Otavalo, en la provincia de Imbabura, se convirtió en un campo de batalla tras la llegada del convoy militar y policial
Bombas de gases lacrimógenos por tierra y aire, voladores lanzados con tubos PVC y piedras de gran tamaño. Esos son los elementos principales de la vigesimotercera jornada de manifestaciones en Otavalo, Imbabura.

Los restos de un tráiler incinerado quedaron tras los cierres en la vía E35, entre Atuntaqui y Otavalo, en Imbabura.
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PRIMICIAS
Autor:
Redacción Primicias
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La vía E35, en el tramo entre los cantones Antonio Ante y Otavalo, se ha convertido en un campo de batalla entre entre las fuerza del orden y comuneros de Imbabura.Violentos enfrentamientos se registraron, desde la madrugada del 14 de octubre de 2025, mientras se movilizaba un convoy estatal que transportaba uniformados.
Un equipo de PRIMICIAS recorrió los casi 15 kilómetros que hay entre ambos puntos en la Panamericana Norte, junto a los más de 30 vehículos de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas (FF. AA.).
Los enfrentamientos más fuertes se registraron a la altura de Ilumán, San Roque y Peguche. Comuneros de estos tres sectores salieron desde los dos lados de la vía y atacaron al convoy con piedras, troncos y voladores.
El convoy estatal partió desde Ibarra, a donde las tropas habían llegado en la víspera, cerca de las 03:50. El recorrido empezó tranquilo y casi no aparecieron cierres viales hasta llegar Atuntaqui, el primero de los cantones de Imbabura (en sentido norte-sur) con mayor población indígena.
Pero, al irse acercando a la zona aledaña a Cotacachi y la vía que conduce a Otavalo, el panorama se complicó. En medio de la oscuridad del amanecer, con las linternas en una mano, el escudo en la otra y sus arma colgando, los militares y policías intentaban ubicar a los manifestantes que se escondían entre muros y plantaciones propios de la zona.

Los sembríos de choclo, arveja y otros granos se convirtieron en improvisadas trincheras, en las que los manifestantes se escondían y desde dónde, cada cierto tiempo, aparecían para arrojar piedras y palos a los vehículos de la caravana. Los manifestantes aparecían de ambos lados de la Panamericana Norte, desde las comunidades indígenas de zonas como Ilumán.
Los uniformados, constantemente, subían y bajaban de sus vehículos para hacer frente a las arremetidas. Decenas de bombas con gas lacrimógeno se lanzaron, generando una nube de gas que sobresalía entre la oscuridad.
Cuando se pensaba que había pasado el tramo más complicado, tras atravesar el Peaje de San Roque, apareció otro grupo de manifestantes. Nuevamente, hubo un enfrentamiento y, aparentemente, los lograron dispersar.
En medio de las nubes de gas lacrimógeno, un grupo de comuneros logró subir al puente peatonal que está ubicado a pocos metros del partidero que conecta a Cotacachi con la E35, para lanzar piedras y troncos que impactaron a varios vehículos.

Debajo de ese puente todavía habían restos de un cierre vial, que dificultó el paso de los vehículos y facilitó el impacto de las piedras. Hubo vidrios rotos, vehículos averiados y un automóvil civil que acompañaba la caravana terminó con la llanta ponchada.
La llanta se desinfló en cuestión de segundos y el vehículo blanco tuvo que detenerse para cambiar de llanta. Mientras el convoy seguía avanzando y los comuneros se acercaban. A pocos metros, un bus de la Policía Nacional sufrió un desperfecto mecánico y se quedó parado.
Los policías que iban en ese bus y en otro que se detuvo junto a este descendieron y se enfrentaron a los manifestantes que, en medio del gas, se acercaban cada vez lanzando piedras. Por teléfono, los agentes pedían ayuda a sus superiores: "¿qué hacemos coronel, están a 10 metros y el bus se dañó?", decía uno de los uniformados con un tono de voz desesperado.
Por detrás llegó un camión del Ejército que se enganchó al bus y lo ayudó a avanzar. Cuando empezaron a alejarse de los manifestantes, los uniformados se dieron cuenta de que a un lado de la vía, el vehículo blanco -con tres civiles a bordo- continuaban en las labores de cambio de llanta.
Policías y militares volvieron y, a escasos 10 metros de distancia, se enfrentaron a los manifestantes. En medio de la lluvia de piedras, un grupo de agentes policiales ubicó sus escudos alrededor del vehículo blanco, que en pocos minutos logró cambiar la llanta. Los rezagados volvieron a unirse al convoy, cerca de la entrada a Peguche, en el ingreso norte de Otavalo.
Ahí, otra vez, grupos de manifestantes aparecieron desde ambos lados de la vía. Nuevamente, lanzaron piedras y la fuerza pública respondió otra vez con gases lacrimógenos. También hubo vehículos afectados y policías y militares con contusiones y otras heridas en sus extremidades.
Finalmente, luego de un poco más de tres horas de viaje, el convoy completo llegó a Otavalo. Las decenas de vehículos estatales y civiles ingresaron por la avenida Ponce de León hacia el Comando de Policía local.
Semanas antes, en el inicio del paro convocado por la Conaie, esa edificación policial había sido atacada e incendiada. Ahora, en cambio, se ha convertido en un fuerte militar y policial. Hay cientos de agentes y decenas de vehículos custodiando los accesos.
Desde las 07:00 del martes 14 de octubre de 2025, constantemente, equipos policiales y militares salen hacia distintos puntos de Otavalo, sobre todo en los ingresos y en los barrios internos, en donde se registran manifestaciones.
Hasta las 10:00 no han dejado de sonar detonaciones de bombas lacrimógenas, que en algún punto se lanzaron, incluso, desde un helicóptero que sobrevuela la zona. Así como los voladores que son usados por los manifestantes como armas artesanales. Además, pese a la distancia, se alcanzan a escuchar gritos, sobre todo, de mujeres. "No disparen. Váyanse. Hay niños", son algunas de las frases.

John Reimberg, ministro del Interior, confirmó que, al menos, seis personas han sido detenidas en las manifestaciones del 14 de octubre. Todavía no hay visos de que los enfrentamientos vayan a acabar y que el Gobierno pueda cumplir su cometido de reabrir las vías.
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