¿La LigaPro ha fracasado, o mejor esperamos un poco más antes de que la Ecuafútbol se haga cargo?
La bonanza económica que se esperaba con la creación de la LigaPro en 2018 jamás llegó. ¿Hay espacio para seguir apostando por este modelo de gestión?

Sorteo previo al partido de el Nacional y Mushuc Runa del 27 de septiembre de 2025 en un desolado estadio Olímpico Atahualpa de Quito.
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Una vez que el Campeonato Nacional de 2025 prácticamente ha terminado (porque la liguilla final será solamente un apéndice del torneo más previsible de la historia), es tiempo de hacer balances. Pero, en parte por este ambiente crispado que vive Ecuador en lo político y lo social, en parte por el aparecimiento de ese 'nuevo' enemigo del fútbol llamado "crimen organizado", existe desazón entre la dirigencia nacional.
El presidente de la Ecuafútbol, Francisco Egas, acaba de contar en una entrevista que le ha tocado oficiar de "paño de lágrimas" de varios dirigentes, apesadumbrados por una crisis económica que ha entumecido a varios equipos importantes y de tradición, como Emelec y El Nacional, pero también a varios de los nuevos proyectos.
La LigaPro se creó en 2018 para que los clubes administren con autonomía el Campeonato Nacional, con la finalidad de mejorar sus ingresos, aumentar la calidad del juego y evitar las penosas escenas del pasado, cuando los jugadores paralizaban sus entrenamientos para reclamar sus sueldos.
¿Dijimos "escenas del pasado"? Pues no: aún persisten las huelgas de piernas caídas. Los controles de la LigaPro, que se suponía eran la parte medular de esta nueva entidad autónoma con respecto a la Ecuafútbol, no han evitado que varios clubes coqueteen con la bancarrota.
Tampoco han ido bien las recaudaciones en taquilla. Y los derechos de televisión no han satisfecho las expectativas.
Esta decepción ha llegado a tal punto que este negociar en bloque para lograr un contrato millonario no ha hecho olvidar los años (¡ah, todo tiempo pasado fue mejor!) en que cada club pactaba con el canal de televisión de su preferencia y listo. Libre mercado, le llamaban. Ley de la oferta y la demanda, le decían.
Este año, para colmo, se cristalizó un enemigo que estaba agazapado: las apuestas en línea controladas por las mafias, sobre todo en la Serie B (que es administrada por la LigaPro) y la Segunda categoría, pero que en la Copa Ecuador ya involucra a clubes de la Serie A. Los dirigentes no estaban preparados para el terrorífico momento en que las mafias pasen a los ajustes de cuentas.
Los éxitos internacionales de Liga de Quito e Independiente del Valle no se han conseguido gracias a la LigaPro, sino que corresponden a proyectos individuales, que de todos modos iban a florecer.
De cara a la primera década de la LigaPro, urge que los dirigentes realicen una profunda evaluación de lo que han conseguido, pero sobre todo de lo que no han logrado concretar. Ya comienzan a surgir voces para analizar el regreso de la competición a la administración de Ecuafútbol, aunque quizás es demasiado pronto para renunciar a la autonomía.
Lo que sí es evidente es que el fútbol ecuatoriano necesita un golpe de timón, un remezón, algo realmente innovador que saque del letargo a la dirigencia, a los hinchas y al fútbol en general.
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