El Fin de Año ya se vive en Guayaquil: la tradicional '6 de Marzo' se llena de monigotes
La calle 6 de Marzo en Guayaquil comenzó a llenarse de monigotes coloridos, aunque los artesanos reconocen que este año se producen menos 'Años Viejos' porque el costo del papel ha subido.

Artesanos de la 6 de Marzo exponen las estructuras base de los monigotes sobre las veredas, listas para el proceso de pintura, 3 de diciembre de 2025.
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Falta menos de un mes para Navidad y Fin de Año, fechas de feriado en Ecuador, y la tradicional calle 6 de Marzo ya empezó a tomar forma con sus grupos de monigotes alineados en las veredas, listos para su venta en Guayaquil y luego quemarlos el 31 de diciembre.
Mientras en los talleres, muchos de ellos improvisados en patios, portales y garajes adaptados del surbubio de Guayaquil, los artesanos trabajan sin pausa. Detrás del colorido inicio de temporada, ellos hablan de un año más difícil de lo habitual.
El principal golpe vino del costo del material. El papel periódico —base de la mayoría de monigotes— se encareció.
“Hace unos cinco años un quintal costaba USD 5, ahora cuesta USD 60”, cuenta Carlos González, artesano con más de 30 años en el oficio. Explica que el periódico escasea, algunos comerciantes lo acaparan y el precio se dispara.
“La gente cree que esto es soplar y hacer botellas. Dicen ‘es solo papel’, pero es papel que cuesta”.
Carlos González, artesano de Guayaquil.
A esto se suma el precio de la pintura, los moldes y otros insumos que también subieron. Para muchos, producir monigotes este año significó endeudarse. González lo admite sin rodeos: “Muchos de nosotros nos endeudamos para comprar el material, y una parte de lo que hagamos se nos va en pagar el préstamo y sus intereses”.

Monigotes no tan 'gigantes'
Si hay algo que distingue a la calle 6 de Marzo y el resto de zonas del Suburbio, donde se venden 'Años viejos', son sus monigotes gigantes, pero que este 2025 redujeron su estatura.
Varios artesanos coinciden en que este año la producción cayó. Algunos, como Steward Reyes, no pudieron fabricar durante todo 2025 y recién en noviembre retomaron el trabajo.
“La gente compra por tradición, pero también está la situación económica. Muchos prefieren ropa, deudas o comida antes que un monigote”, afirma Reyes.
Otros sí lograron trabajar desde mitad de año, pero con menos volumen. John Paredes, artesano con más de cuatro décadas de experiencia, solía hacer 130 monigotes por temporada; este diciembre alcanzó apenas 108.
“El material está caro. Yo hago moldes desde mayo, pero este año todo subió. Los monigotes grandes de tres metros no pude hacerlos”.
John Paredes, artesano en Guayaquil
Una situación similar enfrenta González, quien normalmente fabricaba más figuras, pero este año redujo su producción a 60 monigotes pequeños y 10 grandes. “Los materiales están carísimos y el negocio es durísimo. Ya no se gana como antes”, dijo.

En varios talleres, trabajadores explican que algunos colegas incluso dejaron de fabricar por completo ante el costo del periódico.
Una tradición que se mantiene pese a todo
Aunque muchos artesanos dependen de esta actividad para cerrar el año, la mayoría combina el oficio con otros trabajos. Paredes repara puertas de autos; y González fabrica por encargo y trabaja por temporadas.
Mientras que Miriam Becerra, artesana desde hace tres años, se alterna entre la fabricación de monigotes y la venta de ropa, cariocas o artículos festivos, según el mes.
“Esta es la actividad más fija que tengo”, dice Becerra mientras termina de revestir un monigote. “En los otros meses se vende cosas para carnaval, San Valentín o el Día de la Madre… aquí trabajamos por temporadas”.
Pese a la dificultad, la demanda comienza a moverse. Becerra explica que los clientes llegan antes de Navidad: “La gente ya empezó a venir. Yo ya he vendido como cuatro y seguimos trabajando sin descansar”.
Monigotes pequeños de USD 15 o 20, figuras de 1,40 metros entre USD 35 y 40, gigantes de hasta cuatro metros que pueden costar más de USD 500: la oferta sigue viva, aunque con mucho esfuerzo y sacrificio, señalan los artesanos.
La 6 de Marzo vuelve a encenderse, pero este año lo hace con menos producción, materiales más caros y artesanos que luchan contrarreloj, y a veces contra las deudas, para mantener una de las tradiciones más queridas de Guayaquil.
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