Fuerzas Armadas recuperan helicóptero accidentado en Buenos Aires, Imbabura, tras operación aérea
El helicóptero Ecureuil B2, que se accidentó el 8 de octubre durante un operativo contra la minería ilegal, fue rescatado este miércoles 22 de octubre por un Súper Puma del Ejército Ecuatoriano. Los cuatro tripulantes sobrevivieron al siniestro.

El helicóptero que se accidentó en la zona de Buenos Aires, Imbabura, fue trasladado hasta la base militar en Atuntaqui, 22 de octubre de 2025
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PRIMICIAS / Andrés Salazar
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El sonido de las hélices volvió a resonar sobre las montañas de Buenos Aires, en Imbabura, pero esta vez no para un operativo, sino para recuperar los restos de una aeronave militar.
A las 10:00 de este miércoles 22 de octubre de 2025, un helicóptero Súper Puma del Ejército Ecuatoriano realizó la maniobra final para rescatar el helicóptero Ecureuil B2, que se accidentó desde hace dos semanas en una zona de difícil acceso, entre la mina El Olivo y la mina antigua, en el cantón Urcuquí.
La operación, que duró cerca de dos horas, incluyó el sobrevuelo de la zona, el enganche del fuselaje a un sistema de poleas y el traslado aéreo completo hasta el helipuerto de la IV División de Ejército 'Amazonas', en Atuntaqui.
Desde tierra, los técnicos militares supervisaban el procedimiento, mientras el helicóptero dañado se balanceaba a varios metros de altura, suspendido por cables y anclajes.
El Teniente Coronel de Estado Mayor, Roberto Acurio, auxiliar de inteligencia de la IV División de Ejército, fue parte de la tripulación que sobrevivió al accidente del pasado 8 de octubre, durante un reconocimiento aéreo en operaciones contra la minería ilegal.
“Salimos a realizar un reconocimiento militar. El helicóptero perdió potencia y comenzamos un descenso brusco. Por la gran cantidad de poleas que utilizan los mineros ilegales, el helicóptero se fue enganchando una y otra vez hasta impactar en el terreno”.
Roberto Acurio
Según Acurio, el accidente ocurrió en cuestión de segundos. Los pilotos maniobraron para aterrizar de emergencia y evitar una tragedia.
“Los pilotos fueron muy profesionales, lograron que nadie resultara golpeado. Salimos todos ilesos”, contó.
Tras salir de la aeronave, la tripulación aseguró el perímetro, retiró los equipos de emergencia y emprendió una caminata de cerca de 12 horas para ponerse a salvo, debido a la presencia de grupos armados ilegales, entre ellos miembros del Frente Oliver Sinisterra, disidencia de las FARC que opera en el norte del país.
“Mientras salíamos, notamos la presencia de personal de esos grupos acercándose al helicóptero. Por eso tuvimos que abandonar el lugar con rapidez”.
Roberto Acurio
El rescate
El rescate aéreo del Ecureuil B2 representó un desafío logístico. La aeronave accidentada había perdido sus hélices superiores, además de sufrir daños estructurales en la parte frontal de la cabina, visibles por el impacto con las poleas metálicas que los mineros ilegales instalan para transportar material aurífero.

El equipo técnico del Ejército realizó un análisis previo de la estabilidad del fuselaje, antes de proceder al levantamiento con el helicóptero Súper Puma.
Una vez asegurado el enganche, el Ecureuil fue elevado lentamente sobre la densa vegetación y trasladado a varios kilómetros de distancia hasta Atuntaqui.
El Teniente Coronel Acurio dijo que sobrevivir a ese accidente fue “una nueva oportunidad de vida”.
El accidente y las operaciones en Buenos Aires
El 8 de octubre, el helicóptero militar se accidentó mientras sobrevolaba el trayecto entre Mina El Olivo y Mina Vieja, como parte de las operaciones contra la minería ilegal en Buenos Aires, una zona considerada de alta conflictividad por la presencia de grupos armados, narcotráfico y redes de explotación minera.
El Ejército ecuatoriano informó entonces que el accidente se debió, presuntamente, al enredo con los cables utilizados por mineros ilegales, instalados en largas distancias para el transporte del material extraído.
El siniestro ocurrió apenas días antes de la ofensiva militar de gran escala ejecutada por las Fuerzas Armadas en esa misma zona, que incluyó bombardeos controlados, neutralización de campamentos y destrucción de más de 720 bocaminas, según la versión oficial.
Tras la ofensiva, el Gobierno informó que Buenos Aires quedó bajo control militar, con presencia permanente de 200 efectivos y la construcción de un destacamento fijo para evitar el retorno de las mafias mineras.
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