¿Qué pasó con Alfaro Vive Carajo (AVC), el grupo subversivo que fracasó al tomar las armas en Ecuador?
Alfaro Vive Carajo es considerado el último grupo subversivo ecuatoriano. Fue vencido por el gobierno de León Febres Cordero, acusado de violar los derechos humanos en su combate contra la insurgencia.

El periodista Carlos Vera en la primera rueda de prensa de Alfaro Vive Carajo, el 23 de septiembre de 1983 en el Pululahua.
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Archivo Histórico del Banco Central
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El nombre del grupo subversivo Alfaro Vive Carajo (AVC) vuelve a resonar en la opinión pública debido al inicio de un juicio que se presenta como histórico: desde el 5 de noviembre de 2025, seis personas, entre ellas cinco militares, afrontan un juico por presuntos crímenes de lesa humanidad contra integrantes de AVC, la última guerrilla que tuvo Ecuador.
Alfaro Vive Carajo operó entre 1983 y 1991. Su presencia se hizo palpable para la gente común cuando sus miembros robaron del Museo Municipal de Guayaquil de las espadas del expresidente Eloy Alfaro y del militar Pedro José Montero, figuras de la Revolución Liberal, el 11 de agosto de 1983, durante el gobierno de Osvaldo Hurtado.
Ese fue el simbólico pistoletazo de salida, o mejor dicho, el primer espadazo de un grupo formado por intelectuales de clase media y acomodados, estudiantes universitarios (e, incluso, de colegio, como lo fue Gladys Almeida), además de campesinos de la Costa que se inspiraban en el M-19 de Colombia, la Revolución Cubana y el sandinismo.
Y también fue un acto simbólico porque AVC comenzó a actuar desde antes. En marzo de 1983, ya habían asaltado al pagador de Casa Baca en Quito. Y en junio se robaron el busto de Alfaro de la sede de la Junta Suprema Liberal capitalina. Lo de las espadas fue perpretado para que los medios de comunicación los enfocaran, algo que se complementó con una rueda de prensa clandestina para darse a conocer, a las que acudieron los periodistas Carlos Vera y Félix Narváez.
El líder de AVC fue Arturo Jarrín Jarrín, un sociólogo nacido en 1957 que viajó a Nicaragua para ver de cerca el triunfo de los sandinistas. Ahí terminó tomando contacto con Jaime Batteman, líder de la guerrilla colombiana M-19, y comenzó a dar forma a su movimiento subversivo. Luego del robo de las espadas, viajó a la Libia del tirano Muamar el Gadafi a entrenarse como guerrillero junto con 20 miembros de su organización.
En realidad, el grupo debía llamarse Fuerzas Revolucionarias del Pueblo Eloy Alfaro, y el grito de "¡Alfaro vive, carajo!" era solamente la consigna oficial, aunque terminó convertido en su nombre, tras las fusiones de diversos grupos que deseaban incursionar de lleno a la insurgencia y encontraron en Jarrín a un líder aceptado por todos.
Su ideología era socialista y adoptaba acciones armadas de carácter selectivo como estrategia de lucha, además de que impulsaba una coordinación regional con organizaciones similares.
Hasta ahí solamente, ya estaban prácticamente reunidos todos los ingredientes que se necesitaban para estresar a las autoridades, en pánico con solo pensar que Ecuador podría producirse lo que Colombia y Perú se veía debido a sus correspondientes y sangrientos grupos subversivos.

El auge de Alfaro Vive Carajo
Entre agosto de 1983 y agosto de 1984, AVC realizó varios asaltos y tomas de radios, para reunir fondos y difundir sus ideas, y también rechazar el posible triunfo del candidato presidencial León Febres Cordero. En esas acciones algunos miembros de AVC terminaron arrestados. El propio Jarrín fue apresado el 14 de junio de 1984, tras un asalto a una sede del Banco del Pacífico, y recluido en el penal García Moreno.
Otros miembros destacados, como Mireya Cárdenas y Fausto Basantes, fueron arrestados en la escuela de formación militar que AVC montó en Colope, Esmeraldas.
AVC desarrolló algunos golpes audaces hasta 1988, como la liberación de su líder Jarrín del penal, asaltos a entidades bancarias vestidos de religiosos, el robo a una fábrica de juguetes para repartirlos a niños pobres a lo Robin Hood y secuestros a empresarios.
Las cifras de muertes, heridas y de daños colaterales por las acciones de AVC varían según las investigaciones.
El ascenso de León Febres Cordero a la Presidencia de la República se tradujo en un endurecimiento del combate a la guerrilla. El nuevo Gobierno contrató a Ran Gazit, un especialista israelí en combate contra el terrorismo que diseñó la estrategia para destruir a AVC, que incluyó la creación de unidades policiales especializadas y las recompensas por la cúpula de los guerrilleros, que pasaron a ser considerados terroristas.
El secuestro de Nahim Isaías, dueño de Filanbanco y que murió durante el operativo de rescate, fue un punto de inflexión, no solo por el sangriento final, sino porque fueron arrestados Juan Cuvi y Juan Carlos Acosta. Cuvi denunciaría más adelante que fue víctima de torturas, algo que también reportarían los sobrevivientes del grupo. Además, este secuestro fue apoyado por el M-19 colombiano y se realizó tras siete meses de seguir a Isaías, con el plan de pedir USD 5 millones que servirían para entrenar más guerrilleros. Era un plan enorme.
Caída y final de AVC
Al final del período de León Febres Cordero, los integrantes de la cúpula de AVC murieron y el grupo ya no estaba en condiciones de seguir su estrategia armada y entregó las armas cuando Rodrigo Borja asumió la Presidencia. "Me costaría encontrar una guerrilla en América Latina que se funda en 1983 y, tres años más tarde, la mayor parte de la cúpula ha sido exterminada", expresó el español Nicolás Buckley, autor del libro ' Los últimos guerrilleros del Ecuador', publicado en 2023.
Alfaro Vive Carajo intentó convertirse en partido político, siguiendo el ejemplo del salvadoreño Frente Farabundo Martí y el propio M-19, pero el escaso apoyo dejó a AVC fuera del sistema de partidos y en 1991 se disolvió. Sus integrantes se dedicaron a sus actuvidades particulares y algunos apoyaron a Rafael Correa en su primera campaña presidencial.
Arturo Jarrín no sobrevivió. Permanecía en la clandestinidad y tenía previsto viajar a Europa, pero fue detenido en Panamá por orden del dictador Manuel Antonio Noriega y deportado a Quito. Según las investigaciones de la Fiscalía liderada por el correísta Galo Chiriboga, Arturo Jarrín fue ejecutado extrajudicialmente en Carcelén, la noche del 26 de octubre de 1986, aunque la versión oficial decía que el líder de AVC murió en combate.
En 2007, Correa creó una Comisión de la Verdad para investigar las presuntas violaciones de derechos humanos ocurridas entre 1984 y 1988, además de otros casos especiales, como el llamado caso González y otros, antes conocido con la marca de una cadena de farmacias, por el sitio donde ocurrió la masacre. El informe se entregó en 2010 y estableció que la Policía cometió ejecuciones extraoficiales, detenciones ilegales, torturas, violencia sexual y desapariciones forzadas.
Las espadas históricas de Eloy Alfaro y Pedro Montero fueron mostradas durante la conmemoración de los 100 años del asesinato de Alfaro, en 2012. La Secretaria de Pueblos y Movimientos Sociales de la época y antigua militante de AVC, Mireya Cárdenas, entregó los sables a Correa en ese evento, el último acto público del último grupo ecuatoriano considerado como terrorista, hasta la llegada del conflicto armado interno en el Gobierno de Daniel Noboa, en enero de 2024, cuando las mafias narcotraficantes comenzaron a ser etiquetadas como terroristas de manera oficial.
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