¿Colada morada y guaguas de pan en Madrid? Sí, los migrantes se las ingenian para conseguirla, pese al alto costo
Ingredientes que llegaron ocultos en las maletas de los viajeros. O que se buscan en tiendas especializadas de ecuatorianos. Los migrantes no dejan su tradición gastronómica del Día de los Difuntos. Hay restaurantes en Madrid que no se han dado abasto estos días.

Erika Vera y Gabriel Serrano son dos machaleños que tienen la panadería Ecuapan, en el barrio madrileño de Vallecas. La colada morada y las guaguas de pan son parte de su ofertas estos días.
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Soraya Constante
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MADRID. La temporada de la colada morada ha comenzado en Ecuador y también en los lugares donde residen los migrantes ecuatorianos. ¿Cuánto se paga por el sabor del Día de los Difuntos a la distancia? En Madrid, el precio de esta bebida varía entre cuatro y seis euros por vaso (USD 4,65 a 7), a los que se suman los dos o cuatro euros (USD 2,32 o 4,65) de la guagua de pan, dependiendo de si lleva o no relleno.
La víspera del Día de Muertos, PRIMICIAS visitó el local de Ecuapan, en el barrio madrileño de Vallecas, donde Erika Vera vende vasos y tarrinas de la colada al estilo de Machala, su tierra. “Es muy diferente a la de la sierra, allí solamente lo hacen con piña”, explica y añade que sigue la receta de su suegra, que lleva mango, pera, manzana, frambuesa, melocotón, uva y mora. Cada tanda u olla de 40 litros le cuesta entre 60 y 100 euros (70 y 116 dólares), según el precio de los ingredientes. Lo más difícil, dice, es conseguir las hierbas: el arrayán, el ataco y la hierba Luisa.
“Las traen mis familiares de Ecuador, porque aquí es muy difícil encontrarlas y cuando hay, los precios son altísimos”, cuenta la machaleña de 35 años. Esa misma logística de traer los ingredientes ocultos en la maleta le sirve a Daysi Morán para abastecer su tienda, La Favorita, también situada en Vallecas.
Esta manabita de 58 años cuenta que una persona le trae las hierbas y que este año le ha cobrado más. “El hombre que me las trae, las trae caritas. Entonces no queda más que subirle un poquito”, dice resignada. Ha colgado un cartel escrito a mano en la puerta que anuncia que vende los ingredientes para la colada morada, y dentro, junto a la caja, tiene pegado otro que detalla los 16 productos que los clientes deben comprar para preparar la colada en sus cocinas.

Según su cálculo, el costo de llevarse lo necesario para preparar una olla de diez litros es de unos 34 euros (40 dólares). Este año las ventas fueron tan buenas en La Favorita que se quedó sin stock antes del Día de los Difuntos. “Me quedé corta, ahora solo tengo naranjilla y algunas hierbas… hasta la harina se me ha terminado”, asegura.
Los clientes que llegan este primero de noviembre se llevan lo que queda como Miriam Chafla, una ecuatoriana que viene de Sevilla, pero no de la ciudad española sino del cantón de Alausí. Esta mujer lleva el ishpingo y el anís estrellado y cuenta que en el balcón de su casa tiene una planta de Hierba Luisa. “La traje de Ecuador, de La Moya, alrededor del 2013, les dije que me regalen un hijito para llevarme y desde ahí lo tengo”.
Cuenta que cuando la planta era pequeña, requería un cuidado constante para protegerla del invierno en Madrid. La dejaba fuera en el día y en la noche la metía a la habitación. Después de los cuidados iniciales, la planta se adaptó completamente al clima español. “Ahora la tengo regada por todo Madrid, creo, les he dado hijitos a mi hermana, mis amigas, todo el mundo tiene".

Los restaurantes ecuatorianos tampoco se dan abasto este fin de semana. El restaurante Doña Marthita incluye en su menú el sabor del Día de los Difuntos todos los años. Su dueña, Martha Sisa, asegura que fue la primera ecuatoriana en traer la colada morada a España, a los parques donde empezó su negocio. “Soy la única ecuatoriana que traje primeramente las coladas moradas aquí, porque era muy difícil traer todos los montes”, recuerda. La suya es una colada de la Sierra, ambateña, como ella.
La producción de este primero de noviembre ha sido intensa, tanto que Martha parece haber perdido la cuenta. “Creo que hoy día llevo unas cuatro ollas, pero grandes, grandes, de unos cincuenta u ochenta litros cada una”. Sus guaguas de pan llevan manteca de puerco, un toque que las distingue de otras versiones. Los precios, dice, se mantienen estables. “El vasito se vende a cuatro euritos como todos los años y las guaguas cuestan lo mismo”.
Entre las ollas gigantes de los restaurantes, los balcones donde crece la Hierba Luisa y las tiendas desbordadas, la tradición del Día de Difuntos se rehace año tras año, resistiendo a la distancia y al precio de los ingredientes.
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