Manabí en el paladar: la herencia viva de una cocina que resiste, evoluciona y enamora
La cocina manabita es memoria, fuego y mar. Una herencia viva que conquista paladares y hoy se saborea con nuevos matices en restaurantes de todo el país.

Corviche, uno de los platos insignia de la gastronomía manabita.
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Cesar Alvarez Villanueva PH / Adobe Stock
Autor:
Redacción Comercial
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En Ecuador, la gastronomía no solo alimenta: narra historias. Y ninguna región del país lo demuestra con tanta fuerza como Manabí. Esta provincia, abrazada por el Pacífico, presume una cocina con alma, donde el fuego de leña, el maní molido y el pescado recién salido del mar se mezclan en platos que atraviesan generaciones.
Hablar de comida manabita es hablar de técnica, de identidad y de territorio. El viche, esa sopa espesa que combina mariscos, maní y verde, resume siglos de sabiduría ancestral. Las tongas, envueltas en hojas de plátano como secretos familiares, desafían al tiempo con una cocción lenta y ceremoniosa. Y el corviche, esa joya de plátano verde relleno, es al mismo tiempo callejero y festivo, ideal para quienes buscan el primer bocado perfecto.
Una cocina reconocida dentro y fuera del país
La riqueza gastronómica de Manabí no ha pasado desapercibida. En 2019, su cocina fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador, en honor a sus prácticas, sabores e ingredientes que reflejan una identidad única. Y en diciembre de 2024, la provincia fue designada como Región Gastronómica Mundial 2026 por el Instituto Internacional de Gastronomía, Artes y Turismo, reconociendo su valor culinario a nivel internacional.
De la tradición a las mesas urbanas
Más allá de las distinciones, lo que realmente define a la cocina manabita es su fidelidad a los ingredientes locales y su capacidad de adaptación. En los últimos años, chefs jóvenes han reinterpretado clásicos sin traicionar su esencia, y los restaurantes han abierto sus puertas para acercar esta experiencia a comensales de todo el país.
Hoy, esa riqueza se celebra también en la mesa urbana, con propuestas que van desde lo tradicional hasta lo contemporáneo. Es un momento ideal para redescubrir la cocina manabita y rendirle homenaje desde donde más importa: el paladar.
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