“Estamos, aunque no nos quieran escuchar”, gritan miles de indígenas frente a la COP30 en Brasil
En Belém, en el Amazonas de Brasil, líderes mundiales se reúnen a puertas cerradas en la COP30, pero en las calles alrededor de 30.000 personas protestan para que sus demandas sean incorporadas a la agenda climática.

Indígenas del grupo étnico Munduruku protestan frente a la entrada de la Zona Azul de la COP30, el viernes 14 de noviembre de 2025 en Belém (Brasil).
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EFE
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Mientras los delegados, líderes mundiales y negociadores de la COP30 se reúnen tras las puertas cerradas en Belém, un clamor masivo por la justicia climática desde las voces indígenas resonó este sábado en las calles de la capital amazónica.
Miles de personas de todo el mundo se congregaron en la Marcha Global por la Justicia Climática, el evento culmen de la Cumbre de los Pueblos, una especie de contrapunto a las cumbres climáticas, y caminaron casi cinco kilómetros hasta el vallado policial a metros del recinto oficial para pedir que sus demandas sean incorporadas a la agenda climática.
A pesar de que parecía un festejo, con música, danzas y vestimentas tradicionales de distintos lugares del mundo, era una multitudinaria protesta que, según los organizadores, superó las 30.000 personas.

“Estamos, aunque no nos quieran escuchar”, dijo a EFE el dirigente de las Nacionalidades Wuaorani del Ecuador, Timoteo Huamoni, que viajó a Belém para participar de la primera cumbre climática en América Latina tras cinco años.
“Nuestros ancestros han derramado su sangre. Entonces nosotros tenemos que derramar nuestras voces en todo el mundo”, expresó el líder indígena.
Los vecinos de Belém, poco habituados a este volumen de visitantes internacionales, se tomaban fotos con los manifestantes y sacaban sus sillas a la vereda para observar el inacabable flujo de transeúntes.
Mientras, en las calles, el pueblo Munduruku, de la Amazonía brasileña, volvió a gritar "presente", tras haber bloqueado este viernes durante casi cuatro horas la entrada principal de la carpa del evento para exigir explicaciones sobre ciertos proyectos gubernamentales que tachan de "predatorios".

En la manifestación, Estefani Mañhuary, miembro de este pueblo, dijo a EFE que considera que la presencia de indígenas en la COP30 es “muy débil” y que “no los dejaban entrar, por eso tuvieron que hacerse oír con protestas”.Expectativas muy bajas
La COP30 entra en su fase final. Queda una semana de negociaciones y se siente en el ambiente un desánimo generalizado entre los movimientos sociales.
Las expectativas eran altas: es la primera vez que la cumbre se celebra en el corazón de la Amazonía, con Brasil como país anfitrión prometiendo “implementar” los compromisos asumidos, y un protagonismo del Sur Global en un momento en el que se debate sobre financiamiento climático.

Sin embargo, sonrisas irónicas y resoplidos fueron las respuestas más comunes a la pregunta sobre las expectativas de esta edición de la cumbre climática.
“Había una expectativa a nivel de narrativa de que esta (COP) tenía que ser maravillosa y, ‘spoiler’, va muy mal. Mi sensación general es que se ha vendido esta COP como si fuese a cubrir y a solventar un montón de cosas, y la acción real que va a tener de texto es muy poca”, confesó a EFE el español Javier Andaluz, coordinador de Clima y Energía en la ONG Ecologistas en Acción, que ya va por su décima cumbre climática.
El financiamiento parece estar siendo la piedra en el zapato de esta cumbre, con los países en vías de desarrollo exigiendo que las naciones ricas asuman su responsabilidad y garanticen la mayor parte de la ayuda, mientras que del otro lado parecen no querer agarrar esa pelota.
La Unión Europea, el mayor bloque comercial del mundo, “parece no estar dispuesta a abrir ese debate, considera que lo cerró el año pasado en Bakú”, relata el ambientalista mientras camina sosteniendo una bandera de la ONG.
Según Andaluz, “desde el origen de las negociaciones en el ‘92, los países del Norte Global ya comprometieron esa financiación necesaria” y “las últimas decisiones” de la UE “van en contra de cumplir con esa responsabilidad histórica”.
Y demuestran no solo la incapacidad de “proveer la financiación necesaria, sino también de comprometer las reducciones de gases de efecto invernadero, que serían fundamentales para seguir manteniendo un mínimo de liderazgo climático del que tanto se enorgullecen”.
La activista climática y fundadora de Fridays for Future de Uganda, Hilda Nakabuye, se mostró con más esperanzas, a pesar de que su cara al responder denostó cierto descreimiento.
“Esperemos que Belém esté a la altura, que entregue demandas claras para los pueblos indígenas, para las comunidades que son afectadas por el cambio climático”, manifestó.
La joven ambientalista de 28 años, veterana en cumbres climáticas, afirmó que la COP en Brasil les ha “devuelto la esperanza”, porque “ha aceptado el poder de las personas en las calles”, a diferencia de otras cumbres que se han desarrollado en países autoritarios.
“Lo tomo como un signo esperanzador”, expresó.
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