Paro | Militares y policías vuelven a Otavalo "para recuperar el orden", pero las vías continúan cerradas
Las Fuerzas Armadas cambiaron su estrategia: ya no buscan abrir las vías, sino mantener orden dentro de las ciudades. En la provincia de Imbabura, Otavalo sigue bajo tensión, mientras Atuntaqui intenta volver a la normalidad.
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El rugido de los motores militares volvió a escucharse este 21 de octubre en Otavalo, en el día 30 de las protestas por la eliminación del subsidio del diésel. Las camionetas del Ejército y de la Policía Nacional avanzaron lentamente por las calles del centro, entre negocios a medio abrir y miradas desconfiadas. En los parques, algunos niños jugaban como si nada ocurriera, mientras los comerciantes contaban los pocos productos que aún quedaban en los estantes.
Se cumple un mes del paro convocado por la Conaie, y aunque las vías continúan bloqueadas en el tramo entre Atuntaqui y el redondel de El Cajas, las fuerzas del orden han cambiado su estrategia: ya no intentan despejar carreteras, sino mantener la seguridad dentro de las ciudades y evitar nuevos brotes de violencia.

“Queremos que la gente sienta tranquilidad, que pueda abrir sus negocios y retomar la vida diaria”, dijo el general Ricardo Cajas, jefe del Comando de Operaciones Terrestres del Ejército, durante un patrullaje.
Reconoció que la situación “no se resolverá de la noche a la mañana”, pero que la prioridad es “dar confianza a la población que se siente intimidada”.
La tensión no ha disminuido. La víspera, grupos de manifestantes recorrieron las calles de Otavalo con megáfonos advirtiendo que hoy cerrarían todos los locales y que “quienes no se sumen al paro serán agredidos”.
La amenaza se hizo viral en redes sociales y encendió las alarmas entre los habitantes, muchos de los cuales optaron por mantener sus tiendas y negocios cerrados.
Sin embargo, al recorrer las calles este martes, la escena era distinta. Algunos locales abrieron con cautela; otros, con el miedo de que alguien aparezca exigiendo que cierren las puertas.
“Ya estamos cansados”, dijo una mujer otavaleña, con las manos vacías después de intentar comprar gas. “No hay nada, todo está carísimo. Los pocos tanques que llegan se los llevan para sus comunidades”.
En Atuntaqui, apenas a 15 minutos, el panorama es diferente. Las panaderías están abiertas, los buses circulan, los restaurantes atienden.

Algunos habitantes de Otavalo caminan hasta allá para abastecerse o buscar alimentos que ya escasean en su ciudad.
“Aquí la gente quiere trabajar, pero todos dependemos unos de otros. Si Otavalo no se mueve, la provincia tampoco”
Comerciente de Otavalo
El general Cajas explicó que la operación de este martes tiene un objetivo claro: “mantener el orden en Otavalo”.
No hay órdenes de usar la fuerza ni de abrir las carreteras por la vía militar. “Las soluciones están en otros niveles, pero mientras tanto debemos asegurar que las familias puedan salir y que los negocios reabran sin miedo”, afirmó.
Pese a que varios habitantes aplaudieron a los militares, otros grupos reprocharon su presencia, “vayan a Durán”, “no somos terroristas”, gritaron unos ciudadanos.
En las calles se vive una mezcla de agotamiento y frustración. Algunos otavaleños, incluso quienes respaldan las demandas sociales, aseguraron que el paro ya los golpea más que las medidas del Gobierno.
“Ya no queremos más cierres, ni más amenazas. Solo queremos trabajar”, dice un hombre mientras camina por el parque central de Otavalo.
Treinta días después del inicio del paro, Otavalo sigue siendo el punto más tenso de Imbabura.
Entre el eco de los megáfonos y los pasos de los soldados, el pueblo intenta retomar la rutina. En Atuntaqui, la vida continúa; en Otavalo, apenas se intenta recomenzar.
La presencia militar busca contener el desorden, acabar con la tónica que se vivió semanas atrás, con enfrentamientos que han dejado decenas de heridos de los dos lados y dos manifestantes fallecidos.
Mientras tanto, los dirigentes indígenas y ministros de Estado han dejado claro el mensaje: por el momento, no hay diálogo
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