Tablilla de cera
US NAVY: si de verdad quieren combatir el narcotráfico, están en el mar equivocado

Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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El despliegue de una flota de gran capacidad de fuego en el Caribe frente a Venezuela, cuya primera acción fue hundir una lancha y matar a sus 11 tripulantes, ha sido descrita como una operación antidrogas.
Pero, la propia DEA, el máximo organismo de EE. UU. encargado de luchar contra ellas, dice en su informe anual de 2025, que 84% de la cocaína incautada en las fronteras de los Estados Unidos es producida en Colombia.
Es interesante cómo lo determina: el sofisticado Cocaine Signature Program (CSP) de la DEA proporciona datos científicos e información sobre esta droga. Uno de sus métodos es el análisis en laboratorio de muestras de cocaína que cada año le envían todos los cuerpos policiales y agencias de EE. UU., y también de otros países, en los que determina pureza, elementos de mezcla, solventes empleados en su fabricación y origen geográfico.
Venezuela no es un país productor de cocaína, y aunque algo se trafica a través de su territorio, las rutas desde Colombia, Perú y Ecuador por el Pacífico representan 87% de la cocaína que ingresa a Estados Unidos, de acuerdo con la oficina de las Naciones Unidas contra el Crimen y el Delito (UNODC).
Por lo tanto, si el principal objetivo de la marina estadounidense es, como se ha dicho, bloquear el transporte marítimo de cocaína a Estados Unidos, su flota está en un océano completamente equivocado.
Vengan a este lado, pongan esa capacidad de fuego, esos destructores, esos portaviones, ese submarino, esos helicópteros y esos drones en el Pacífico y van a ver cómo cortan el narcotráfico.
El Gobierno de EE. UU. sabe muy bien las rutas que desde los países andinos siguen las embarcaciones para llegar a Centroamérica y México para luego ingresar a los EE. UU. y abastecer a los más de 5 millones de cocainómanos que allí pagan por la droga. He aquí el mapa de las rutas del tráfico publicada por la oficina de la ONU.

Por eso, también se han multiplicado las dudas sobre lo que sucedió con la lancha hundida por EE. UU. con un dron, cuando mató a sus 11 ocupantes.
Como dice Joshua Collins, periodista especializado en carteles de narcotráfico, El Tren de Aragua no es traficante internacional de drogas, y aunque las autoridades de EE. UU., como el secretario Rubio y el presidente Trump, digan que el bote transportaba drogas y que pertenecía al Tren de Aragua, Collins y otros analistas abrigan muchas dudas al respecto. Es que, en realidad, no hay prueba alguna que respalde esas afirmaciones.
Collins señala incluso las contradicciones: primero Rubio declaró que la lancha se dirigía a Trinidad y Tobago, pero Trump lo contradijo enseguida asegurando que iba a Estados Unidos. Al otro día, Rubio se desdijo y declaró que el bote “eventually”, es decir, al final, se dirigía a EE. UU.
(Nota para los amigos del idioma: "Eventualmente" no significa lo mismo que "eventually". Es lo que decimos un falso amigo. El adverbio español eventualmente significa incierta o casualmente; “eventually” debe traducirse por finalmente, al final (de cuentas), a la larga, tarde o temprano).
En la ausencia de pruebas concretas, la especulación siempre crece, como en este caso. Una pregunta obvia es: si el bote llevaba droga, ¿por qué iba tanta gente a bordo? ¿Por qué un narcotraficante va a preferir llevar pasajeros en vez de aumentar la valiosa carga? ¿No sería más bien una de las lanchas que lleva migrantes a Trinidad y Tobago para que sigan por mar a EE. UU. y por eso es que había tanta gente a bordo en una embarcación de poca capacidad?
Si era eso, o un buque de pesca o un bote de recreo no lo sabremos nunca. Pero hay el otro aspecto a considerar: el Tren de Aragua no es una organización de narcotráfico. Lo dice InSightCrime, en un trabajo tras tres años de investigación, que, además, concluye que el Tren carece de las capacidades logísticas y los contactos comerciales para transportar drogas a lo largo de 3.200 km hasta las costas de EE. UU. y vender lo que deberían ser toneladas de cocaína.
La propia DEA lo dice. Dado que el Departamento de Estado declaró al Tren de Aragua como organización terrorista, la DEA tiene la obligación de informar sobre sus actividades. Y justamente en el mismo informe citado al inicio, la DEA dice que la actividad relacionada con narcóticos del Tren de Aragua es distinta: “se realiza sobre todo a nivel de calle y comprende la venta de tusi en mercados regionales específicos”.
Tampoco parece muy cierto aquello de que Maduro controle el Tren de Aragua para “invadir” EE. UU., tal como dice Trump. Y la afirmación contraria no es mía ni del periodista Collins. Lo dice el Consejo Nacional de Inteligencia en un informe de abril (que resume información de las 18 agencias que forman parte de la comunidad de inteligencia de EE. UU.) en que repetidamente asevera que no hay evidencia de coordinación entre el Tren de Aragua y ninguna autoridad principal del gobierno de Maduro.
Lo que sí dice es que la actitud permisiva del gobierno de Maduro hizo que los carteles y pandillas, muchos provenientes de Colombia, se expandan sin control.
Historia conocida, ¿no? Lo mismo pasó aquí durante el correato. Y, por cierto, José Serrano, de quien estamos hablando estos días, tuvo un papel clave y, probablemente, lucró de ello.
“No me importa lo que diga Naciones Unidas”, dijo Rubio en la conferencia de prensa en el Palacio de Gobierno, en respuesta a un periodista. “Las Naciones Unidas no saben de lo que estamos hablando”.
Y probablemente sea así. No lo sabe la ONU ni nadie, porque esta nueva fase, con la matanza en medio del mar, en vez de la interdicción tradicional (detener a la lancha, inspeccionar su carga, pedir documentos) es desconocida.
Y, como muchos sospechamos, el mayor despliegue naval de los EE. UU. en Sudamérica en 80 años no tiene nada que ver con el control de drogas sino que busca otros objetivos en Venezuela.
¿Escalará la presión sobre Maduro? ¿Van a haber ataques con misiles a “blancos” supuestamente de carteles dentro del territorio venezolano? Eso dicen rumores de militares estadounidenses, como lo reportó CNN.
¿Será el objetivo último, sumado al aumento a US$ 50 millones de la recompensa por Maduro, que haya una fractura interna, le entreguen al dictador y se cambie ese régimen?
¿O es solo una actividad de propaganda a gran escala para construir la percepción de que Trump y Rubio están decididos a actuar contra las drogas y el terrorismo? Si es algo más que un show publicitario, si realmente quieren combatir el narcotráfico, si la designación de organizaciones terroristas a Los Choneros o a Los Lobos tienen algún sentido, lo veremos pronto.