El pulso entre Donald Trump y Nicolás Maduro presiona a una Latinoamérica ya dividida y en crisis
La presión bélica y económica de Estados Unidos en la región deja a Venezuela sin aliados más que Cuba y Nicaragua, que viven aislados y bajo el mismo régimen desde hace décadas.

Imágenes referenciales de los presidentes Nicolás Maduro (Venezuela) y Donald Trump (Estados Unidos).
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Las múltiples crisis de Venezuela habían mantenido dividida a Latinoamérica entre el apoyo a Nicolás Maduro y el desconocimiento de su gobierno. Pero, el último fraude electoral y la agresiva campaña militar de Donald Trump en El Caribe, han alejado a varios aliados del Palacio de Miraflores.
Sin embargo, la estrategia de Washington es más amplia, con sus aranceles 'recíprocos' y aleatorios y su despiadada política antimigratoria, que tiene a la mayoría de países de la región en la incertidumbre. Nadie quiere enfurecer a Donald Trump, algunos se resisten a ceder a sus caprichos.
En ese contexto, las medidas tomadas para amedrentar a Maduro en la búsqueda de un cambio de gobierno en Caracas, también tienen a Latinoamérica en ascuas. La posibilidad de una guerra, en una región que dejó atrás los conflictos bélicos hace 30 años, tiene atentos a todos los países.
Bajo el argumento de una lucha contra los carteles de narcotráfico venezolanos, Trump amenazó que los ataques por tierra en ese país comenzarían "muy pronto", porque "sabemos dónde viven los malos". Y advirtió que pilotos y aerolíneas deben considerar el espacio aéreo venezolano "cerrado en su totalidad".
Un ataque en territorio venezolano se enmarcaría en la operación bautizada por el Pentágono como Lanza del Sur y que hasta ahora ha destruido a una veintena de embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, dejando, según Estados Unidos, más de 80 personas muertas, acusadas de ser narcotraficantes.
El giro a la derecha y la decadencia de Maduro benefician a Trump
Con la llegada de Donald Trump al poder, hubo gobiernos latinoamericanos que inmediatamente plegaron su lealtad a Washington y en particular al gobierno republicano: Ecuador, Argentina y El Salvador.
Con el paso de los meses, aranceles, deportaciones y amenazas, siguieron sumándose Paraguay, Panamá, Costa Rica, Guatemala, Belice, Trinidad y Tobago, Guyana, Surinam y recientemente Bolivia, con su presidente electo. Entre esas naciones están países que históricamente fueron aliados del chavismo, como las cuatro últimas.
Sin embargo, las 'ofertas' y presiones de la Casa Blanca rompieron el vínculo entre algunos países de la Comunidad del Caribe (Caricom), que ha intentado tomar una postura conjunta frente a las acciones militares de la Casa Blanca en sus aguas sin éxito.
Por ejemplo, la cercanía de Trump con Trinidad y Tobago es clave puesto la isla tiene problemas con el narcotráfico y sus efectos; por lo que no solo ratificó su colaboración con Trump, sino que ha recibido de visita a sus buques militares. Además, se encuentra apenas a 11 kilómetros de las costas venezolanas.
Algo similar sucede con países como República Dominicana, Panamá, Guyana y Surinam, que podrían convertirse en aliados militares de Estados Unidos, en caso de una incursión. Sin embargo, nada de eso está garantizado, puesto a que la región no ha experimentado este tipo de conflictos en décadas y las crisis que atraviesan al continente solo empeorarían.
Además, los países Latinoamericanos también deben sopesar sus propias relaciones y conexiones internas. Un ataque estadounidense en territorio venezolano podría desatar una nueva ola migratoria y crisis humanitaria que golpearía directamente, por ejemplo, a Colombia y Ecuador.
Es probablemente por eso que el mandatario más vocal en medio de las tensiones haya sido el colombiano Gustavo Petro, que está en abierta pelea con la Casa Blanca, y ha llamado a la unidad de América Latina "ante cualquier intento de intervención externa que pretenda socavar la soberanía".
Sin embargo, no se trata de una defensa de Nicolás Maduro y su ausencia de legitimidad, tras truncar las elecciones y esconder los resultados para permanecer en el poder.
En esa misma línea están los otros gobiernos de izquierda, como Chile, Brasil y México, que pese al tamaño de sus economías han tenido que ignorar ciertos despotriques o ceder a ciertas demandas de Trump, o al menos pretender hacerlo. Especialmente los dos últimos, que han conseguido que el republicano eche para atrás algunas de sus intenciones.
Ninguno quiere que Trump violente la soberanía venezolana, pero todos esperan un cambio urgente en el Palacio de Miraflores, para reducir las tensiones y buscar una salida a las múltiples crisis venezolanas. Además, nadie puede oponerse a una estrategia de fuerza contra el crimen transnacional, aunque los motivos de fondo de Estados Unidos son un secreto a voces.
En ese escenario, Ecuador tiene muy poco que aportar, más allá de comunicados esporádicos y visitas a Washington que no llegan a la Oficina Oval. Especialmente después de que el presidente Daniel Noboa perdió el referendo y consulta popular del 16 de noviembre de 2025, lo que le hubiese permitido a Washington instalar una base militar en el país, idealmente en Galápagos.
En la otra orilla están los aliados que le quedan a Maduro: Cuba, Nicaragua y Haití. Los dos primeros tienen bloqueos y son considerados dictaduras, mientras que el último no logra salir de la profunda crisis política, económica, humanitaria y de violencia en la que vive desde 2019.
Es así que ninguno representa algún tipo de garantía efectiva para la continuidad del chavismo, que mira de reojo a sus aliados de otros continentes, como China, Rusia e Irán, que mantienen un apoyo verbal a Caracas.
Moscú solo ha defendido de palabra a Maduro y es dudoso que envíe refuerzos militares, puesto a que esto le abriría otro frente bélico lejano a su conflicto central: Ucrania. China se ha limitado a los pronunciamientos diplomáticos, pero no es probable que sus intereses lo vinculen a un conflicto bélico en América.
Mientras que Irán, golpeado por la guerra provocada por Israel en junio, ha afirmado que Venezuela "será plenamente capaz de defenderse por sí misma".
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