Columnista Invitado
¿Qué busca realmente Donald Trump?
Economista por la Sorbona y máster en Corporate Finance por EDC Paris. Consultor en estrategia e inversión, especializado en mercados emergentes y análisis macroeconómico. Radicado en París, analiza y escribe con la mirada de una nueva generación.
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Mi abuelita leía cincuenta libros al año. Cuando era pequeño, yo también leía porque mi mamá me obligaba. Hoy, como todos, incluida mi abuela, vemos primero TikTok, reels o Facebook. Ya no queremos un libro, ni siquiera un resumen en YouTube: queremos un video de un minuto y, si en cinco segundos no nos engancha, chao.
En el siglo XVIII Benjamin Franklin dijo: “An investment in knowledge always pays the best interest.” (La inversión en conocimiento siempre paga el mejor interés). Y tenía razón. Hay que ponerse a estudiar, porque el mundo está completamente loco, peligroso y emocionante.
Hoy, vamos a intentar descifrar lo que un personaje singular y polémico como Donald Trump nos trata de decir.
Hace unas semanas escribí cómo desde la segunda mitad del siglo XX, Estados Unidos gozó de un privilegio imperial. Durante décadas la fuente de energía más importante del mundo fue el petróleo, que se compraba en dólares.
Como el mundo necesitaba dólares, Estados Unidos, cómodamente y acumulando deuda, los entregaba emitiendo bonos del Tesoro. Estos bonos se convirtieron en el principal activo de las reservas internacionales de los bancos centrales.
Pero desde la guerra en Ucrania ese sistema comenzó a agrietarse. Rusia vende su petróleo en yuanes y rupias y la acumulación de deuda estadounidense empezó a generar preguntas en los mercados financieros. En ese contexto, la pregunta para Washington es simple: si hay billones de dólares (trillions, en inglés) dando vueltas por el mundo, ¿cómo hago para traerlos de vuelta a casa?
Traigan los dólares a USA o pagarán el precio
Trump quiere convertir a Estados Unidos en un país irresistible para la inversión extranjera. Su One Big Beautiful Bill Act incorpora extensiones y beneficios fiscales que favorecen a las empresas. A veces parece más marketing que realidad, pero los anuncios oficiales existen. General Motors comprometió más de 4 mil millones de dólares para reubicar parte de su producción de carros en Estados Unidos. Más sorprendente aún, Apple anunció 500 mil millones en inversión doméstica con su American Manufacturing Program, diseñado para traer manufactura avanzada a suelo estadounidense.
Pero las empresas que sigan fabricando en México, China, India, Canadá… enfrentarán aranceles y tarifas aduaneras muy fuertes, que deberán pagar justamente con esos dólares que mantienen afuera.
Estados Unidos, la mejor industria y tecnología del mundo
Otro objetivo de Trump es demostrarle al planeta que la mejor tecnología del mundo: inteligencia artificial, software, chips y autos eléctricos, está en Estados Unidos. Su mensaje a los inversionistas es clarito: si quieren apostar por el futuro, compren Nvidia, Apple, Google o Tesla. Inviertan en empresas americanas y traigan sus dólares a Estados Unidos para inyectar capital en los mercados americanos.
Pero ese discurso tiene límites. Por ejemplo, Tesla y BYD generan ingresos similares, pero Tesla cotiza a más de 200 veces utilidades mientras BYD lo hace a 20. El mercado paga una prima enorme por ser Made in USA, y esa diferencia no puede estirarse para siempre.
Un dólar débil para borrar la deuda
Otros analistas mencionan una última y más polémica hipótesis: que Trump estaría dispuesto a devaluar fuertemente el dólar para que los bonos del Tesoro, hoy usados como reservas internacionales en todo el mundo, pierdan valor real. Con un dólar más débil, esas obligaciones perderían un valor considerable, haciendo que el gigantesco peso de la deuda americana sea más manejable.
¿Y entonces?
No se sabe qué va a pasar.
En el siglo XVI el rey Felipe II de España heredó un reino con un déficit crónico. Gran parte de las rentas del reino de Castilla se destinaban al pago de la deuda y ese compromiso se volvió insostenible. El rey decretó varias suspensiones de pagos y dejó de cumplir parte de sus obligaciones con los grandes banqueros de la época, principalmente genoveses e italianos.
La historia no siempre se repite, pero conocerla ayuda a tomar mejores decisiones en el presente.
Estados Unidos tiene casi 130 % de deuda sobre el PIB y un déficit anual cercano a los 2 billones de dólares. Algún día la fiesta se tendrá que acabar y eso es lo que Trump busca solucionar a su manera.
Trump es la expresión de un sistema que desde hace años muestra señales de agotamiento. Es la respuesta de un mundo que no ha logrado sentarse a la mesa y solucionar problemas que antes sí se resolvían. Alemania y Francia se hacían la guerra cada treinta años y hoy, son la pareja europea por excelencia.
Esa capacidad diplomática de encontrar acuerdos parece haber desaparecido. Leyendo la prensa o escuchando las declaraciones de los políticos, resulta casi inimaginable pensar en una solución para la guerra de Ucrania y Rusia, o en una convivencia respetuosa entre Palestina e Israel.
Pero no hay que perder la esperanza y el cambio sí puede venir desde abajo. De todas formas, ya se hizo: encontrar una solución y salir adelante, así como lo hicieron Francia y Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Hoy es nuestro turno.