Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
Miles de ecuatorianos tienen que pagar a las mafias por el pecado (no cometido precisamente por ellos) de no tener un Estado que les asegure las condiciones mínimas de vida.
Marcela Holguín y los otros recién camiseteados de la Asamblea no se desampararon de su antiguo líder (claramente ya rayado e inservible) hasta encontrar un nuevo amo.
Nadie, absolutamente nadie, sobreviviría sin los cuidados y aportes en plata y persona, es decir, sin el trabajo de las esposas tradicionales; las de verdad.
Hay una cultura de la violencia gratuita y la humillación que estamos comprobando que no se ha podido desterrar de los cuerpos armados que forman parte del Estado.
Mi obsesión con los famosos reels de cambios de look extremos, tiene que ver con que estoy envejeciendo. Y, sobre todo, con cómo me ven y me acogen quienes están a mi alrededor.
La patria ya es de todos… por supuesto, pero de todos los gerentes propietarios, que a los que nos fajamos por esta patria no nos están dejando ni para el bus, peor para las colas.
Ecuador tiene que encontrar la salida, tomando la vía contraria a la de los corruptos y la corrupción. Mientras no encontremos el camino correcto, no tenemos derecho a renunciar.
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Miles de ecuatorianos tienen que pagar a las mafias por el pecado (no cometido precisamente por ellos) de no tener un Estado que les asegure las condiciones mínimas de vida.
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Marcela Holguín y los otros recién camiseteados de la Asamblea no se desampararon de su antiguo líder (claramente ya rayado e inservible) hasta encontrar un nuevo amo.
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Nadie, absolutamente nadie, sobreviviría sin los cuidados y aportes en plata y persona, es decir, sin el trabajo de las esposas tradicionales; las de verdad.
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Hay una cultura de la violencia gratuita y la humillación que estamos comprobando que no se ha podido desterrar de los cuerpos armados que forman parte del Estado.
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Mi obsesión con los famosos reels de cambios de look extremos, tiene que ver con que estoy envejeciendo. Y, sobre todo, con cómo me ven y me acogen quienes están a mi alrededor.
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En lo que todos coinciden es en que el insilio se trata de un irse hacia adentro, de una suerte de reclusión autoimpuesta, para salvarse de algo.
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La patria ya es de todos… por supuesto, pero de todos los gerentes propietarios, que a los que nos fajamos por esta patria no nos están dejando ni para el bus, peor para las colas.
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Quiero recordar —o sea, volver a hacer pasar por mi corazón— a varias mujeres que han hecho que mi vida haya sido y siga siendo buena.
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La migración es compleja, mueve las fichas, desacomoda e incómoda, rehace el paisaje además. Y en ese trajín todos nos vamos haciendo más humanos.
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Ecuador tiene que encontrar la salida, tomando la vía contraria a la de los corruptos y la corrupción. Mientras no encontremos el camino correcto, no tenemos derecho a renunciar.
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