PSG se convirtió en el mejor equipo del mundo sin Messi ni Mbappé, ¿las estrellas ahora salen sobrando?
El PSG consolidó su juego de forma contundente y fortaleció su unión dentro y fuera del campo con jugadores disciplinados, que no funcionan con el ego por delante. Y todo gracias al DT Luis Enrique.

El entrenador Luis Enrique, del PSG, grita durante el partido con Bayern Múnich del 5 de julio de 2025 en Atlanta, por el Mundial de Clubes.
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EFE
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El PSG se ha convertido en el mejor equipo del mundo sin la presencia de Lionel Messi, Kylian Mbappé, Sergio Ramos y Neymar. Todos fueron cracks que llegaron al equipo parisino —vía petrodólares— para ganar la Champions y dominar Europa, pero fracasaron ruidosamente. Qué vergüenza, pero también qué bueno: ya no hacen faltan supertestrellas ni los héroes galácticos.
Hoy es el turno de los obreros. Ousmane Dembélé, Vitinha, João Neves, Achraf Hakimi, Marquinhos y William Pacho son la sensación de un equipo que ha hecho historia en Europa y que se ha mostrado temible en el Mundial de Clubes.
Aunque llegue a perder la final con Chelsea, la victoria por 4-0 sobre el Real Madrid (¡con Mbappé en cancha!) es una representación simbólica del momento que estamos presenciando: el corazón del fútbol ahora palpita en Francia.
Los jugadores se mueven constantemente, intercambian posiciones y crean espacios para sus compañeros. Es agradable ver esta máquina en acción.
Ya lo pronosticó el desafiante entrenador español Luis Enrique cuando dijo que la presencia de Mbappé condicionaba el juego del PSG. Cuando se cuenta con jugadores capaces de resolver partidos por sí solos, los cracks 'irremplazables', la tendencia natural es que se dependa de su genialidad. Si bien esto puede funcionar en momentos puntuales, a largo plazo inhibe el desarrollo de un sistema de juego sólido y la toma de responsabilidades por parte de otros jugadores.
Pero Luis Enrique también afinaba el foco en otro aspecto: el control del entrenador. "El hecho de tener un jugador que se movía por donde él quería implica que hay situaciones del juego que no controlo". Y luego proclamó: "El año que viene las voy a controlar todas".
Y vaya que lo ha hecho. El PSG consolidó su juego de forma contundente y fortaleció su unión dentro y fuera del campo con jugadores disciplinados, que no funcionan con el ego por delante. Sin un único punto focal, los goles y las jugadas de peligro provienen de múltiples elementos y combinaciones, lo que ha hecho del PSG un equipo más difícil de neutralizar.
El problema puede estar en que, en un equipo sin cracks que resalten demasiado sobre el conjunto, el entrenador se convierte en el punto más visible, en la auténtica estrella. Pero eso era inevitable en este PSG, que paradójicamente con Messi y Mbappé estaba sin rumbo. Como lo dijo el periodista Andrés Onrubia: "El PSG es una obra maestra y su artista es Luis Enrique".
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