Las muertes por accidente viales aumentaron un 23% en Guayaquil ¿Cómo se ubica la ciudad en la región?
Según el alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, la falta de fotorradares de velocidad ha contribuido a elevar la mortalidad en las vías. Expertos señalan otras causas y piden medidas más allá de las multas.

Imagen referencial de un siniestro de tránsito con una persona fallecida atrapada en la avenida del Bombero, en el sector deLos Ceibos, al oeste de Guayaquil, el 28 de octubre de 2025.
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Bomberos Guayaquil
Autor:
Redacción primicias
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Entre enero y octubre de 2025, en las vías de Guayaquil perdieron la vida 250 personas, 48 más que en el mismo período de 2024, según datos del Observatorio de Movilidad de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM).
Este incremento del 23.76% ha encendido las alarmas sobre la seguridad vial en la ciudad y genera un debate sobre las causas y responsabilidades detrás de las estadísticas.
El alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, atribuye directamente este repunte a la suspensión de 42 fotorradares de velocidad, que llevan sin operar desde abril de 2025 por orden de la Agencia Nacional de Tránsito (ANT). "Tenemos un problema estructural: no hay radares. El Gobierno Central no define el nuevo modelo", apuntó el alcalde tras una reciente sesión del Concejo Cantonal de la ciudad.
Alvarez describió la situación como “un desastre” debido al descontrol de conductores que manejan a toda velocidad por las calles, agregando que “Guayaquil tiene la tasa más alta de mortalidad por siniestros viales de toda Latinoamérica”.
La última afirmación no coincide con los datos disponibles. Guayaquil registra en 2025 una tasa de 9.4 muertes viales por cada 100,000 habitantes. Esta cifra es inferior a la registrada por Lima, Perú, en el primer semestre del año, que alcanzó 16 muertes por cada 100,000 habitantes, con 1,668 fallecidos.
Incluso Quito registra una tasa superior a la de Guayaquil, entre enero y octubre de 2025, con 283 fallecidos, 10,6 por cada 100.000 personas.
El Municipio de Quito anunció la semana pasada controles preventivos, campañas de concientización, restricción de vehículos pesados, un programa de ‘Conductor Elegido’ y la instalación de radares preventivos y pedagógicos, con el apoyo de la iniciativa filantrópica Bloomberg.
“La siniestralidad ha venido incrementándose en todo el mundo, en especial en los motociclistas en la región y el principal factor de riesgo es la velocidad. Es una preocupación mundial.”
Pamela Villacrés, Iniciativa Bloomberg Philanthropies.
Un año y medio sin fotorradares
- Las fatalidades viales en Guayaquil venían creciendo a un 20% anual, pero en 2024 la ciudad logró revertir la curva, recudiendo en un 7% las muertes en las vías, un logro que se borró en 2025.
- En contraposición a la mortalidad vial, el número de siniestros de tránsito en Guayaquil apenas creció un 2,57% entre enero y octubre de 2025, con 3,789 casos frente a los 3,694 del mismo período de 2024.
- Los radares de velocidad comenzaron a ser suspendidos en todo el país desde agosto de 2023, pero la situación se agravó en abril de 2025 cuando la ANT emitió un nuevo reglamento que exigía un certificado de calibración de los radares, que los municipios no han logrado cumplir.
- Según la ANT, la responsabilidad recae en las municipalidades, llamadas a renovar o a calibrar los dispositivos tecnológicos de detección de infracciones, y también a ejecutar -entre tanto- los controles de tránsito respectivos para prevenir los siniestros.

Municipio niega interés recaudatorio
El alcalde Alvarez negó que haya intereses recaudatorios en su reclamo por la inhabilitación de radares de velocidad, señalando que producen USD 13 millones anuales a la ATM, menos que en administraciones anteriores, según explicó. Antes de la actual administración municipal, la agencia municipal de tránsito recaudaba más de USD 20 millones al año por el concepto de las fotomultas.
La ATM anunció esta semana que amplió la cobertura de sus cámaras de monitoreo para detectar e imponer infracciones. Las sanciones se centran en prevenir el bloqueo de intersecciones o el estacionamiento en doble columna, que afectan la movilidad y elevan el riesgo de siniestros.
La iniciativa internacional Bloomberg para la Seguridad Vial Global, que colabora con Guayaquil, sugiere implementar una política integral de reducción de velocidad en siete avenidas que concentran casi la mitad de las muertes viales. Esto supone reducir la velocidad de hasta 90 a 50 kilómetros por hora.
Expertos proponen medidas
Alejandro Chanabá, máster en transporte y docente investigador de la Espol, indicó que la ausencia de dispositivos tecnológicos de control de velocidad está lejos de ser el único factor determinante en el problema, en medio de un incremento sostenido del parque automotor en Guayaquil.
“Los radares actúan sólo como elementos disuasivos y su efecto es limitado si no existe una estrategia integral y campañas de reeducación vial para conductores y peatones”, anota. La crisis exige una respuesta coordinada entre gobierno, municipios y ciudadanía, dijo.
El catedrático señala que el número de motociclistas se duplica cada año, sin contar con usuarios de motos eléctricas que circulan sin ningún tipo de seguridad ni regulación, a través de ordenanza. Se trata de uno de los factores que está elevando la conflictividad vial, dijo.

Alberto Hidalgo, urbanista especialista en movilidad, advierte que las personas que fallecen en las vías son principalmente peatones, ciclistas y, cada vez más, motociclistas, que hoy representan el 46% de las víctimas mortales “debido a conductas temerarias y exceso de velocidad”.
Aunque reconoce que la ausencia de radares de control influye en la crisis de fatalidades en las vías, dice que la solución no puede limitarse a la fiscalización por medios tecnológicos y llama a intervenir en la infraestructura, pues los diseños de ciertas vías “invitan a acelerar”.
Hidalgo, miembro del colectivo Masa Crítica, recalca que los siniestros viales constituyen un problema de salud pública: son la segunda causa de muerte en el país después de los homicidios, por lo que se han comenzado a considerar como una “pandemia silenciosa” y, a menudo, “normalizada”.
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