¿Se jugó bien? Estas son las calificaciones de Ecuador tras vencer 2-0 a la todopoderosa Nueva Zelanda

Fue como Anthony Hopkins en 'El silencio de los inocentes': apareció poco, pero con eso salvó la película.

No tuvo mayores problemas al defender y aportó con volumen en el ataque, aunque no todos sus centros fueron precisos. Se lo notó frustrado al final del primer tiempo, por ese 0-0 parcial. Bien, eso demuestra que tiene sangre.

Ese cierre para quitarle el gol a Ben Old debe pasarse en todos los masterclass de 'Lecciones de un central de categoría'.

Un partido correcto en que pudo hacer buena dupla con Pacho y mejorar las sensaciones con respecto a sus anteriores partidos.

Marcó su primer gol para la Tricolor de su carrera. Antes de eso, había fallado un gol cantado en el desguarnecido arco neozelandés, en un partido en que mostró todas sus virtudes, aunque también su eterno problema: ese pase final que o va de largo o se queda corto. Pero nunca dejó de luchar. 

Más disciplinado que un hoplita en batalla, esta vez entró como lateral derecho con la tarea de interiorizar para despejar el camino a Vite. Cumplió con su espartana personalidad, pero se lesionó en el primer tiempo y tuvo que irse. 

Algo le hicieron en México, quizás el chile, quizás el tequila. Ya no es el prolijo pasador que, antes de su transferencia, entregaba la pelota con precisión de relojero gracias a su visión del juego. Ahora, resta más que suma. 

De menos a más. No empezó bien, como si sintiera el peso de ser la gran estrella de un equipo que no ha emocionado a sus hinchas en las últimas semanas. Incluso, vio una amarilla por protestar al final del primer tiempo. También falló un gol casi seguro. Pero luego fue creciendo y logró superar a esos atrevidos neozelandeses. Pero, esta vez, el foco se lo llevaron Plata y Yeboah.

Es el nuevo Jefferson Montero, pero con patines turbo. Logró una interesante sociedad con Plata y se alternaba para cuidar su zona y hacer relevos. El primer tiempo fue bueno, pero en el segundo subió más el nivel. 

No se cansó de tirar diagonales y buscó asociarse con Yeboah y otros compañeros. Su pase para el gol de Nilson fue magistral, pues metió la pelota con tanto veneno que ningún neozelandés pudo detener su trayectoria. Luego, solamente él podía salvar a Campana (aunque al principio no se la quiso pasar, pero bue...).

Hizo un gol. Vamos a repetirlo, para que no quepa duda alguna: ¡hizo un gol! Ya podemos esperar la llegada de Nuestro Señor Jesucristo.

Entró de lateral al cambio por la emergencia, y resultó un acierto porque otorgó más dinámica que Franco y, además, sus zancadas aportaron más potencia al juego ofensivo. Quizás debió ser titular.

Hizo lo que debía ante un rival que está tres escalones abajo en calidad: saltar al campo con un esquema que traduzca en la práctica la teórica superioridad de Ecuador. Ya no es culpa suya que se hayan desperdiciado tantas opciones. Quizás que no metiera a Arévalo por su sobrepeso fue algo severo. Pero lo mejor de la noche fue el abrazo colectivo que recibió por parte de los jugadores tras el segundo gol de la Tri. Ante ese espaldarazo, ¡qué importa lo que digan los demás!