Estudiar y sobrevivir económicamente; la odisea de los estudiantes ecuatorianos para alquilar en España
El costo disparado del alquiler de vivienda en España es una angustia adicional para los jóvenes ecuatorianos que han decidido estudiar en el país europeo. Deben, también, cuidarse de las estafas.

El costo de los alquileres en España ha subido fuertemente y conseguir un piso es cada vez más difícil. Es una de las dificultades adicionales para los estudiantes universitarios ecuatorianos que buscan ampliar sus horizontes.
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Fotocomposición/Diana González
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MADRID. Estudiar un posgrado en España se ha convertido en una carrera de obstáculos que empieza mucho antes de pisar un aula. A la burocracia para conseguir plaza en una universidad y el visado —procesos largos, con requisitos cambiantes y trámites que pueden alargarse durante meses— se suma el reto del alojamiento. Encontrar una habitación en las principales ciudades universitarias resulta cada vez más difícil y caro: el precio medio ya ha superado la barrera de los 500 euros mensuales, a lo que se añaden avales, fianzas y condiciones que hacen del acceso a la vivienda un desafío tanto para españoles como para estudiantes extranjeros.
Gabriela Orozco repite la palabra “desafiante” para describir el camino que ha recorrido hasta ahora. La joven ecuatoriana consiguió el visado en septiembre, tras cinco meses de idas y venidas entre el Consulado de España en Quito, ministerios y hasta el Registro Civil. “Tuve que demostrar que no tenía hijos inscritos en Ecuador, algo que no estaba en la lista de requisitos. Te daban 15 días para conseguir el documento, pero el trámite tardaba 20. Mucha gente no logró cumplir con ese plazo”, recuerda. Superado el laberinto burocrático, ahora enfrenta otro escollo igual de decisivo: encontrar un techo en Madrid para los 11 meses que durará su máster en la Universidad Carlos III.
La Comunidad de Madrid es hoy una de las regiones más tensionadas: según Idealista y Fotocasa, alquilar una habitación cuesta de media 585 euros al mes. Una cifra que coloca a la capital entre las más caras del país junto con Cataluña, País Vasco y Baleares. En el extremo opuesto se encuentran regiones como Extremadura (251 euros) y Castilla-La Mancha (289 euros), donde los precios resultan menos asfixiantes, aunque con menor oferta para estudiantes internacionales.
Para Gabriela, la búsqueda se ha convertido en un ejercicio de frustración. “A pocos días de viajar sigo sin un lugar seguro”, explica. Ha rastreado el portal Idealista, pero apenas logró una respuesta, que nunca se concretó. A través de conocidos apareció una oportunidad, aunque desapareció antes de decidirse: le pedían dos meses de garantía, un requisito que ella dudaba pagar desde Ecuador por miedo a una estafa.
Alquilar un piso en España: entre riesgos y presiones
Ese temor no es infundado. Sarah Espinosa, también ecuatoriana, vivió en carne propia la dureza y los riesgos del mercado. Llegó a Valencia para cursar un máster y recuerda la búsqueda de habitación como “bastante hostil”. Fue víctima de un fraude: “Vi un anuncio de una mini suite por 450 euros. El supuesto dueño me pidió pagar 180 euros a un notario de confianza para poder ver el piso. Yo solo transferí la mitad, pero cuando llegué al lugar descubrí que no existía. Me bloqueó de WhatsApp y el anuncio desapareció”. Su consejo después de esa experiencia es claro: “Si algo parece demasiado bueno para ser verdad, sospecha”.
Más allá de las estafas, Sarah apunta a la lógica encarecida del sistema. “La mayoría de los pisos para estudiantes se alquilan por medio de inmobiliarias, y te sacan la cabeza: un mes de renta, dos meses de fianza y la comisión, que en teoría ya no deberían cobrar, pero lo hacen igual”. En su caso, tuvo que asegurar la habitación antes de que le entregaran el visado, lo que significó pagar un mes de alquiler sin poder usarlo. “Me tocó pagar todo agosto aunque mi visa empezaba en septiembre. Si no, perdía el piso”, cuenta.
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La competencia por las habitaciones se dispara en verano, cuando termina el curso y comienza la rotación de estudiantes. “Hay que empezar a buscar desde junio. Si esperas, ya no encuentras nada”, asegura Sarah, que además probó plataformas como Spotahome y detectó el auge de los llamados colivings: “Son como hoteles para adultos jóvenes. Te alquilan una habitación en un piso reformado, sin apenas zonas comunes, y ni siquiera sabes quiénes son tus compañeros. Es la opción más descarada y super violenta, porque solo es un sitio donde dormir”.
A estas condiciones se suma la desconfianza de caseros y agencias por la legislación sobre ocupas. “Aquí hay un problema muy heavy: si alguien entra en tu vivienda no lo puedes sacar fácilmente. Entonces te piden todo tipo de garantías. A mí me llegaron a pedir estados bancarios y hasta un examen psicológico”, recuerda Sarah entre incrédula e indignada.
Y aun si se logra superar el muro del alquiler, queda otro reto: el coste general de la vida en España. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el gasto medio mensual se sitúa en 1.093 euros por persona y 2.718 euros por hogar, el nivel más alto en más de una década. La vivienda se lleva la parte más grande: el alquiler de un piso medio nacional ronda los 917 euros, aunque en Madrid y Barcelona un salario puede destinarse hasta en un 71% al pago de un piso de 80 metros cuadrados. No sorprende que las habitaciones compartidas —con una media de 510 euros mensuales— sean vistas como la única alternativa viable para muchos jóvenes.
Los otros gastos tampoco son menores. Alimentarse cuesta entre 40 y 60 euros por semana para una persona, mientras que una pareja gasta alrededor de 300 euros al mes en la compra básica. El abono mensual de transporte público en ciudades como Madrid o Barcelona supera los 35 euros, aunque quienes dependen de coche privado deben asumir entre 80 y 120 euros adicionales en gasolina, seguros y mantenimiento. A esto se suman seguros de salud privados, que oscilan entre 40 y 70 euros mensuales, y otros costes educativos o de ocio.
En términos generales, vivir con cierta comodidad en España requiere al menos 1.500 euros mensuales por persona. Para una familia, la cifra se dispara hasta los 2.500 o 3.500 euros, dependiendo de la ciudad. En localidades más pequeñas, como Zamora o Cáceres, aún es posible subsistir con menos de 1.000 euros, pero en grandes capitales, donde están las universidades, la ecuación es otra.
El relato de Gabriela y Sarah resume la experiencia de miles de estudiantes internacionales que llegan cada año a España, más de 17.000 solo desde Ecuador. Muchos terminan concentrándose en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, precisamente donde el acceso a una habitación —y el alto coste de la vida en general— se convierte en la mayor barrera para continuar con sus estudios.
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