Punto de fuga
En modo Año Viejo
Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
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En este punto, ya dados al abandono, con un feriado eterno por delante y, sinceramente, con las expectativas de país bien bajas para el año que viene (la realidad me arrastra cada vez que quiero ser optimista), no me queda otra que fungir de Año Viejo, es decir de esa entidad comúnmente graficada como un encorvado y decrépito hombre barbado, que hace su testamento y deja saldadas todas las cuentas antes de su partida al más allá. Entonces, aquí va mi testamento.
Seré breve, porque me urge ir a descansar.
A Mario Godoy y compañía, así como a todos los de su ralea (que lastimosamente abundan en la función pública y especialmente en la judicial), les dejo un poco de sangre en la cara, porque han demostrado hasta la saciedad que no la tienen. El 2026 les recibirá con comparecencias televisadas y quizá juicios políticos (¡ojalá!), entonces úsenla para que aunque sea finjan sonrojarse a la hora de mentirnos en la cara.
Al ministro Loffredo le estoy terminando de redactar la plantilla de una carta de renuncia, a ver si así se anima a dar el paso más importante del resto de nuestras vidas, las de los ecuatorianos y la suya. Y le dejo la carta junto a un cinturón negro de karate nuevo para que retome sus funciones de karateka, en las que le auguro el mejor de los futuros.
Para Inés Manzano encargué un manual de responsabilidad y rendición de cuentas, que viene con ejercicios prácticos y un test final para comprobar que entendió algo. Y no es un regalo —yo no soy Papá Noel—, sino un intento más de hacer que reconozca algo de todo lo que ha hecho mal. Tiene todo el 2026 para practicar.
Al presidente Noboa le duplico los puntos de viajero frecuente para que haga más paradas técnicas en el Ecuador, a ver si se entera bien de lo que está pasando y decide inmutarse, por algo, por lo que sea. Y que en sus breves escalas en el país nos haga saber qué diablos es lo que está haciendo con el mandato que le dio el 55% de los ecuatorianos en abril de este año que se acaba: el más violento de la historia del país.
A los militares sentenciados por la muerte de los menores de Las Malvinas, no les dejo nada, ya les dieron todo lo que se merecen.
Y a los ecuatorianos, les dejo paciencia. No hay mal que dure cien años ni cuerpo (o pueblo) que lo resista. Pero además les dejo criterio, que me parece que les está faltando. Acuérdense que estos entuertos se resuelven en las urnas; el problema es que si siguen votando como lo hacen, un poco se merecen todo lo que les pasa.
Ahora sí me voy. Atentamente,
Annus Horribilis