Quito celebró sus 491 años entre solemnidad, música y tensiones políticas en el Teatro Sucre

El Teatro Nacional Sucre lucía impecable desde antes de las 16:00 de este sábado 6 de diciembre de 2025, para la sesión solemne del Concejo Metropolitano de Quito. Personal del Cuerpo de Agentes de Control se ubicó en los accesos para dar la bienvenida a los invitados, quienes ingresaban entre saludos formales, vestimenta de gala y un ambiente propio de las conmemoraciones capitalinas.  

Los asientos del parterre se llenaron con rapidez y, poco después, también los palcos del histórico edificio. Entre los presentes destacaban el arzobispo de Quito, monseñor Alfredo Espinoza; la prefecta de Pichincha, Paola Pabón; y el alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez.

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La ceremonia, programada para las 16:00, inició con veinte minutos de retraso. La ausencia del presidente de la República, Daniel Noboa, no pasó desapercibida; la presencia y discurso del jefe de Estado suele ser una tradición en esta sesión. 

En su lugar llegó la vicepresidenta, María José Pinto, cuyo ingreso transcurrió sin aplausos ni expresiones visibles de bienvenida. 30 minutos después salió escoltada de su seguridad. Fue un silencio que contrastó de inmediato con lo que ocurriría minutos después. 

A las 16:20, cuando el alcalde Pabel Muñoz ingresó al lugar, la reacción del público rompió cualquier solemnidad: aplausos, vítores y gritos de “reelección” lo recibieron como en un acto proselitista. Gran parte de los asistentes eran funcionarios municipales y simpatizantes del correísmo, lo que marcó el tono político del encuentro.

De los homenajes a la memoria de la ciudad 

La sesión inició con un minuto de silencio en honor a Sebastián Náder, gerente de la Empresa Municipal de Servicios Aeroportuarios (EMSA), fallecido el 3 de diciembre.

Verificado el quórum, el Concejo Metropolitano instaló la sesión extraordinaria. El concejal Diego Garrido presentó una reseña histórica por los 491 años de fundación de Quito, en la que apeló a la necesidad de recuperar la movilidad, fortalecer la seguridad y reactivar la economía de la ciudad.

La ceremonia avanzó con la intervención del coro infantil del Teatro Sucre y la entrega de condecoraciones a personalidades, instituciones y figuras homenajeadas en vida y de manera póstuma.  

En medio de las condecoraciones, la vicepresidenta Pinto, por asuntos personales, se levantó de la primera silla en donde estaba ubicada, agachó su torso para no tapar a los asistentes y salió por un lado del teatro, escoltada por su seguridad.

El momento más emotivo se produjo cuando los hijos de Paulina Tamayo, “La Grande del Ecuador”, recibieron un reconocimiento póstumo en honor a la icónica cantante quiteña: el teatro entero se puso de pie.

Un teatro convertido en escenario musical

El homenaje a la ciudad incluyó un saludo enviado en video por la UNESCO, que recordó que Quito fue la primera ciudad del mundo inscrita como Patrimonio Cultural de la Humanidad y destacó su centro histórico como uno de los mejor conservados del continente.

Luego, la programación tomó un giro inesperado: un músico ingresó por el pasillo central con una guitarra, seguido por voces que emergieron desde los distintos palcos. Era el Coro Mixto Ciudad de Quito, que interpretó pasillos y sanjuanitos como El Santo de Quintana y Figura Popular, para despedirse con El Chulla Quiteño, coreada por buena parte de los asistentes. 

El reclamo político del alcalde

El momento central llegó con el discurso del alcalde Pabel Muñoz. Apenas iniciaba su intervención, mientras denunciaba un “ataque directo” desde el Gobierno central, un arreglo floral cayó del borde del escenario, justo donde se encontraba el alcalde. El detalle no pasó desapercibido entre murmullos.

Muñoz afirmó que “no ha sido un año normal”, sino uno marcado por “ataques burdos” y un “uso político de las instituciones” que —según dijo— han afectado la gestión municipal. 

Señaló una deuda de USD 187 millones del Gobierno, retrasos en transferencias, trabas para la extensión del Metro, la compra de implementos para la Policía Metropolitana y la aprobación de alianzas público–privadas. 

También criticó la eliminación de la tasa de recolección de basura de la planilla eléctrica, la falta de policías para las UPC rehabilitadas por el Municipio y la falta de coordinación en la emergencia del agua por el daño en la tubería La Mica–El Troje. Además, denunció una “persecución política” expresada en intentos de revocatoria y acusaciones infundadas.

Pese a ello, defendió los avances de su administración: 2.100 obras entregadas, USD 1.900 millones ejecutados y un portafolio de inversión público–privada de más de USD 6.000 millones. 

Enumeró medidas sociales, avances en salud, educación, obras viales y la recuperación de espacios públicos. “Nada va a detener a esta ciudad”, afirmó. “Quito renace con la fuerza de su gente y volverá a ser luz de América; esta vez, luz verde”. 

Una despedida política para un evento solemne

Con el Himno a Quito se cerró la sesión solemne. A la salida, el alcalde levantó las manos en señal de victoria mientras saludaba a los asistentes, gesto que reforzó la atmósfera electoral que marcó buena parte de la tarde. Ayer confirmó que irá a la reelección en las próximas elecciones.

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La sensación entre el público era de satisfacción por las intervenciones musicales y los homenajes, aunque la presencia mayoritaria de funcionarios municipales dejó claro que el público no representaba la diversidad de la ciudad. 

Quito celebró un aniversario más en un evento que combinó tradición, espectáculo, reconocimientos y un fuerte componente político que se robó el protagonismo en el Teatro Sucre.