El sismo de Esmeraldas causa temor y angustia en un pueblo que no olvida el terremoto de 2016
Un sismo de magnitud 6,1 sacudió Esmeraldas al amanecer y dejó casas colapsadas, familias en la calle y una comunidad asustada.

Un tractor remueve los escombros de una casa derrumbada por el sismo del 25 de abril de 2025 en Esmeraldas.
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PRIMICIAS
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Redacción Primicias
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ESMERALDAS. Así, sin previo aviso, la tierra decidió sacudirse en Esmeraldas. Eran las 06:44 de la mañana del 25 de abril cuando un rugido subterráneo estremeció a toda la provincia. Lo que parecía otro amanecer cualquiera en barrios humildes como Potosí, Mina de Piedra, San José Obrero o Malecón se transformó en segundos en una escena de angustia, polvo, lágrimas y ruinas.
No hubo tiempo para pensar, solo para correr. “¡Del susto salimos corriendo cuando todo se movía!”, narró una mujer con voz temblorosa. “Entonces miramos a correr, y Mario… Mario quedó atrapado. Le cayó la plancha de cemento de la casa de arriba, justo en la cama donde dormía”
Por fortuna —un consuelo precario en medio del caos—, la estructura no lastimó a nadie, como si la misma suerte la hubiera empujado a tiempo fuera del camino de la muerte. “Gracias a Dios le falló. No lo aplastó”, repitió otra voz con insistencia, como si al decirlo varias veces lograra convencerse de que aún estaba vivo.
El sismo, de magnitud 6,1, no solo desgarró el suelo. Rompió techos, partió paredes, hundió pisos y dejó a decenas de familias sin hogar. En la bajada del Potosí, dos casas se desplomaron por completo. Una de ellas pertenecía a una pareja de ancianos que ahora, sentados sobre los escombros de su vida, apenas levantan la mirada hacia el horizonte.
“Dormíamos los dos”, contó el anciano dueño de la vivienda, con la voz reseca y los ojos hinchados. “Yo estaba parado por ahí, mi esposa seguía acostada. Cuando vino el sacudón todo se vino abajo, no podíamos ni entrar a buscar algo. Todo está perdido… toda una vida de esfuerzo, ahora no tenemos nada”.
Los bomberos llegaron minutos después, sorteando calles bloqueadas y escombros. Daniel, uno de los primeros al mando, explicó que se activaron inmediatamente los protocolos de emergencia. Equipos especializados, paramédicos, perros de búsqueda. “Nos enfocamos en los sectores más vulnerables —dijo—. Hay heridos, casas colapsadas y mucha gente atrapada emocionalmente, aunque hayan logrado salir”.
Hasta el momento, según reportes oficiales, no hay víctimas mortales. Pero el dolor está presente en cada rincón, disfrazado de resignación, de impotencia. “Yo tengo frío —dijo una mujer desde una colchoneta improvisada—. No puedo quedarme aquí. Mi esposo y yo vivimos en una casa que un amigo nos prestó, pero no es nuestra. No tenemos adónde ir”.

En la avenida Pedro Vicente Maldonado, conocida como el Malecón de Esmeraldas, la escena es igual de desgarradora. Allí, donde funcionaban decenas de pequeños talleres de carpintería y locales de venta de madera, la estructura de un edificio antiguo —alguna vez residencia militar— se derrumbó. La propietaria de un negocio contiguo no logra contener las lágrimas mientras señala los restos de lo que fue su sustento por más de 30 años.
“Esa pared cayó como si fuera de papel… y si caía en la noche, hubiera sido una mortandad”, susurra. Su taller quedó sepultado bajo escombros y polvo de cemento. “Las máquinas quedaron aplastadas, no tengo cómo seguir. Lo poquito que se salvó está empapado, y vienen las lluvias”.
En la zona de la Platanera, otro barrio humilde, una casita de caña colapsó hacia el río. En ella vivía don Gregorio, un hombre de 73 años con problemas de salud. “No tengo trabajo, no tengo afiliación, no tengo nada”, lamenta mientras señala con una mano temblorosa los restos de su vivienda. “Lo que tenía, todo, está debajo de esos palos y bloques. Ni a buscar algo podíamos entrar. Mi esposa estaba durmiendo aún”.
Y mientras en el suelo se extiende la desesperanza, en el aire empieza a flotar el clamor. El mismo sentimiento se repite en cada esquina, en cada casa caída, en cada familia a la intemperie: “Ayuda. Apoyo. Por lo menos un techo”.
El gobernador de Esmeraldas, Juan Jaramillo, confirmó la activación del COE provincial y la llegada de ministros desde Quito. “Hay daños en infraestructura en casi todos los cantones de la provincia —informó—. Algunas vías están bloqueadas, como la de San Lorenzo, donde un deslizamiento impide el paso”. Afortunadamente, aclaró, se ha descartado la alerta de tsunami.
Pero eso no basta para apaciguar la incertidumbre. Las calles están llenas de miradas vacías. Los niños, con sus juguetes en la mano, no entienden por qué su cama ya no está. Las madres intentan cocinar con lo poco que rescataron. Y los ancianos simplemente callan.
La ayuda estatal, aunque en camino, no cubre aún la magnitud emocional de esta catástrofe. El terremoto no mató a nadie —al menos no directamente—, pero ha dejado una herida profunda en la memoria colectiva. Una vez más, Esmeraldas tiembla. Y con ella, su gente.
“Este pueblo ha sido golpeado muchas veces —dijo el gobernador—. Pero siempre se levanta. Y nos vamos a levantar de esta”.

Afectaciones estructurales
Las principales afectaciones corresponden a daños estructurales en viviendas y edificaciones. Durante un recorrido por la ciudad se constató la caída de mampostería, paredes agrietadas y colapsos parciales en viviendas, especialmente en el centro en la calle Espejo y la Unidad Educativa Margarita Cortés, donde parte de la infraestructura sufrió afectaciones importantes. Docentes y personal administrativo acudieron al sitio para evaluar daños, mientras se espera un informe oficial.
La comunidad ha respondido con calma, aunque hay familias que continúan fuera de sus hogares por temor a réplicas. Las Fuerzas Armadas se encuentran en el lugar brindando apoyo y garantizando la seguridad. Se exhorta a la población a mantener la calma, permanecer en lugares seguros y tener listas sus mochilas de emergencia.
Una habitante del sector relató que el tercer piso de su casa colapsó, al igual que el de varios vecinos. “Gracias a Dios salimos a tiempo”, señaló visiblemente conmovida. Otro testimonio confirmó que una mujer resultó levemente herida al quedar atrapada entre escombros, pero logró ser rescatada.
Este sismo ocurre a pocos días del aniversario del devastador terremoto del 16 de abril de 2016, lo que ha incrementado la angustia entre la población. “Ya es hora de que el Gobierno nos atienda, nuestras casas están muy deterioradas”, exigió una residente afectada.
En cuanto a datos técnicos, el evento sísmico tuvo una magnitud de 6,1 en la escala de Richter y el epicentro se localizó en la provincia de Esmeraldas, según reportes recogidos en redes sociales y medios locales. Las autoridades se encuentran reunidas en el COE cantonal para evaluar daños y coordinar acciones de respuesta.
Por el momento, se insiste en la necesidad de mantener la serenidad, seguir las instrucciones de los organismos de emergencia y no difundir rumores. Las evaluaciones estructurales continúan y se espera una actualización oficial en las próximas horas.
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