En sus Marcas Listos Fuego
Dime a quién apoyas y te diré quién eres

PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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La alegría de enterarme del Nobel de la paz otorgado a María Corina Machado fue inmediatamente reemplazada por la ternura que me causó ver a sus detractores enloquecer, porque la izquierda chavista perdió el temple y el tesón. ¿Qué pasó, criaturitas?
Yo les voy a decir lo que pasó. Sucede que ustedes, los detractores de este Nobel de la Paz, están enfurruñados y llenos de envidia (su motor de vida) porque María Corina Machado representa la oposición.
¿La oposición a qué? A todo lo que son ustedes, a todo lo que predican y a todo lo que idolatran.
Es que les duele, adoradores del crimen, que una mujer de la talla moral de María Corina haya sido galardonada por oponerse a la dictadura de quien ustedes apoyan ciegamente.
Por eso hoy les voy a explicar lo que ustedes apoyan, a quién apoyan y las razones por las cuales no me dan asco, sino pena.
Les duele que María Corina se enfrente, de frente, a la hiperinflación 48% (2025) venezolana que tiene sumida a su país en la pobreza más ensordecedora y cruel.
Les duele que María Corina se oponga a la precariedad laboral del pueblo venezolano, donde más de la mitad del país vive en la pobreza.
Les duele que a María Corina le duela una migración masiva sin precedentes. Desde 2015 han salido de su país 7,7 millones de venezolanos, quienes viven desperdigados en cunetas clamando por un pan.
Les hiere a muerte que María Corina se oponga a vivir en uno de los países más corruptos del mundo (ocupa el tercer lugar), donde los únicos millonarios son Maduro, Diosdado y su séquito de criminales.
Les hace remezón que María Corina se perturbe ante los millonarios escándalos de corrupción de PDVSA, en los que se feriaron USD 21,2 millones.
Les enardece que a María Corina se le rompa el corazón ante los cientos de presos políticos que hacinan las cárceles de Venezuela.
Es que les mata lentamente que María Corina reclame públicamente ante lo evidente e incontrovertible: Maduro y su régimen están siendo investigados por delitos de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional.
Les aterroriza que María Corina revele el patrón de persecución que vive Venezuela. La Misión de la ONU ya ha documentado, en demasía, la represión intensificada y el uso de desapariciones, tortura y detenciones arbitrarias como herramientas políticas.
Les aplasta psicológicamente que María Corina hable sobre las casi 18.000 muertes (en extrañas condiciones) que el gobierno de Maduro intenta maquillar. Es que a ustedes la sangre de los inocentes les excita.
Les da taquicardia cuando María Corina menciona el gran fraude electoral del 2024, donde el pueblo venezolano masivamente votó en contra de Maduro, pero con actas “desaparecidas” el busero casi analfabeto se quedó en el poder.
Les da tirria ver como María Corina apoya el periodismo libre, en un país clasificado por Freedom House 2025 como un país “No Libre”.
Les da terror que María Corina ponga el pecho ante un régimen que lidera el Cartel de los Soles. Un gobierno de narcotraficantes procesados en Estados Unidos y cuyas cabezas tienen millonarias recompensas internacionales.
Les hiere, alimañas, que sean ustedes, Nicaragua, Rusia y Cuba, los únicos imberbes que reconocen la legitimidad del gobierno del dictador.
Por eso, el Nobel de la Paz a María Corina es mi gran disfrute y se los restriego en la cara, porque representa mucho más que un galardón para ella. Representa un reconocimiento internacional de la existencia del gobierno criminal al que ustedes respaldan.
Rojos de pacotilla, idólatras del crimen y el autoritarismo, sigan mendigando un Nobel, que quizá un día, en una dimensión desconocida, algún loco invente el trofeo a la desdicha, la mediocridad, el fanatismo a la corrupción y a la narcofilia.
Hasta eso, sigan llorando, que quienes amamos la libertad, en este momento de justicia poética, nos seguiremos riendo de todos ustedes.