Desde 'taxistas de mar' hasta un restaurante, así es la ciudad flotante de los 'chaluperos' en las costas de Manta
Los ‘taxistas del mar’ han hecho de las costas de Manta su hogar, donde no solo realizan transporte de pasajeros y de carga, sino que han adecuado embarcaciones con habitaciones, cocinas y hasta en un restaurante.

Espacios que han sido adecuados con habitaciones, cocinas y hasta en un restaurante, sobre embarcaciones en las costas de Manta, en Manabí, el 1 de septiembre de 2025.
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Es sábado 30 de agosto de 2025 y en Manta, provincia de Manabí, las actividades en el muelle flotante o de los chaluperos, no se detiene. Siempre hay movimiento. Este sitio, ubicado en la avenida Malecón, es el comienzo de una ciudad flotante y a muchas historias que son parte del mar.
A unos cinco minutos, tras abordar una embarcación tipo panga, más conocidas como ‘taxis del mar’, hay otro entorno o una ciudad distinta, pero que esta sobre el agua, flotando.
En este lugar, los chaluperos desarrollan sus actividades y también han construido su propio hogar sobre el mar. Hay desde fachadas tipo casas, un comedor, una cevichería y hasta un taller mecánico.
Los chaluperos trabajan como ‘taxistas del mar’, transportando pasajeros y carga desde tierra a las embarcaciones y viceversa usando pequeñas embarcaciones. También hacen los llamados recorridos turísticos, en los que muestran las bondades de la naturaleza.
Giovanni Quijije, de 58 años, lleva al menos tres años laborando en el muelle del puerto de Manta. Él calcula que son 120 chaluperos y dice que todos los días es una aventura nueva, porque “a veces hay cosas que uno no ha visto y viene a verlas por primera vez, he visto focas, ballenas aquí cerquita”.
“Nos acercamos a enseñarles los cangrejos, las ballenas cuando es temporada…”, agrega Quijije sobre los recorridos turísticos.
Un restaurante flotante
Ángela Morales tiene un restaurante flotante que está adecuado sobre una embarcación con cubierta, allí realiza desayunos, almuerzos y meriendas, todos los días, para docenas de pescadores y chaluperos.
Quienes lo prefieren comen en el lugar, que está adecuado con sillas y bancos de madera. Por ejemplo, un almuerzo cuesta “USD 2,75 para servirse y USD 3,00 para llevar”, revela Morales.
Ella dice que todos los días, desde hace 10 años consecutivos, hace la misma rutina, a las 05:00 va al mercado a comprar los productos y todo lo necesario para cocinar, llega tipo 06:30 a su comedor y empieza a preparar los desayunos.

“Yo llegué acá ofreciendo comida en tarrinas, cocinaba en la casa y venía a entregar, existía el comedor, pero lo alquilaba otra persona, ahora lo compré yo. La comida le gustó a la gente aquí y pidieron que me quedara”.
Ángela Morales.
En el restaurante se prepara desde platos con productos del mar hasta asados. La tonga y caldo de gallina criolla son los más apetecidos.

Además, hay embarcaciones que han sido modificadas o adecuadas para ubicar cocinas, habitaciones o muebles, que son custodiadas por guardias. Felipe Loor es uno de ellos.
“De noche es duro porque uno tiene que estar ojo al cristo, cualquiera puede pasar y se lleva alguna poma o algo y nos descuentan a nosotros”, manifestó Loor.
Felipe lleva casi toda su vida en las actividades de pesca. Cuenta que primero fue pescador y luego se quedó como guardia en la zona.
“Tengo media casa aquí y la otra en tierra… nosotros hacemos guardia tres personas, 24 horas cada uno… incluso nosotros mismos cocinamos”, explica Loor.
“Es bonito, usted viene aquí y como que se olvida de todo, se relaja, se divierta, aquí la gente es muy sociable”, finalizó Ángela Morales.
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