“¿Tener luz después de 10 años? Estamos agradecidos con lo que nos pongan”, se resignan habitantes de la isla Santay
Un proyecto gubernamental para dotar de energía eléctrica a la comunidad de Santay devuelve la esperanza a las familias de esta isla, que se convirtió en 2010 en área protegida, pero que hoy sucumbe en el abandono.

Imagen que muestra unos cuantos faroles que apenas dan iluminación nocturna en la isla Santay, donde habitan 320 personas y no cuentan con el servicio de electricidad. 8 de agosto del 2025.
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Un proyecto para la dotación de energía eléctrica se ha convertido en el combustible que les ha devuelto la esperanza a los 320 habitantes de la Isla Santay, una comunidad del cantón Durán que sucumbe en el abandono y que no ha visto obras en la última década.
La presidenta de la Comunidad de Santay y exmaestra, Jenny Cruz, recuerda de memoria las obras que se han realizado en esta isla en los últimos diez años: Ninguna.
“La única obra que tenemos acá está en nada, la Eco-aldea, que fue obra de Rafael Correa; desde que salió del cargo aquí no ha venido nadie, ni Lenin Moreno, ni Guillermo Lasso”, dice la dirigente que lamenta que la población tenga que vivir con tantas deficiencias.

Las camineras de los puentes que unen Santay con Guayaquil y Durán, por ejemplo, tienen años deterioradas, con huecos que representan un riesgo para los visitantes y los piratas del río se llevan las últimas barandas de aluminio que quedan en los pasos peatonales y ciclovías.
“Turistas casi no hay, esto decayó, está totalmente abandonado, de 100 turistas que antes entraban cada semana ahora llegarán unos 10 a la semana. Los piratas se han llevado toditos los aluminios, bastante se han llevado”.
Jenny Cruz, Comunidad de Santay.
José Delgado, miembro de la Asociación Amigos de Santay, coincide con la impresión lamentable de la dirigente. En la isla, dice Delgado, se consume el agua más cara del mundo, porque para traerla hay que contratar una gabarra, un tipo de embarcación de suelo plano construida para transportar mercancías y cuyo viaje cuesta USD 200.

El agua se almacena en un reservorio que fue donado hace 15 años por la empresa privada Cervecería Nacional, cuenta Jenny Cruz, pero el tanque elevado ya está deteriorado. Se ha 'parchado' varias veces, pero la estructura ya no resiste más. El agua se derrama mientras Cruz pide la donación privada ante la desatención del alcalde de Durán, Luis Chonillo, a quien le han pedido ayuda sin éxito.
“La gente es pobre, son pescadores, familias que viven de la pesca, y ser pescador también es un riesgo por los piratas y porque la pesca se está alejando de los ríos”.
José Delgado, defensor ecosistema Santay
Sin embargo, la mayor necesidad que tienen los isleños se centra en el servicio de energía eléctrica, coinciden ambos defensores de esta área protegida y, desde el año 2000, considerada un sitio Ramsar, sexto humedal ecuatoriano con una extensión de 4.705 hectáreas.
Santay alberga una diversidad de especies animales y vegetales, que incluyen árboles como el guachapelí, el mangle rojo, el guasmo; además de cocodrilos, reptiles, iguanas, mapaches, oso hormiguero. La isla tiene un centro de salud, un pequeño observatorio y una casa comunal.
Paisajes donde predominan la naturaleza y la historia. De hecho, los guías nativos de la isla cuentan que el libertador Simón Bolívar llegó a Santay para descansar mientras convalecía de una enfermedad y escribió ahí su famoso tratado de Guayaquil, una anécdota que cada año la recrean los niños de la isla con la guía de los Amigos de Santay.

La riqueza de su ecosistema no se compadece con el abandono que desluce a Santay, donde los pobladores utilizan velas para alumbrarse, restringen el uso de artefactos básicos para la cocción de alimentos y pueden tener un televisor, pero no la electricidad para disfrutarlo.
“El que tiene la posibilidad de comprar un generador, compra, y lo comparten en cuatro casas, cada una se turna para poner el combustible, el galón vale USD 3 y se lo usa solamente en las noches unas tres horas, nada más”, relata Jenny Cruz.

Más promesas
Durante la campaña electoral de 2025, Cruz llevó, enlistadas en un oficio, las necesidades de Santay a una reunión en la Gobernación del Guayas, cuya titular en ese entonces, Zaida Rovira, visitó semanas después la isla y constató las deficiencias, entre ellas la más apremiante, la luz eléctrica.
“La gobernadora vino a ver lo que yo le había puesto en el oficio, que no tenemos luz, agua y que las camineras están en mal estado. Aquí es necesario la luz, estamos a oscuras. CNEL nos prometió luz eléctrica con cable submarino que va por debajo del puente bascular y que eso se llevaba dos años en hacer los estudios”.
Jenny Cruz, Comunidad Santay
Mientras esa promesa se cumple, la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL) les ofreció a los 320 habitantes la implementación de un sistema fotovoltaico con nuevos paneles solares en reemplazo de los deteriorados y vetustos que datan del gobierno de Rafael Correa.

En Santay, los pocos que aún reciben luz eléctrica por horas mediante aquellos paneles solares han tenido que, por su propia cuenta, darle mantenimiento o comprar nuevas baterías en reemplazo de las dañadas, a un costo de entre USD 300 y USD 600.
“Ya se ha recibido la visita de Celec, estoy contento, porque se le está dando seguimiento a esa propuesta, creo que esto va a desembocar en un proyecto”, comenta el integrante de la Asociación Amigos de Santay, pendiente de que se concreten los ofrecimientos.
De hecho, en el portal del Servicio Nacional de Contratación Pública, Sercop, la CNEL publicó el proceso de ‘Adquisición e Instalación del Sistema Fotovoltaico en Sectores Rurales que no cuentan con servicio eléctrico”, cuya adjudicación está prevista para el próximo martes 12 de agosto con la contratista invitada Espoltel.
“Actualmente la isla no cuenta con una red de distribución eléctrica convencional, lo que ha obligado a sus habitantes a depender de fuentes de energías alternativas poco eficientes y ambientalmente insostenibles, como generadores a diésel o velas”.
Informe de CNEL
Esta situación -agrega la CNEL- “limita significativamente las oportunidades de desarrollo social y económico, afectando directamente aspectos esenciales como la educación, la atención médica y la seguridad”. Los informes de CNEL justifican la contratación del sistema fotovoltaico por USD 799.399.
“No es el mismo sistema anterior, los nuevos paneles solares que van a poner vienen con más energía, pusieron uno de prueba en el restaurante de la comunidad y funciona en perfectas condiciones, son planchas más grandes que las que teníamos y el inversor es más grande, como una nevera pequeña”, contó esperanzada Jenny.

El proyecto representa una luz en medio de la oscuridad, una necesidad para las 56 viviendas y casi 90 familias. “Aunque todavía no nos traigan el cableado submarino, ¿tener luz después de 10 años?, estamos agradecidos con lo que nos pongan”, resalta la dirigente comunitaria.
Mientras que Delgado sugiere agrupar los paneles en una explanada o cancha para que capte mayor energía y puede distribuirse a toda la comunidad mediante cableado que pueda ser llevado a los hogares y registrado con un medidor.
“Se sigue pensando en Santay como si fuera el campo y se cree que no necesitan, y no es cierto, hay niños que estudian, hay mujeres que trabajan y llegan en la noche a hacer sus cosas en la casa”, analiza Delgado.

La propuesta técnica de la Espoltel contempla “baterías diseñadas para aplicaciones de descargas profundas. Diseñada para cumplir los estándares de seguridad, rendimiento y calidad mundial más exigentes”, según menciona la contratista del sistema fotovoltaico.
El plazo para la ejecución del proyecto será de 200 días y la garantía del funcionamiento de los paneles -según Espoltel- bordea los 12 años.
“Hay que ser conscientes de que ahí hay una comunidad y se necesita la energía de manera permanente, no por el tema turístico, lo principal es pensar que ahí viven más de 300 personas y necesitan energía eléctrica para la vida diaria, ojalá que se concrete y pronto con los mayores cuidados relacionados con el ambiente”.
Patricio Cajas, Asociación Amigos de Santay
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