Un observatorio urbano repiensa el futuro de las urbanizaciones privadas de Guayaquil
El Observatorio de la Universidad Católica de Guayaquil pondera ventajas organizativas de las urbanizaciones frente a los barrios convencionales, pero señala carencia de equipamientos básicos.

Desde a izquierda, Fernando Sánchez, Evelyn Robalino, David Cuenca, Ricardo Pozo, Susana Mizhquiri y Valentina Valenzuela, del Observatorio Urbano y Territorial de Guayaquil.
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En el área metropolitana de Guayaquil, una zona en constante expansión inmobiliaria, un modelo urbano ha florecido con fuerza: las urbanizaciones privadas. Para miles de familias, estos conjuntos cerrados con sus muros y garitas representan seguridad y un estilo de vida anhelado. Sin embargo, desde los claustros universitarios proyectan una mirada crítica sobre sus carencias y limitaciones.
El Observatorio Urbano y Territorial de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, un grupo de investigación activo desde 2017, se ha propuesto replantear el futuro de las urbanizaciones, reconociendo sus ventajas organizativas, pero también sus puntos más flacos.
El modelo deja por fuera usos de suelo (el uso comercial, por ejemplo) y tiene limitaciones respecto a equipamientos urbanos básicos de proximidad (servicios de salud, educación, recreación, transporte público) esenciales para el bienestar de los habitantes, resumen los investigadores.
“Es imposible creer que vamos a derribar los muros, sí es posible repensar las urbanizaciones para hacerlas mucho más sostenibles y resilientes".
Ricardo Pozo, coordinador del Observatorio Urbano.
El arquitecto Ricardo Pozo, coordinador del Observatorio y director de la carrera de Arquitectura de la Universidad Católica, dice que la urbanización privada se contrapone al ideal teórico que se enseña en las aulas, que suele ir en contra de la segregación y la privatización del espacio público.
Pero en su vida profesional, los arquitectos se ven abocados a diseñar urbanizaciones cerradas por su alta demanda, pues los índices de inseguridad -Guayaquil está entre las ciudades más violentas del mundo- legítima este modelo incluso para estratos socioeconómicos medios y medio-bajos, dice Pozo.
Las investigaciones se centran en las experiencias de la vía a la Costa, el oeste Guayaquil, donde se han desarrollado 114 urbanizaciones que albergan a 100.000 personas, según datos de la Alcaldía. Las parroquias La Aurora (Daule) y La Puntilla (Samborondón) son otros polos de desarrollo.
El observatorio desarrolla dos líneas principales de trabajo: investigación científica desarrollada por docentes que resulta en artículos, publicaciones y ponencias y docencia práctica a través de materias como Teoría del Urbanismo, Diseño de Espacios Públicos y Diseño de Urbanizaciones.

Desconexión con entorno y necesidades
Una de las principales deficiencias detectadas es la calidad de las áreas verdes. A pesar de que se suele cumplir con el mínimo del 10% de superficie destinada a estas zonas, muchas no se relacionan con el ecosistema local, como el manglar o el bosque tropical seco, siendo solo ornamentales.
Valentina Valenzuela, egresada de Arquitectura y quien trabaja una tesis en el Observatorio, cuestiona el diseño de espacios públicos pues ignoran análisis bioclimáticos y las necesidades de los habitantes.
Ella sostiene que un área verde no debe limitarse a arbustos o palmeras con césped ornamental, sino ofrecer infraestructura para actividades activas y pasivas, con vegetación adecuada para brindar sombra y confort térmico (con especies vegetales endémicas que se integren al entorno).
Según Valenzuela se requiere ajustar los diseños a cambios climáticos, a necesidades sociales de los habitantes con un enfoque inclusivo y a principios de economía circular, que promuevan por ejemplo el reciclaje. Estos conjuntos deberían aprovechar sus ventajas organizativas frente al barrio tradicional.
"Deberías tener servicios disponibles a 500 metros de distancia peatonal. Pero en las urbanizaciones tienes que tomar el carro para encontrar una tienda o hasta para la peluquería del perrito".
Fernando Sánchez, estudiante de arquitectura.
Otro punto crítico es la escasez y dispersión de equipamientos y comercios. Fernando Sánchez, integrante del Observatorio y tesista junto a Evelyn Robalino, plantea que su investigación busca establecer lineamientos para que urbanizaciones ya consolidadas en la vía a la Costa puedan transformarse de manera gradual, a partir de la participación activa de sus propios habitantes.
La idea -dice- no es imponer un diseño desde la visión del arquitecto, sino entregar herramientas para que los residentes de urbanizaciones como Porto Alegre definan cambios según sus necesidades.
En la vía a la Costa detectaron carencias importantes de equipamientos comunitarios -entendidos como espacios y servicios de uso cotidiano-, lo que obliga a los vecinos a depender del vehículo incluso para compras básicas o servicios menores como peluquerías o cuidado de mascotas. La falta de comercios internos, prohibidos en las urbanizaciones, incrementa además nuestra huella de carbono, dice.

De 20 a 100 microemprendimientos por urbanización
Susana Mizhquiri, una investigadora junior del observatorio, dice que como parte del trabajo se han realizado levantamientos macros de información en la vía a la Costa y en las parroquias urbanas de La Puntilla (Samborondón) y La Aurora (Daule).
En la vía a la Costa se enfocó en identificar qué equipamientos existían y cuáles faltaban, así como analizar el uso de suelo en una zona ubicada entre lo urbano y lo rural.
Gran parte del territorio presenta un uso de suelo rural de expansión urbana. Esta clasificación genera contradicciones, considerando la presencia de 16 comunas que podrían ser absorbidas por el crecimiento urbano al suroeste de Guayaquil donde se proyecta construir el nuevo aeropuerto de Daular.
Mizhquiri y Pozo señalan lo irónico de disponer uso comercial en decenas de plazas comerciales, parqueaderos con negocios sobre la vía principal, mientras que no se permiten usos comerciales al interior de los conjuntos cerrados. Esto genera mayor congestión vehicular en la vía principal.
"El observatorio trabaja actualmente en el concepto de 'metabolismo urbano' para evaluar la huella ecológica de las urbanizaciones cerradas y proponer mejoras al modelo".
Ricardo Pozo, coordinador del Observatorio Urbano.

Una de las mayores revelaciones del mapeo realizado entre marzo y mayo pasado en sectores como La Aurora fue el descubrimiento de numerosos microemprendimientos dentro de las urbanizaciones.
Cada urbanización alberga entre 20 y 100 pequeños negocios que incluyen tiendas, servicios de comida, enfermería y venta de ropa, operando desde viviendas sin uso de suelo comercial formal. Este fenómeno se intensificó durante la pandemia y refleja una necesidad de servicios de cercanía disponibles a distancia peatonal, dice Mizhquiri.
La investigación utilizó herramientas como Google Maps y geovisores para identificar tanto negocios formales como microemprendimientos informales -se identificaron más de 1.000 equipamientos en toda La Aurora y La Puntilla-.
El disponer de uso de suelo mixto (comercial) al interior de las urbanizaciones es más sencillo si se planifica desde el diseño del proyecto, dicen los investigadores, pero simplemente no se suele incorporar porque los clientes priorizan la demanda del uso residencial.
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