Navidad en Guayaquil | Vecinos se turnan para cuidar los pesebres en sus barrios por la inseguridad
La violencia le pasa factura a la Navidad. Sin embargo, aún hay comunidades que elaboran los tradicionales nacimientos con piezas recicladas y compradas, y se turnan para cuidarlos. Esto pasa en Guayaquil.
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La inseguridad convirtió a este 2025 en el más violento de la historia reciente de Ecuador y el impacto también se refleja en la cantidad de pesebres navideños que, en menor cantidad, luchan por no sucumbir ante la delincuencia en Guayaquil.
A diferencia de años anteriores, pocos son los nacimientos que se observan en las esquinas de la ciudad, con sus cerramientos pintados de verde y rojo, el árbol iluminado y José y María entre la paja rodeados de ovejas, burritos, vacas, el buey y la mula.
“Mi abuela nos incentivaba, cada calle ponía un pesebre en exteriores. Había calles en las que había cuatro pesebres, dependiendo del entusiasmo de la gente, eso integraba al barrio, se compartía mucho en el momento del montaje, luego para turnarse y cuidarlo en las noches”.
Gustavo Rivadeneira, gestor cultural
Como dirigente comunitario del Barrio del Salado, en el centro de Guayaquil, Rivadeneira lamenta que pocos sectores se organicen para elaborar el tradicional nacimiento y lo atribuye a la inseguridad que vive la ciudad. “Sería descabellado permanecer en la noche y la madrugada cuidando el árbol y los pesebres en las calles con los peligros que hay en estos momentos, los índices delictivos son elevados”, comentó el dirigente.

Pese a ello, en sectores del sur de Guayaquil, como la 13 y Maldonado, Gabriel Sánchez, de 51 años, se sienta en una esquina, junto al pesebre, para cuidar las luces y adornos que rodean a la sagrada familia. En el barrio esta tradición se cumple desde hace décadas, incluso se elige a la madrina del niño Jesús para que lo lleve durante la misa del 24 de diciembre.
“Este pesebre tiene más de 50 años y seguirá, todos los años hacemos esto. Las piezas las guardamos en cartón, las llevo a mi casa y las guardo hasta el próximo año, también damos caramelos y juguetes para los niños el día de Navidad”.
Gabriel Sánchez, morador
En la esquina de las calles Machala y Chambers, en el sur de Guayaquil, los moradores cuentan orgullosos el esfuerzo de construir, pese a la inseguridad de la zona, un nacimiento que ilumina las noches, y que, fundamentalmente, evoca que es “época de solidaridad, de unión, de amor”.
“Queremos fomentar los valores, que no deben perderse nunca, a pesar de los problemas del país, queremos que nuestros hijos siempre tengan en su corazón la solidaridad, el respeto, el amor al prójimo”, comentó Martha Pineda, una maestra jubilada de 60 años.
Este nacimiento, elaborado con madera y mallas, tiene una pequeña puerta de entrada que saluda a los transeúntes con un mensaje de ‘Feliz Navidad y próspero Año Nuevo’.

La construcción del nacimiento es un esfuerzo que reúne a los vecinos más colaboradores de los barrios, pero en un rincón del suburbio oeste de Guayaquil convoca, literalmente, a todos. Desde la distancia, la gran cantidad de arcos de luces en las aceras de cada casa invitan a los ciudadanos a visitar la calle C, entre la 27 y la 28, llena de música, color, brillo y Navidad.
No solo en las puertas, ventanas y balcones destellan las luces de colores, hasta las plantas de los jardines se transforman con motivos navideños y un toque renovado de pintura embellece las fachadas de la vecindad, que en las noches saca sus sillas a la vereda a recibir el viento fresco en medio de la festiva decoración y el ‘corre corre’ de niños que juegan entre amigos.
“Nosotros tratamos de inculcar esto a las nuevas generaciones, de llevar el espíritu navideño, los niños disfrutan la ilusión de ver los rincones navideños, ya tenemos 8 años, cada año se aumenta, estamos poniendo telones navideños, cajas de regalos”.
Walter Vera, de 48 años.

A dos cuadras de un ramal del estero salado, la calle C resalta por su belleza y organización, pero también por su seguridad. Ahí, dice Vera, nadie pasa ‘mala noche’ cuidando el pesebre, sus piezas o los adornos, ahí la misma gente respeta y atesora este barrio suburbano: “usted puede pasar a las tres o cuatro de la mañana y esto sigue prendido”.
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