“Llevar la sangre de un prócer es un orgullo”, dicen descendientes de los patriotas de la independencia de Guayaquil
Dos guayaquileños, una economista y un abogado, descienden del prócer José de Villamil, en cuya casa se formó la llamada Fragua de Vulcano, que permitió la ansiada independencia de la ciudad el 9 de octubre de 1820. Esto pasa en Guayaquil.
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Entre los 2,8 millones de guayaquileños que celebran la independencia de la ciudad también se cuentan aquellos que llevan en sus venas la sangre de los próceres, de los héroes de aquella madrugada revolucionaria del 9 de octubre de 1820 en que se logró la ansiada libertad.
Patricia Carvajal, una economista de 65 años, y Antonio Pazmiño, un abogado de 59 años, descienden del prócer José de Villamil, en cuya casa se fraguó la conspiración libertaria, durante una fiesta el 1 de octubre, una reunión que pasó a la historia como La Fragua de Vulcano.

En los días de la revolución del 9 de octubre, Guayaquil tenía unos 14.000 habitantes. Mestizos, indios, negros, de todos los sectores se sumaron a la lucha contra el ejército español que les ahogaba con imposiciones legales y económicas.
El historiador Freddy Avilés Zambrano explica que la independencia “no fue algo espontáneo, sino un proceso que comenzó el 10 de agosto de 1809, y que culminó de una manera radical frente al poderío del colonialismo español el 9 de octubre”.
Patricia Carvajal y Antonio Pazmiño conocen bien la historia de la independencia, porque desde que eran niños sus padres les contaron sobre su descendencia y su parentesco con los patriotas de la libertad guayaquileña.
“Siempre se nos dijo que teníamos que honrar nuestra ascendencia con responsabilidad y que nos sintiéramos orgullosos de pertenecer a esta familia que hizo mucho por Guayaquil, de hecho, nuestro prócer José de Villamil fue uno de los precursores de la Armada del Ecuador”.
Patricia Carvajal, descendiente de prócer
En los últimos años, ella ha participado del acto cívico de la ‘Aurora Gloriosa’, una conmemoración que se realiza la madrugada de cada 9 de octubre para recordar que la gesta libertaria se dio ese día, pues con los primeros rayos del sol Guayaquil amanecía libre.
Antonio Pazmiño también recuerda los relatos de sus padres que le contaban la historia de la Fragua de Vulcano y el papel de José de Villamil en la abolición de la esclavitud, hace más de 200 años.
“Mi mamá era entusiasta en contarnos sobre de quienes descendíamos, ella fue tataranieta de Villamil, no lo conoció, pero por la línea de tiempo recibió información de mis bisabuelos”.
Antonio Pazmiño, descendiente de prócer
Pazmiño recalca la necesidad de reforzar la cívica en las escuelas y colegios, para valorar la historia de la ciudad y conocer también la vida de aquellos personajes que están presentes en algunos rincones de la ciudad.
Con sus hijos, Antonio hace lo mismo que sus padres, transmitirles los valores que provienen de los patriotas, la libertad, el respeto a los derechos humanos, la justicia, valores que viven no solo en los descendientes sino en los 2,8 millones de guayaquileños.
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