Tablilla de cera
La Academia Ecuatoriana cumple 150 años en la era de la IA

Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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Siglo y medio de vida tiene la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Este 4 de mayo se cumplirán 150 años exactos desde cuando, en 1875, seis literatos, que previamente habían sido nombrados académicos correspondientes de la española, se reunieron en la casa del mayor de ellos, Pedro Fermín Cevallos, para fundarla.
Llegaron Julio Zaldumbide, Belisario Peña, Francisco Javier Salazar, Pablo Herrera y José Modesto Espinosa, quien actuó como secretario. Estuvieron ausentes otros tres miembros nombrados por la RAE: uno se hallaba fuera del país, Antonio Flores Jijón; uno en Guayaquil, Julio Castro, y el otro en Ambato, Juan León Mera.
Es la institución cultural más antigua del país, y ha pasado por muchos avatares, pero los años no la han anquilosado. Al contrario: es una entidad activa, productiva, en permanente actualización.
Por ejemplo, en los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha avanzado a pasos agigantados, y la AEL, con los escasos recursos que recibe (cuando los recibe) del Estado, ha dado su aporte en los esfuerzos para asegurar la autonomía tecnológica y fomentar la cultura lingüística de la IA.
El caso más emblemático es Alia, el primer gran modelo de lenguaje (Large Language Model, LLM) desarrollado específicamente para el español y sus variantes regionales.
Alia fue lanzado en enero de este año por el gobierno español como parte de la estrategia para crear una infraestructura pública y abierta de IA. El proyecto contó con la colaboración del Barcelona Supercomputing Center, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), de la cual la AEL es miembro, lo que garantizó que el modelo fuera entrenado con datos de alta calidad y reflejara fielmente las particularidades del español europeo y latinoamericano.
La principal característica de Alia es su código abierto, permitiendo que empresas, universidades e instituciones públicas lo adapten y utilicen en diferentes ámbitos, desde chatbots y asistentes virtuales hasta aplicaciones en el área de la salud y en la gestión pública.
Alia y modelos regionales en América Latina, impulsados por universidades y centros de investigación, posicionan al español entre los idiomas con mayor respaldo en IA, garantizando que la tecnología respete y valore la diversidad lingüística y cultural del mundo hispano, lo que fortalece a la vez la soberanía digital de los países hispanohablantes.
Uno de los enfoques de mayor relieve ha sido la adaptación de modelos globales al contexto latinoamericano, incorporando corpus locales que reflejan el uso del español en diferentes países de la región, así como expresiones de lenguas indígenas y registros coloquiales. Este trabajo no solo mejora la precisión y la utilidad de los modelos para usuarios locales, sino que también protege el patrimonio lingüístico y cultural que muchas veces queda relegado en las grandes plataformas internacionales.
En esta ingente (y urgente) tarea, la Academia Ecuatoriana de la Lengua ha hecho su parte, en primer lugar, recopilando el Corpus del Habla del Ecuador (alojado en corpha.ec), un corpus sincrónico y diatópico del español de nuestro país que está en línea —y disponible al público— desde julio de 2016. Y que se sigue enriqueciendo.
¿Qué es un corpus? Un conjunto lo más extenso y ordenado posible de datos o textos científicos, literarios, etc., que pueden servir de base a una investigación.
El CORPHA contiene textos escritos por ecuatorianos no solo en obras literarias sino en publicaciones de prensa, páginas web y redes sociales, desde 1900 hasta la actualidad.
Con seguridad, hoy contiene más de 10 millones de palabras. ¿Sabía usted de su existencia?
Los textos se escanean y las de formato digital se copian y pegan, con la colaboración de estudiantes de lingüística, para ponerlos en el repositorio.
El CORPHA busca “enriquecer el conocimiento de los ecuatorianos sobre la variedad del español hablada en nuestro país”. Además, refleja el contexto en el que se utiliza nuestra lengua, el uso que sus hablantes hacen de ella.
Les invito a que entren en la página web (puede ser también a través de la de la AEL: https://www.academiaecuatorianadelalengua.org/corpha-ec-2/, y buscar palabras por autor, por período determinado o por región geográfica, en forma independiente, combinada o simultánea.
El Ecuador no tiene un programa nacional de IA, pero cuando lo tenga, el componente dedicado al idioma ya está adelantado con el Corpus del Habla Ecuatoriana.
Para conmemorar su sesquicentenario, la AEL desarrolla desde el año pasado un programa de actos académicos, siendo el primero el 17º Congreso de la ASALE celebrado en noviembre.
Cerca de 80 personas, delegadas de las 23 academias existentes, incluidas la Real Academia Española, las de los países de Hispanoamérica y las de Filipinas, Guinea Ecuatorial y Estados Unidos, se congregaron en Quito para evaluar los trabajos que se realizan en conjunto, entre otros, los vinculados a la Inteligencia Artificial.
Descollante acto académico del sesquicentenario fue el simposio “La Academia Ecuatoriana y la formación del Estado nacional”, organizado por la AEL y el Colegio de América de la Universidad Andina Simón Bolívar, compuesto de cuatro sesiones que se cumplieron el 15 y 16 de este mes, cuando historiadores y literatos presentaron y discutieron 14 ponencias.
A su vez, el pasado día 23, se lanzó el Diccionario Académico de Ecuatorianismos, obra máxima de la lexicografía ecuatoriana y producto de más de 10 años de trabajo de la AEL (y que se respalda en el CORPHA, mencionado más arriba).
Este maravilloso diccionario comenzó a circular en noviembre, durante el Congreso de la ASALE, pero esta vez se hizo la presentación para el público nacional.
El mismo día se inauguró, en la sede de la academia, la exposición de Lexicografía Ecuatoriana, que muestra de manera didáctica cómo se realizan las tareas del área; expone varios libros publicados por los académicos (Luis Cordero, Carlos Joaquín Córdova, Susana Cordero de Espinosa, Fernando Miño-Garcés) o no académicos (como Elkin Araujo). Incluye, además, una pieza muy especial: el fichero, con su imponente mueble de madera, con el que trabajó (hasta que apareció la computadora) el gran lexicógrafo Dr. Fernando Miño-Garcés, recientemente fallecido.
Ayer, en cambio, los miembros de la AEL nos trasladamos a Ambato para rendir homenaje a dos figuras clave en la fundación de la academia: Pedro Fermín Cevallos y Juan León Mera. El homenaje se extendió a un contemporáneo de los dos, que merecía estar en la academia pero que nunca ingresó: Juan Montalvo.
Depositamos sendas ofrendas florales en los mausoleos de Mera y Montalvo y al pie del monumento de Pedro Fermín Cevallos, y tuvimos una sesión solemne, organizada en conjunto con la municipalidad ambateña, en el recién inaugurado Museo de la Ciudad “Hambatu”.
Rememoré la historia de la fundación, cuando Mera presidió la junta preparatoria del 15 de mayo de 1874 y Cevallos la inaugural del 4 de mayo de 1875, siendo el primer director de la AEL hasta 1892. Francisco Proaño, director de la academia, y Julio Pazos hicieron el panegírico de los tres ilustres ambateños.
La Academia Ecuatoriana celebrará en Quito el martes 6 de mayo la solemne sesión conmemorativa de su sesquicentenario, en el hermoso refectorio del convento de Santo Domingo. Han anunciado que entregarán reconocimientos la municipalidad de Quito, el ministerio de Cultura y la embajada de España, entre otros.
Nada ha detenido a la academia, y quienes nos honramos de pertenecer a ella procuramos seguir, con nuestras limitaciones, la ruta en beneficio de la cultura del Ecuador trazada por sus fundadores y los grandes intelectuales que han sido sus miembros a lo largo de estos 150 años.