Aguilar, Donoso Gutiérrez y Guambo: poesía y novela para esta semana

"Poliamor Town", el nuevo poemario de Issa Aguilar Jara
PRIMICIAS / Diego Corrales
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Poliamor town
Issa Aguilar Jara
Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Azuay, 2020
39 páginas
USD 10
"Ecuador es una obra de teatro macabra", escribe Issa Aguilar Jara en uno de los trechos más duros de leer en su nuevo poemario, Poliamor town, que se publica como resultado de una convocatoria nacional de la Casa de la Cultura, núcleo del Azuay.
Hay quizás una trampa al iniciar esta reseña con ese verso. Porque lo que más existe en este libro es localidad. Quizás sea el entorno de la poeta cuencana lo que mueve su obra. Sin Cuenca y las relaciones que se producen en esa ciudad, no existirían estos versos.
Pero esa localidad es una parte que refleja el todo.
Poliamor town es un recuento alrededor del amor y de todas sus manifestaciones, así como de los peligros a lo que se expone. No hay moralismos. El amor es triunfo, pero también es víctima de la misma gente que dice amar. Aquí hay paradoja, porque esa es la única forma que la humanidad conoce para expresar y sostener amor.
El amor como relaciones prohibidas:
"Porque óleo, somos. Somos tierra. Seremos mar. Pero nunca seremos".
El amor como contacto de amantes, como una familia que rompe una pareja del mismo sexo porque "veremos lo mejor, pequeño mío". Como un grupo de amigos, como la distancia, la tristeza, la cercanía descarnada. Como su destrucción cuando se violenta a alguien de otro país por ser extranjero, cuando un religioso abusa de niños.
En "No perdono" recae esa fuerza innegable:
"No más virginidad
enraizada en una virgen María
madre del que prometió cuidarlos
y no estuvo cuando la edad de la inocencia fue estrujada".
El poliamor, como respuesta. Amar a varios, amar a todos, no olvidarse de eso. El mundo es una cuerda que se tensa siempre y hay que encontrar las formas para que no se rompa.
El adiós
Miguel Donoso Gutiérrez
Ediciones Culturales Contemporáneas / Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas, 2019
182 páginas
USD 10

Se supone que Trotsky Jiménez lo ha perdido todo. Pero le queda lo reprochable, le quedan sus recuerdos y una fe que parece inquebrantable hacia la Revolución Ciudadana. Crítica, pero fe, finalmente.
Su familia se ha ido. Su casa le queda grande a él, con los fantasmas que dan vueltas, con los animales que lo acompañan. Sabe que está mal, que hace mal al tener una relación secreta con Eva, una de sus estudiantes universitarias; sabe también que intenta reconstruirse o al menos mantenerse en pie, gracias a sus memorias de niñez y adolescencia.
Trotsky es un tipo que no existe, en realidad, que está en un paréntesis y que intenta sostenerse de alguna manera.
Y es alguien que observa. Que reflexiona sobre los cambios que vive, sobre lo que pasa a su alrededor. Que entiende lo bueno y lo malo y que acepta las cosas que suceden porque no hay alternativa.
Miguel Donoso Gutiérrez combina tres niveles de un mismo personaje en esta, su tercera novela. Se mueve a través de ellos como si de cartas barajadas se tratasen: el pasado más lejano, su vida actual, sus visiones.
Trotsky es un ser anacrónico, y el autor lo deja claro incluso con el nombre que le da. No es época de ideologías ni de acciones correctas, ni de actuar de acuerdo con la ética. El personaje reconoce que no está bien estar con su alumna, pero lo hace. Ya no hay fuerzas.
¿Qué queda después de que no queda nada?
La pregunta se responde de alguna forma en esta novela. De un momento a otro hay esperanza, en medio de todo, de la desazón y del proyecto político venido a menos.
Esa idea del "adiós" se traduce en nuevos inicios o arranques. La literatura también es terreno para mejorar la existencia. Eso va a aprender Trotsky Jiménez, sin duda.
Cuando fuimos punk
Agustín Guambo
Kikuyo Editorial, 2019
58 páginas
USD 8

La poesía es la recopilación de gestos de supervivencia. Agustín Guambo reconstruye, hasta cierto punto, su versión particular de la crisis del 99 sin el objetivo directo de ser crítico, ni de remover emociones que pasaron.
En realidad, lo de Guambo es un tributo al acto de resistir lo terrible, de la descripción de los mecanismos usados y de sostener una forma de vivir, a pesar de todo.
Sí, es tributo. Más que señalar culpas, se trata de revelar la resistencia.
Y un tipo de constancia con base en los libros, las amistades, el paso del tiempo, las sustancias, el alcohol. Con las consecuencias sobre este sacrificio.
Porque lo es. Guambo no delega las responsabilidades de los actos propios.
Solo los evidencia con versos potentes: jóvenes que mueren porque no hay más, la situación se los ha tragado.
"... que alguien venga y rece por nuestros corazones..."
¿Qué queda cuando se ha resistido? ¿Cuando la edad ha llegado? Guambo ejercita el pasado desde un hoy menos glamoroso. Un presente que se ha gestado como la consecuencia directa de la vida que fue.
"Ya todo quedaba demasiado lejos
hasta el suicidio
quedó para personas más jóvenes y alegres que nosotros..."
A la distancia, la miseria sigue siendo motor. Sin duda.
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