Quito quiere despedirse de los 'tallarines', las obras avanzan y se evidencian contrastes
La meta de la actual administración es enterrar 100 kilómetros de cables, el equivalente a la distancia entre Quito y Ambato.

'Tallarines' de cables en el sector de la av. El Inca, el 2 de septiembre de 2025
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PRIMICIAS
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Mirar hacia el cielo en Quito es encontrar un paisaje caótico: postes de luz doblados por el peso de cientos de cables y verdaderas telarañas de alambres que cruzan de un lado a otro entre casas, edificios e incluso árboles.
El problema no es nuevo. Durante años, el crecimiento desordenado de redes eléctricas y de telecomunicaciones creó un entramado aéreo que afecta tanto la seguridad como la estética urbana.
Por eso, el Municipio de Quito puso en marcha un plan de soterramiento de cables que se desarrolla por sectores.
La meta de la actual administración es enterrar 100 kilómetros de cables, el equivalente a la distancia entre Quito y Ambato.
Hasta el momento, se han completado 26 kilómetros de canalización, instalación de ductos y construcción de pozos en zonas como Calderón, las avenidas Patria, Colón, Rodrigo de Chávez, La Pradera y la Av. 6 de Diciembre.
Cada kilómetro soterrado cuesta entre USD 250.000 y 300.000. Para recuperar parte de esa inversión, el Municipio cobra una tarifa a las operadoras de telecomunicaciones que utilizan la infraestructura, dependiendo de factores como el grado de ocupación y el metraje.
Según datos de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), así avanzan los trabajos:
- La Delicia, en Cotocollao: 7%
- Solanda y Cusubamba: 5%
- Av. Ajaví: 12%
- Av. El Inca: 20%
- Av. 6 de Diciembre: 95%
Y si bien hay sectores como La Pradera, donde el soterramiento ya terminó, en las calles aledañas a la Av. de La República los 'tallarines' siguen colgando de los postes, es un contraste evidente para quienes transitan por ese sector del centro norte de la capital.
La mirada ciudadana, entre las molestias y el alivio
En el sector de la av. El Inca —donde abundan locales comerciales y paradas de buses, y el avance del soterramiento es del 20%— los vecinos conviven con el polvo, las zanjas abiertas y los cierres de calles que provocan las obras.
“Ya van como tres meses con las veredas abiertas. Trabajan, pero poquito, dejan huecos de un lado y del otro, y eso molesta mucho a los clientes”.
Vecina de El Inca
Su preocupación no es solo por las ventas, sino también por la seguridad física de los peatones: “A veces pasa un mayorcito o alguien que no ve bien y se puede caer en esos huecos. Además, hay mucho polvo, afecta a las panaderías y a los que tenemos negocio aquí. Ojalá pongan más trabajadores y acaben rápido”.
Por su parte, la dueña de una papelería cuenta que “estábamos llenitos de tierra, hasta por los ojos. Por el hueco que hicieron no había ni cómo entrar. Tocó cerrar el negocio por dos días”.
Pero, pese a las molestias, ambas comerciantes recalcan que los trabajos son positivos, dicen que “el barrios se verá más bonito y ya no habrá 'tallarines' en el cielo”.
Beneficios más allá de la estética
El soterramiento de cables no es únicamente una apuesta estética. Según la Epmmop, estas obras reducen riesgos de accidentes, mejoran la seguridad, disminuyen los costos de mantenimiento a largo plazo y facilitan la modernización de redes de telecomunicaciones.
También liberarán aproximadamente 60 toneladas por kilómetro de infraestructura aérea, aligerando el peso sobre postes y transformando el paisaje urbano.
En paralelo, se incorporan sistemas de iluminación LED de última tecnología, más eficientes y amigables con el ambiente, asegura el Municipio.
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