'Demon Slayer: Castillo Infinito', la película de anime que 'invade' los cines de Quito y que da para llorar de emoción
El estreno de Demon Slayer (Kimetsu no Yaiba): Castillo Infinito en Ecuador, fue motivo suficiente para que los fans del anime acudan a cines vestidos de sus personajes preferidos. ¿Qué emociones generó?

Fotografía promocional de Demon Slayer (Kimetsu no Yaiba) Castillo Infinito en la que aparece Tanjiro Kamado.
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Crunchyroll
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Como si varios jóvenes del Japón de inicios del siglo XX hubieran llegado algunas calles de Quito se sintió el estreno de Demon Slayer (Kimetsu no Yaiba): Castillo Infinito en la noche del 11 de septiembre de 2025, fecha en la que la película se estrenó en Ecuador y en América Latina.
Partes de la avenida 6 de Diciembre y del Bulevar de las Naciones Unidas poco a poco se fueron llenando de personas de todas las edades con abrigos grandes con cuadros verdes, a veces acompañado de alguna otra túnica o, en su reemplazo, algún 'hoodie' con los rostros de Tanjiro Kamada o Shinobu Kocho.
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"Alguien acá lloró", "rompí un póster", "lloré cuando vi que [NO SPOILER] murió", decían algunos de ellos cuando salían, rodeados de cuadernos, 'funkos' y ilustraciones de Demon Slayer que se vendían en las calles por la ocasión.
Dentro de la sala, como era de esperarse, todo estaba completamente lleno, lo suficiente como para que un 'demonio' llegara y se pudiera alimentar de la sangre de muchos. Es broma, pero quien sabe lo entenderá.
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Más allá de la buena animación, los efectos visuales y la banda sonora, además de las infaltables escenas cómicas que hacían que resuenen carcajadas colectivas y bromas entre personas, los conflictos que ocurrían al interior del castillo de Muzan hicieron de la experiencia un momento divertido.
Sin importar si se ha visto los arcos y las películas anteriores, se ha leído el manga o no se conoce mucho de ese mundo, lo cierto es que los conflictos que se presentan están cargados de 'golpes' a lo que uno entiende del bien y el mal, tal como Zenitsu exponía a Kaigaku para confrontarlo en un momento.
O la, quizá ilusa, persistencia de Shonibu frente a un Doma, quien es capaz de mostrar un lado compasivo con la humanidad, dentro de una infancia confusa, y que le permite a este poderoso demonio comprender la motivación de la hermana de Kanae.
Como era de esperarse, la lucha de Tanjiro no tenía manera de quedarse corta frente a Akaza.
Quizá esa fue la pelea en la que las historias personales (que fueron presentados en 'flashbacks' tal vez extensos) dieron más sentido a la persistente confrontación de ambos, más allá de la muerte.
Ver partes de la niñez de Tanjiro que daban cuenta del espíritu de lucha de este talentoso cazador de demonios, en las que, contrario al sentido común, se veía como la fuerza no necesariamente significa pasión e ira, sino comprensión y paz, contrastaba con un Akaza que desprecia todo signo de empatía y debilidad, a causa de un entorno despiadado, en el que aquellos de menos fuerza debían verse subyugados a los que tuvieran más fuerza.

La película es buena. Entretiene, asombra, hace reír y sí, puede hacer llorar. La oportunidad de entender mejor la razón de ser de cazadores, demonios y pilares (los maestros de los cazadores), como quizá no se muestra de manera tan clara a lo largo de los arcos del anime, es un gesto amable con quienes han dejado que parte de las cicatrices de los personajes entren en sus mentes y vidas.
Aunque sí, también es cierto que 'Demon Slayer (Kimetsu no Yaiba): Castillo Infinito', puede ser un poco larga y más de uno se podría aburrir a momentos, con escenas que dan la impresión de estar a un ritmo extraño.
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