Estas son las razones por las que el sistema de agua potable de Quito es vulnerable ante emergencias
Quito cuenta con cuatro sistemas de abastecimiento de agua potable. Cada uno opera de forma independiente, lo que aumenta las posibilidades de cortes del servicio si ocurre una eventualidad.

Habitantes de la parroquia La Ecuatoriana, en el sur de Quito, esperan un tanquero para abastecerse de agua, el 14 de julio de 2025.
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El corte masivo de agua potable que sufren alrededor de 400.000 habitantes del sur de Quito, desde el 9 de julio de 2025, expone la vulnerabilidad a la que está expuesto el sistema de distribución de la ciudad. Bastó que se produzca la rotura de una tubería en los páramos del volcán Antisana para que el 15% de los 2,6 millones de habitantes de la capital se queden sin el servicio más de una semana.
Parte del problema se explica con la forma en la que opera la red de abastecimiento de agua que maneja la Empresa de Agua Potable (Epmaps).
En Quito hay cuatro sistemas que entregan este recurso. Los dos más grandes son el Sistema Integrado Papallacta, que abastece al 45% de la población, sobre todo del norte y las parroquias orientales; y el Sistema Pita - Puegansí, que lo hace al 27% de barrios del centro y sur, además de las parroquias del valle de Los Chillos.

Se suman el Sistema Mica Quito Sur, que lleva agua al 16% de la ciudad, concentrándose en barrios del extremo sur; y el Sistema Conducciones Occidentales, que dota del servicio a zonas del noroccidente, sumando un 10% de la población. El 2% restante se alimenta de sistemas menores o plantas pequeñas que hay a lo largo de la ciudad.
Si bien Quito cuenta con un 98% de cobertura de agua potable, el problema es que los cuatro sistemas más grandes operan independientemente, salvo algunas interconexiones entre las plantas Puegansí y Bellavista, y Puengasí con El Placer, pero que no pueden solventar una emergencia como la suscitada en el Sistema Mica Quito Sur.
El alcalde Pabel Muñoz reconoce que "los cuatro sistemas no están conectados entre sí y esa es la vulnerabilidad que quisiéramos corregir". Agrega que, por ejemplo, el Sistema Papallacta cuenta con suficiente agua para abastecer a quienes dependen de sus plantas de tratamiento, pero no está conectado con el Sistema Mica Quito Sur.
"Es deseable que hagamos un cinturón de conexión entre los cuatros sistemas para que, en caso de falta de agua en uno, pueda conectarse con el siguiente", señala.

La subgerente de la Epmaps, Fernanda Villavicencio, admite que "no se había visto la necesidad inmediata de realizar estudios para buscar una forma de interconectar los sistemas, hasta que ocurrió el deslave en el páramo del volcán Antisana".
Sin embargo, el deslave que arrojó 650.000 metros cúbicos de lodo modificó la planificación de la entidad, que dará paso a la elaboración de estudios de factibilidad apenas termine la emergencia.
La funcionaria aclara que la interconexión no es una tarea fácil porque se requieren estudios técnicos específicos de cada sistema, además de una fuerte inversión económica.
La geografía, otro problema para el agua
La geografía que rodea a los sistemas de distribución de agua de Quito es otro factor que aumenta su vulnerabilidad frente a eventos naturales.
Los cuatro sistemas están rodeados de montañas, páramos, ríos, lagunas y quebradas, escenarios en los que se producen deslaves, nevadas, aluviones y torrenciales lluvias. Precisamente, un deslave fue el que destruyó 350 metros de tubería de la línea de conducción que conecta la laguna La Mica con la planta El Troje, en el sur de la ciudad.

Fernanda Villavicencio, subgerenta de la Epmaps, reconoce que "todos los sistemas van a presentar una alta vulnerabilidad ante un desastre natural porque no se los puede controlar". Agrega que la única manera de blindarlos es con "el monitoreo permanente que lo hacemos todos los días a toda hora".
El exgerente de la Epmaps, Othon Zevallos, coincide con Villavicencio en que ningún monitoreo puede prevenir algún desastre natural. Sin embargo, cree que la Epmaps debe trabajar de forma urgente en cuatro frentes:
- Interconexión de los cuatro sistemas de abastecimiento.
- Fortalecer su sistema de alerta temprana para evitar graves daños en la distribución del agua.
- Construir líneas de conducción desde las fuentes naturales para ampliar la oferta.
- Mejorar su capacidad de respuesta frente a emergencias, con mayor disponibilidad de tanqueros y plantas de emergencia.
Villavicencio explica que uno de los primeros pasos para la interconectividad de los sistemas se dará con la construcción de la planta de Calderón. Esta obra inicia en la zona de Papallacta (al suroriente de Quito en el límite con Napo) y llega hasta Calderón (al extremo norte de la ciudad).
Según la hoja de ruta de la Epmaps, la conexión se realizará con las plantas Bellavista y Puengasí en el sector de Puembo. "Con esta planta mejoraremos la dotación de agua en toda la ciudad hasta 2070", asegura la empresa municipal.
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