha dado este salto de calidad a pesar de (no gracias a) la LigaPro, repleta de penurias y problemas. Eso les asombra tanto como el realismo mágico de Gabo, porque de todos modos aquí se paga en dólares y eso ha permitido que, por ejemplo, LDU pague a entrenadores costosos y que traiga extranjeros interesantes.
Entonces, ¿qué pasó para que Ecuador supere a Colombia? Se enumeran aspectos como el sólido y pujante crecimiento de Independiente del Valle como cantera nacional y el empeño de Liga Deportiva Universitaria para conservar la jerarquía y permanecer competitivo.
También, la capacidad de colocar jugadores en edades tempranas en clubes de Europa, lo cual otorga más roce, pule fundamentos y, por supuesto, despierta el apetito por querer mejorar. Hasta hace 15 años, para un futbolista ecuatoriano la posibilidad de jugar en Europa era algo solamente posible para las (pocas) estrellas de la Selección, para portentos de excepción. México era el destino anhelado, pero por lo financiero, porque ir allá era empantanarse en lo deportivo.
Pero el ingrediente más importante, el que realmente ha sido fundamental para marcar esta diferencia es (redoble de tambores) trabajar la cabeza de los niños. Hoy, la gran mayoría de jugadores de Ecuador no se achican, no se dejan pasar por encima y se consagran a su oficio. Se empeñan en hablar inglés para adaptarse a su equipo y desarrollar su carrera. No pierden la brújula.
Y, cuando hubo resbalones como pasó con Gonzalo Plata y Kendry, supieron regresar. No fueron abandonados ni tampoco se dejaron doblegar por las circunstancias o las arrasadoras redes sociales. Y, por esa mentalidad forjada en las etapas formativas, no hay excusas como la comida, el clima o la familia.
Ahí radica, justamente, el mérito del DT Sebastián Beccacece, que ha construido un equipo mentalizado y comprometido, ajeno al qué dirán los hinchas de teclado porque esto no se tratata de cubrir un puesto solo por la táctica. Por eso, Ecuador triunfó en las eliminatorias y existen altas expectativas para el Mundial. Ojalá se ratifiquen.
Todo esa ha permitido que, en el exterior, el fútbol ecuatoriano, ahora sí, sea admirado en Colombia, pero también en el resto de Sudamérica. Qué no darían en Chile o Perú por un puñado de jugadores como los que tenemos. Hoy, Ecuador manda en el Pacífico. Para un país como Ecuador, empeñado en autoboicotearse en las demás áreas de la vida, es un motivo para celebrar.
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