Armas, asfixia, guías corruptos y secuestros internos | Así habría sido la masacre de 32 presos en la cárcel de Machala, en Ecuador

Eran las 02:50 del 9 de noviembre de 2025 cuando los primeros disparos se escucharon desde el interior de la cárcel de Machala, en la provincia de El Oro, en Ecuador. Lo que empezó como una serie de detonaciones aisladas se convirtió en una de las jornadas más violentas de 2025 dentro del sistema penitenciario ecuatoriano.   

En total, 32 reclusos fueron asesinados el domingo en la prisión que tiene 1.454 presos (130% de hacinamiento) y es dominada por Los Lobos, pero que también tiene fuerte presencia de Sao Box, banda criminal que se desprendió de la primera y que ahora le disputa el control de El Oro.

De manera extraoficial y reservada, PRIMICIAS accedió a datos de inteligencia que revelan lo que ocurrió en la cárcel de Machala durante la nueva masacre penitenciaria.

Alias 'Trejo', en el centro de la disputa

Para entender lo que pasó en la cárcel de Machala, hay que poner en el centro de la historia a alias 'Trejo', uno de los cabecillas de Los Lobos en esa zona del país. Él estuvo preso en ese centro y recientemente recuperó la libertad.

Desde la calle, 'Trejo' habría planificado un atentado contra los Sao Box dentro de prisión, donde están ubicados en varios pabellones, sobre todo, en los conocidos con los nombre Zaruma y La Escuela.

Para esto, este sujeto habría contado con la complicidad de Washington Jasmany L. J., uno de los agentes de seguridad penitenciaria del Servicio de Atención a Privados de la Libertad (SNAI), que estaba asignado a las labores de seguridad en ese centro carcelario.

Washington L. habría estado a cargo de entregar armas a los miembros de Los Lobos que iban a cometer el atentado, durante la madrugada del 9 de noviembre de 2025. Además, les habría facilitado la llave del candado para acceder al pabellón Zaruma, dónde están la mayoría de los Sao Box.

Sin embargo, un detalle falló en ese plan inicial: los Sao Box habían puesto sus propios candados en el ingreso al pabellón Zaruma, ubicado en el tercer piso de la cárcel de Machala. Entonces, Los Lobos -armados- bajaron al primer piso e ingresaron al pabellón La Escuela, dónde mataron a cinco presos e hirieron a otros 33, todos identificados con la banda rival.

Los disparos generaron alerta de la Policía Nacional y el resto de los agentes penitenciarios, quienes de inmediato, retomaron el control de la prisión. Los agentes policiales arrestaron a siete reclusos y al guía penitenciario presuntamente involucrado. Esa misma noche fueron procesados por asesinato y en su contra se dictó prisión preventiva.

27 víctimas más revelan secuestros internos

Luego del incidente de la madrugada, el día transcurrió con relativa calma en la cárcel de Machala. O, al menos, eso es lo que pensaba.

Cerca de las 18:00, los presos del pabellón Zaruma y otros del primer y segundo piso -todos controlados por los Sao Box- alertaron a los agentes penitenciarios que en estos sitios había varios presos muertos.

La alerta los tomó por sorpresa, pues no se habían escuchado disparos, gritos, peleas ni nada por el estilo. Sin embargo, cuando la Policía Nacional ingresó a la prisión confirmó que había 27 presos muertos. 

La escena llamó más la atención porque los cadáveres no presentaban signos de violencia, a excepción de uno que tenía marcas en su cuello, cómo que si hubiese sido asfixiado.

El trabajo investigativo reveló que estas 27 personas eran miembros de Los Lobos, pero que estaban "en prenda" en los pabellones controlados por los Sao Box. Es decir, estaban en una especie de secuestro interno en la cárcel de Machala y fueron asesinados como venganza por el atentado de la madrugada.

¿Cómo fueron asesinados? Criminalística todavía está haciendo los análisis para determinar las causas de las muertes y reconfirmar la identidad de las víctimas. Pero, de manera preliminar se cree que estas personas fueron asfixiadas con fundas de basura u otro objeto similar.

Incluso, por casos anteriores registrados en prisiones, la Policía investiga la posibilidad de que en los orificios nasales de las víctimas haya restos de cocaína. Algo que habitualmente es colocado por los asesinos para desviar la atención y que se crea que la muerte fue causada por asfixia en medio de la aspiración de droga