Enrique Bunbury: 'Disfruten de esta experiencia 100% humana, dejen el celular'
El concierto de Enrique Bunbury en Quito fue un profundo show sensorial de dos horas y 10 minutos. En medio de la canción 'El Jinete', el español apagó todo para halar las orejas a un asistente.

Concierto de Enrique Bunbury, el 2 de julio de 2025, en el coliseo Rumiñahui, Quito.
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Cortesía Output
Autor:
Santiago Ayala Sarmiento
Actualizada:
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Durante dos horas y diez minutos, el español Enrique Bunbury atrapó con un show cargado de elementos sensoriales a los aproximadamente 10.000 asistentes que llenaron el coliseo General Rumiñahui, en Quito, la noche del 2 de julio de 2025.
La fría y a ratos lluviosa noche quiteña fue calentándose poco a poco a medida que se acercaba la hora y el desarrollo del concierto. A cuentagotas, el coliseo fue llenándose, en medio de una atmósfera que se sentía silenciosa, hasta cierto punto meditativa. No hubo gritos excesivos desde la grada pidiendo la presencia del genio español. Solo un contar el tic-tac para por fin verlo aparecer sobre el escenario.
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La velada era particularmente especial, no porque cada vez que se presenta el zaragozano en Ecuador no lo fuera, sino porque en esta vez venía acompañado de la banda que lo acompañó en sus inicios como solista, tras separarse Héroes del Silencio, y que desde hace 20 años no se juntaban.
El Huracán Ambulante vuelve para hacer de las suyas. Cuando la noticia se dio a conocer y Quito apareció en la lista de los únicos 14 conciertos que se realizarían durante 2025, sus fanáticos en la Mitad del Mundo no podían fallar, así como Bunbury jamás les ha fallado.

Así que cuando la intro, con las notas del álbum Freak Show, empezó a sonar y el escenario decorado con cortinas y una pantalla digital de fondo se tiñó de rojo, la piel se erizó y la respiración se contuvo hasta que las luces estallaron a las primeras palabras de Bunbury: "Pagamos el peaje....".
"El club de los imposibles", abrió el 'set list' que transformó al coliseo en un multitudinario karaoke ambulante. Hechizados ante una puesta en escena que asemejaba a un ¿teatro? o un ¿circo? o un ¿cabaret? o ¿todos y ninguno a la vez?, las notas de los acoples de guitarras, baterías, sintetizador y la magia de un violín, se metían entre los poros de los extasiados fanáticos con cada canción.
Por supuesto, el cantante no olvidó incluir lo que ya son verdaderos himnos y que se corean a todo pulmón, como si fuese la última vez donde está prohibido prohibir: Infinito, Sí, Sácame de aquí, Lady Blue, Apuesta por el Rock 'n Roll, El Extranjero, El Rescate, Que tengas suertecita...

...y al final
Nadie quería que el Huracán Ambulante se disipara. Todos querían seguir siendo arrastrados por ese vendaval de energía. Por eso, durante gran parte del concierto, mucha gente siguió al pie de la letra la recomendación en 'off' que se escuchó en los parlantes antes de arrancar el show: "Disfruten de esta experiencia 100 % humana, dejen el celular, úsenlo solo cuando sea estrictamente necesario".
Y así fue, cuando la banda y el cantante cerraron la primera parte del concierto, fueron recibidos de vuelta con miles de luces posteriores encendidas de su celular. Eso conmovió a Bunbury: "Qué bonito". El gran teatro del mundo debía continuar, Y continuó en su acto final, las últimas canciones de la noche.

"La quería más que a su vida, y la perdió para siempre...". Miles de gargantas entonaban al unísono la melancólica letra de 'El Jinete'. Todos entregados. Hasta que Bunbury pidió detener la canción. ¿Qué pasó? "Este señor ha pasado todo el puto concierto con la cámara, filmando. Estás en primera fila, mucha gente querría estar en primera fila, conectando, disfrutando, y tú te pasas con un puto apéndice tecnológico. De verdad, siento que hayamos tenido que parar. Me ha quitado la concentración".
Se apagaron las luces. El aire se cortó por unos instantes. Al volverse a encender, los músicos estaban todos sentados y prosiguieron con un tema que no estaba contemplado en el menú. Luego, retomó El Jinete, hasta culminar todos cantando en una sola voz: "Y al final, te ataré con todas mis fuerzas; mis brazos serán cuerdas, al bailar este vals; Y al final...".
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