Liga de Quito sacó a pasear sus copas por Guayaquil y se desató el caos

Era una sencilla actividad de márketing que no buscaba más que promocionar la marca de uno de los patrocinadores. Pero llevar las copas internacionales de Liga de Quito a Guayaquil y exhibirlas rebasó las pretensiones del mercadeo, y esos sagrados artefactos se convirtieron en estacas al corazón del alma del barcelonismo y del fútbol del Guayas en general.  

Todo esó ocurrió alrededor del partido que jugaron Liga de Quito y Barcelona SC en el Monumental, en el contexto de las fiestas de fundación de Guayaquil y del cada vez más gris Centenario del ídolo. Ya han pasado varios días de eso y no dejan de asomar comentarios de todo tipo, en especial de aquellos que se sienten excluidos de un increíble club, el de las copas internacionales.

Cada quien toma a su manera los éxitos ajenos. Para algunos, por fortuna la gran mayoría, esas copas pueden servir para motivar a los rivales a tomar las medidas necesarias para ellos también ganar un torneo internacional. Más que estacas, son un faro.

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Pero algunos han tomado la actitud contraria. Intoxicados de nostalgia, han desempolvado las revistas de El Gráfico (porque necesitan la validación internacional) del año milnovecientosyanimeacuerdo para recordar la Hazaña de La Plata. 

Han sentido la necesidad de pasar sus yemas por las desgastadas fotos de ese partido y releer de memoria, cual versículo bíblico, la crónica de lo que alguna vez fue el hito más importante para un club ecuatoriano: ganar un partido.

Está bien, porque recordar es vivir. Y la Historia, con mayúsculas, es una colección de procesos interconectados. Pero no resulta serio, de cara a la actualidad, quedarse enconchado en ese pasado de papeles amarillentos. O sea, Liga lleva su Copa Libertadores a Guayaquil y la respuestas es una revista vieja. Qué espanto.

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Hay una narrativa que las copas de Liga, y ahora las de Independiente del Valle, ha destruido y ese es el principal problema para los que se han autoproclamado historiadores del fútbol ecuatoriano, porque en los años 80 se pensaba que BSC sería el primer equipo ecuatoriano en ganar la Libertadores. Son los mismos que no tienen idea de a qué partido llamar 'clásico nacional' porque no entienden, de entrada, qué es una nación.

Colocar esas copas en un pedestal para selfies en Guayaquil generó mucha emoción en hinchas que no habían podido verlas de cerca e hizo mucho ruido, cuyos ecos persisten. Y demostró que, desde 2008, los clubes de esa ciudad andan desconcertados, dando palos de ciego, porque ya no existe Hazaña que se compare a una vuelta olímpica en el Maracaná. Pero si esto sirve para los dirigentes boten sus viejos números de El Gráfico y se pongan a trabajar, habrá valido la pena.