San Marcos, el barrio histórico de Quito que sigue vivo entre arte, cultura y tradición
Entre casonas coloniales, museos, talleres de arte y vecinos que mantienen viva la tradición, San Marcos se prepara para recibir a quiteños y turistas en sus celebraciones por los 491 años de la ciudad.

Barrio San Marcos, en el Centro Histórico de Quito, 2 de diciembre de 2025.
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Andrés Salazar / Primicias
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Los habitantes del tradicional barrio San Marcos, ubicado cerca de La Marín y de las plazas del Centro Histórico de Quito, viven orgullosos porque su barrio ha logrado separarse de la bulla, el tráfico y la agitación diaria. No solo lo dicen sus vecinos, basta caminar por la calle Junín para entenderlo: este sector, que concentra galerías, restaurantes, hoteles y museos, mantiene un ritmo propio: más lento, más silencioso, más barrial.
Las casas coloniales con balcones adornados con banderas de Quito, los letreros con la historia de antiguos moradores y sus museos convierten cada cuadra en una pequeña galería al aire libre. La tranquilidad sorprende...
“Es como una isla, alejada del bullicio”, resume Angelita Líger, dueña del restaurante Laurita, un local con más de 100 años de tradición familiar en el barrio. “Aquí es tranquilo, hermoso. La gente que viene siempre vuelve”, dice con orgullo.
Un barrio con historia y memoria
San Marcos es uno de los barrios más antiguos de la capital. Sus orígenes se remontan al siglo XVI, cuando se levantó la ermita de San Marcos Evangelista. Fue parroquia desde 1595 y, con el tiempo, se convirtió en una zona de comerciantes, clérigos y familias adineradas.
Durante el siglo XX siguió siendo un sector residencial de clase media alta y hoy es un referente cultural del Centro Histórico.
En sus calles funcionó también el primer colegio Alemán de Quito, entre 1919 y 1926. Y su iglesia parroquial, conocida como la Loma Chica, sigue siendo uno de los puntos más representativos de la iglesia Católica.
Esa mezcla de historia y vida cotidiana se mantiene. Muchos vecinos recuerdan cómo era el barrio décadas atrás, cuando las casas estaban habitadas por familias tradicionales y los negocios barriales florecían. Hoy, varios inmuebles están abandonados o en manos de nuevos propietarios, un cambio que no pasa desapercibido.
“El barrio ha cambiado demasiado. Son pocos los que siguen siendo de aquí”, cuenta una vecina que creció entre las casas antiguas. “Hay casas hermosísimas que se han perdido, el municipio debería intervenir”.
Arte, gastronomía y vida cultural
San Marcos es también uno de los barrios más bohemios de Quito. A lo largo de la calle Junín conviven talleres de pintura, galerías, museos, cafeterías y hoteles boutique que atraen a residentes, visitantes y estudiantes de arte.
En una de las casonas funciona desde hace 18 años la escuela de pintura de Bolívar Araujo, un artista de 75 años que llegó de Cayambe hace medio siglo. “Para mí este es el mejor barrio de Quito”, dice. “Es seguro, los vecinos nos conocemos y la vida cultural es muy rica”.
El Museo Manuela Sáenz, el Museo de Acuarela y Dibujo Muñoz Mariño, el Museo de Arquitectura y el Monasterio de Santa Catalina son parte de la ruta cultural que se integra con pequeños locales gastronómicos.
Entre ellos está El Templo de las Obleas, un emprendimiento de Alberto Yantas, quien llegó desde Colombia y hace dos meses instaló su local en el barrio. “San Marcos tiene afinidad con el arte y la gastronomía. Ha sido un buen lugar para empezar”, cuenta. Ofrece más de 12 sabores y 25 combinaciones de obleas entre USD 2 y 3.
Los fines de semana —coinciden todos los comerciantes— son los días de mayor movimiento.
San Marcos en las Fiestas de Quito
Por los 491 años de fundación de Quito, San Marcos se prepara para su tradicional baile general en la plaza del barrio. Los restaurantes, cafeterías y museos tendrán actividades especiales, y los vecinos esperan recibir a más visitantes que en años anteriores.
En medio de la calle Junín, el Hotel Illa —un boutique de cinco estrellas que conserva la fachada histórica y ofrece un interior moderno— comparte protagonismo con el emblemático Hotel San Marcos, que recibe a turistas internacionales. Junto a ellos conviven cafeterías, sastrerías y comercios de larga data, que dan identidad al barrio.
“San Marcos es diferente (...) Abajo es bullicio, aquí es paz. Y así ha sido siempre”.
Angelita Líger.
A pesar de algunos problemas —casas abandonadas, cambios en la población histórica y episodios aislados de inseguridad— San Marcos mantiene su esencia: es un espacio patrimonial vivo, donde la historia se mezcla con la vida cotidiana y la cultura respira en cada cuadra.
En estas fiestas de Quito, el barrio se abre nuevamente para quienes buscan conocer otro rostro del Centro Histórico: uno que combina memoria, arte, comunidad y una tranquilidad que, en palabras de sus propios habitantes, “no se encuentra en ninguna otra parte de la ciudad”.
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