La Mano Invisible de las Big Tech
La Mano Invisible de las Big Tech es una alianza colaborativa liderada por Agencia Pública de Brasil y el CLIP, que reunió a 17 medios de comunicación que investigaron las acciones de influencia de las Big Tech en 13 países.

Logo de la investigación 'La mano invisible de las Big Tech'
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La mano invisible de las Big Tech-PRIMICIAS
Autor:
CLIP y Agencia Pública
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Cuando el economista escocés Adam Smith, a menudo llamado el padre del liberalismo, habló en el siglo XVIII, de la ‘mano invisible del mercado’, señaló que al perseguir su propio beneficio, los individuos podían, sin proponérselo, favorecer al conjunto de la sociedad. Pero Smith también advirtió que los comerciantes suelen confabularse para manipular las reglas a su favor y que el Estado tiene el deber de evitar monopolios y proveer bienes públicos. Hoy vemos que, si se les deja sin control, las corporaciones hacen exactamente lo que Smith temía: moldean las leyes, cooptan a los gobiernos y manipulan la opinión pública en beneficio propio.
Ante los avances legislativos, hay un sector que se ha destacado en las acciones de cabildeo o lobby contra la regulación en todo el mundo: las Big Tech, un selecto grupo de empresas multimillonarias como Meta (dueña de Facebook, Whatsapp e Instagram), Alphabet (dueña de Google y de You Tube), Amazon, Microsoft y Apple —conocidas como las «Big Five»— y otras, como la china ByteDance (dueña de TikTok) o la gigante latinoamericana Mercado Libre y nuevos actores en la carrera por la inteligencia artificial, como Open AI.
Juntas, las gigantes tecnológicas tienen más impacto sobre todos los aspectos de la vida de la gente que muchos gobiernos. No obstante, a diferencia de estos, cuyo objetivo es servir al público y le deben responder a este, las Big Tech tienen como objetivo principal producir utilidades y le rinden cuentas, sobre todo, a sus accionistas. Además, aquellos que las controlan con frecuencia se cuentan con los dedos de una mano.
Hay pocos datos sobre cómo actúan para influir en la legislación. Hoy en día, las Big Tech son el sector que más gasta en lobby en la Unión Europea, donde están obligadas a declarar sus inversiones. En 2024, el sector gastó 67 millones de euros, lo que supone un aumento del 57 % desde 2020. En Estados Unidos, donde también deben publicar sus gastos en lobby, gastaron 61 millones de dólares en el mismo año, un aumento del 13 % en comparación con 2023. Para abrirse las puertas de la administración Trump, empresas como Amazon, Meta, Google y Microsoft donaron un millón de dólares cada una al comité de la ceremonia de investidura, y los presidentes ejecutivos hicieron fila durante el evento.
Pero, ¿cómo operan en el resto del mundo?
Las grandes tecnológicas también tienen más dinero que muchos países. Según la información que consignó en sus estados financieros, Alphabet, la dueña de Google, tuvo ingresos en 2024 por 350 mil millones de dólares, esto es, casi equivalente al PIB de Chile, tres veces el de Ecuador y diez el de El Salvador. Meta tuvo ingresos de 164 mil millones de dólares en 2024, más de tres veces la producción económica del Paraguay. Los ingresos de Amazon el año pasado fueron de casi 638 mil millones de dólares, una cifra equivalente que el PIB de Argentina y casi un tercio del de Brasil.
Su poder de negociación es mayor en los países menos desarrollados, y saben cómo utilizarlo. En algunos países, como son los casos de la mayoría de los países de América Latina y del sur global, incluido Brasil, el lobby no está regulado, por lo que es aún más difícil registrar las acciones de influencia y medir en qué medida afectan a las leyes aprobadas en el Congreso.
Pero estas manos que moldean las sociedades no deben seguir siendo invisibles. Este trabajo lo realizan profesionales bien remunerados que forman parte de operaciones complejas, denominadas internamente “relaciones gubernamentales” o “asuntos públicos”. Estos departamentos, a su vez, contratan a terceros para que actúen en su nombre, como bufetes de abogados o asociaciones empresariales. Invierten en formas de construir y mantener relaciones con las autoridades, distribuyendo favores; promueven reuniones privadas, pagan viajes, happy hours y cenas después del trabajo; y forjan alianzas basadas en el acceso a sus tecnologías.
Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el cabildeo y las actividades de influencia son «acciones, realizadas directamente o a través de cualquier otra persona física o jurídica, dirigidas a funcionarios públicos en el ejercicio del proceso de toma de decisiones, a sus partes interesadas, a los medios de comunicación o a un público más amplio, y que tienen por objeto promover los intereses de los agentes de lobby e influencia en relación con los procesos de decisión pública y los procesos electorales».
Las estrategias de lobby a menudo traspasan la relación con los agentes públicos y pueden incluir campañas de manipulación de la opinión pública, de la prensa, financiación de institutos e incluso de la producción de conocimiento científico.
Sarah Wynn-Williams, ex ejecutiva de Facebook, describe en su libro 'Careless People' cómo sus jefes en la empresa tecnológica, sorprendidos por su propio poder e ingenuos, comenzaron a negociar con los gobiernos del mundo y, movidos únicamente por el lucro, terminaron “creciendo rápido y violando leyes”. La autora estaba parafraseando con ironía el citado eslogan de Mark Zuckemberg el dueño principal de Meta que instruía a su equipo a “moverse rápido y romper cosas”.
Para documentar cómo funcionan estas operaciones de lobby, el proyecto La mano invisible de las Big Tech pública desde hoy, tres tandas de investigaciones que arrojan luz sobre cómo las Big Tech han intentado moldear proyectos de ley y regulaciones, han litigado a gobiernos en los estrados judiciales y han desplegado sus acciones de influencia para evitar regulaciones que mitiguen sus efectos negativos sobre las sociedades y la política; cómo han influido en el debate sobre la información pública; y cuál es el impacto medioambiental de los centros de datos, esas enormes infraestructuras que albergan sus miles de servidores.
Esta investigación –que tomó nueve meses e indagó en 13 países –es liderada por Agência Pública de Brasil, y el Centro Latinoamericano de Periodismo de Investigación (CLIP), junto con Cuestión Pública (Colombia); Daily Maverick (Sudáfrica); El Diario AR (Argentina); El Surti (Paraguay); Factum (El Salvador); ICL (Brasil); IJF (Canadá); La Bot (Chile); Lighthouse Reports (Internacional); Núcleo (Brasil); Primicias (Ecuador);TechPolicy.press (EE. UU.); Televisa N+ (México); Tempo (Indonesia); Crikey (Australia), y el apoyo de las organizaciones de defensa del periodismo Reporteros Sin Fronteras (internacional) y El Veinte (Colombia).
Por primera vez, una investigación colaborativa y transfronteriza ha logrado identificar casi 3000 acciones de lobby realizadas ante congresos y gobiernos de diversos países, a las que se puede acceder en una base de datos interactiva. También hemos registrado procesos judiciales y proyectos de ley relacionados con las reglas del juego en la industria tecnológica.
Conozca aquí las tácticas de lobby identificadas en este proyecto y la nota metodológica.
Hacer visible la «mano invisible» de las Big Tech es una tarea que las organizaciones participantes en este proyecto consideran urgente. Por ello, todas ellas incluyen un aviso colectivo sobre la financiación recibida de empresas tecnológicas en la actualidad o en el pasado.
Créditos
- Dirección: Natalia Viana (Agência Pública) y María Teresa Ronderos (CLIP)
- Edición y coordinación: José Luis Peñarredonda, Pablo Medina, Juliana dal Piva, María Teresa Ronderos (CLIP). Natalia Viana y María Martha Bruno (Agência Pública)
- Investigación y reportería: Natalia Viana, Laura Scofield y Guilherme Cavalcanti (Agência Pública), José Luis Peñarredonda, Pablo Medina, Juliana Dal Piva, Iván Ruiz, y María Teresa Ronderos (CLIP), Sofía Costa, Sofia Schurig, Rodolfo Almeida y Sérgio Spagnuolo (Núcleo Jornalismo), Igor Mello y Luiza Souto (ICL), Mónica Almeida y Paúl Mena (Primicias), Andrea Rincón y Edier Buitrago (Cuestión Pública), Francisca Skoknic y Gabriela Pizarro (La Bot), Alberto Pradilla (N+ Focus), Krisna Pradipta y Raymundus Rikang (Tempo), Romina Cáceres Morales, Josué Congo, Alejandro Valdez, Jazmín Acuña (El Surti), Alejandro Rebossio (elDiarioAR), Sandra Crucianelli (independiente), Justin Hendrix (TechPolicy.Press), Daniel Howden, Beatriz Ramalho da Silva, Riccardo Coluccini (Lighthouse Reports); Carly Penrose y Cecil Rosner (IJF), Julia Navarrete (Factum), Anton Nilsson (Crikey), Jillian Green y Kevin Bloom (Daily Maverick)
- Producción: Luisa Fernanda López (CLIP) y María Martha Bruno (Agência Pública)
- Procesamiento de datos: Ángela Cantador, Jair Robelo, Rigoberto Carvajal (CLIP), Bianca Muniz (Agência Pública), Sergio Spagnuolo (Núcleo Jornalismo)
- Desarrollo: Jair Robelo, Sairo Alemán, Diego Arce, Floryan Portuguez y Luis Carlos Solis (ClIP)
- Gestión de comunidad y audiencias: Mayra Báez (CLIP), Lorena Morgana y Marina Dias (Agência Pública), Jade Drummond y Milena Giacomini (Núcleo Jornalismo)
- Gerencia: Emiliana García (CLIP)
- Identidad visual, ilustración y diseño: Alejandra Saavedra y Clínica Memética
- Gráficos: Oldemar González y Gabriela Garzón (CLIP), Matheus Pigozzi (Agência Pública)
- Realización Audiovisual: Luisa Fernanda López, Luis Gabriel Morales, Georgina Choleva, Elli Xypolitaki; José Cícero, María Martha Bruno y Ethieny Karen
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