Michael Morales silenció a Sean Brady: Nocaut en el primer round y una dedicatoria que cruzó fronteras
Michael Morales necesitó apenas tres minutos y 27 segundos para noquear a su oponente en el Madison Square Garden. Fue el segundo KO más rápido de la noche.

Michael Morales, durante la pelea ante Sean Brady por la UFC 322, el 15 de noviembre de 2025.
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AFP
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Nueva York — Michael Morales consiguió esta noche, en el Madison Square Garden- la arena más famosa del mundo- la victoria más importante de su carrera.
No jugó en casa. Peleó en Nueva York, donde los himnos ajenos suelen sonar más fuerte que los propios. Pero anoche, durante cuatro minutos, esta arena se pareció más a un coliseo latino. Morales entró con el 'beat' callejero de Tego Calderón y salió con un nocaut que silenció cualquier duda sobre quién tenía la energía del público, aunque estuviera en territorio estadounidense.
Derrotó por nocaut en el primer round a Sean Brady, número 2 del peso wélter, y dio el salto más serio desde su llegada a UFC. Para el ecuatoriano de 26 años, este triunfo no es solo un paso arriba en el ranking: es una confirmación de que puede competir con los peleadores que dominan la parte alta de la división.
Brady llegaba con un estilo ya conocido: un peleador que avanza, que presiona y que intenta llevar a sus rivales contra la reja para cansarlos. Morales, en cambio, es un especialista de la larga distancia: se siente más cómodo cuando puede moverse, elegir sus golpes y no quedar atrapado en intercambios cerrados.
En la previa, ese contraste estaba subrayado por sus propios números: Brady había construido la mayor parte de sus victorias desde el control físico; Morales, desde la movilidad y la precisión. Era un duelo de fuerzas opuestas.
Y Morales lo ejecutó. Usó el espacio a su favor, golpeó sin apresurarse y evitó quedar atrapado en las zonas donde Brady suele construir ventajas. Fue una actuación más calculada que explosiva, pero también una que mostró madurez: supo cuándo avanzar, cuándo contenerse y, sobre todo, cómo no entrar en la pelea que su rival quería plantearle. Brady cayó. KO en el primer round.
Antes de entrar en la jaula, Morales admitió que la noche lo había tomado con los nervios intactos. “Siempre estoy nervioso… peleo con miedo, con el corazón en la mano”, dijo después. Esos nervios, aseguró, lo mantienen alerta.
Ya dentro del octágono, ejecutó lo planificado con su esquina: pelear “bajito”, frío, calculado, para contrarrestar la fuerza compacta de Brady y evitar que lo llevara al piso. Escuchó cada indicación, midió el lenguaje corporal del rival y atacó solo cuando los ojos de Brady dejaron de responder. Ese fue el disparo final.
Minutos antes, en los camerinos, se había puesto una máscara de Spider-Man. No era un gesto teatral, sino una manera de recordarse quién era en medio del vértigo: un pelador joven que aún escucha a su madre. Ella le pidió —como siempre— que resolviera rápido la pelea para no verla sufrir.
Y desde el octágono, entre el ruido del Garden, él la buscó hasta encontrarla en las gradas: “A pesar del ruido, la escuché lejitos”, contó. Ese reconocimiento lo tranquilizó. Después del nocaut, ella salió del recinto para unirse al grupo de ecuatorianos que festejaban afuera con banderas y gritos.
Con los guantes aún puestos, Morales dedicó el triunfo a Ecuador, a toda América Latina y en especial a su madre, recordando lo que ella siempre le pide antes de cada combate: que termine rápido la pelea, porque no puede verlo sufrir.
En las gradas, la emoción explotó. Algunos lloraban, otros abrazaban a desconocidos. Los videos se multiplicaron. No era solo un triunfo deportivo: era la celebración de una diáspora que vive lejos, trabaja duro y encuentra en estos momentos un recordatorio de pertenencia.
El Garden, teñido de tricolor
Desde horas antes del combate, las gradas ya revelaban quién atraía a la comunidad latina esa noche. Había banderas ecuatorianas en los pasillos, en los anillos inferiores y en los sectores donde suelen ubicarse los familiares de los peleadores.
Muchos habían viajado desde Queens o desde Newark o Pensilvania solo para verlo; otros llegaban con camisetas marcadas con su apellido, como si el Garden, por una noche, se moviera al ritmo de una hinchada ecuatoriana, que grababan cada presentación de Morales en las pantallas gigantes.
Y cuando finalmente apareció, los bloques de ecuatorianos repartidos por toda la arena se pusieron de pie al mismo tiempo. No cambiaron el favoritismo de un público mayoritariamente estadounidense, pero sí generaron un estallido de reconocimiento: un ruido distinto, compacto, que dejó claro que Morales no entraba solo al octágono.

Lo que viene para él
Con esta victoria, Morales ingresa de manera directa en la discusión del título del peso wélter. El resultado lo coloca en la antesala de peleas con contendientes mejor ubicados y modifica el escenario competitivo que tendrá por delante.
En la rueda de prensa, recordó que había cumplido su objetivo de finalizar en el primer round y señaló que, a partir de ahora, continuará bajo las directrices de UFC en cuanto a fechas y rivales.
Respecto a su próximo paso, Morales explicó que no define o solicita nombres específicos. “Si me dicen que tengo que esperar, espero. Si me dicen que tengo que pelear con él, voy a hacerlo”, afirmó.
También mencionó a Carlos Prates, Ian Garry y Belal Muhammad como posibles opciones dentro del grupo de peleadores con los que podría coincidir, dependiendo de los resultados y de la programación que establezca la UFC. Su posición es clara: aceptar el oponente que se determine y mantenerse listo para el calendario que la organización disponga.
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