“No me alcanza para el Thanksgiving ”; la inflación en Estados Unidos golpea a las familias ecuatorianas, que se reinventan
Entre ajustes y creatividad, los ecuatorianos en Estados Unidos se preparan para una celebración distinta, pero igualmente significativa. Pese a las dificultades, la tradición estadounidense de la cena de Acción de Gracias reúne a los migrantes ecuatorianos.

Los precios de los comestibles subieron un 2,7% respecto al año anterior en los Estados Unidos. El pavo es el producto estrella de la cena de Acción de Gracias. En la imagen, un supermercado en Newark, Nueva Jersey.
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Selene Cevallos
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NUEVA YORK. En el pasillo de congelados de un supermercado en Newark, Nueva Jersey, Daniela abre y cierra la puerta del freezer del pavo como si estuviera calculando una ecuación doméstica. Mira la etiqueta —30 dólares por un pavo de 18 libras— y repasa mentalmente la renta, el envío semanal a Guayaquil, la factura de la guardería. Suspira, “Este año no me alcanza para el Thanksgiving”. En su carrito hay menos de lo habitual: pollo en oferta, arroz, menestra y un pan de pascua, que remplaza al pie de calabaza estadounidense.
La escena de Daniela se inserta en un contexto amplio. En Estados Unidos residen casi 800.000 ecuatorianos, según los últimos datos del Migration Policy Institute. De ellos, alrededor de 500.000 viven en Nueva York y Nueva Jersey, una de las zonas más caras del país para vivienda y servicios.
La fotografía individual encaja con los datos nacionales. Según el último reporte del Bureau of Labor Statistics, la inflación interanual en alimentos sigue presionando a las familias: los precios de los comestibles subieron 2,7 % respecto al año anterior, con alzas más fuertes en productos frescos y proteínas. Pero el problema no es solo cuánto suben ahora, sino desde dónde: la comida es 18 % más cara que en 2021, antes del gran salto inflacionario.
En el Thanksgiving — o Día de Acción de Gracias, que se celebrará este jueves 27 de noviembre en Estados Unidos— el pavo es fundamental. Por sí solo, puede costar alrededor de 30 dólares dependiendo del peso, pero el verdadero impacto está en el resto del menú. Harina, mantequilla, verduras, azúcar, especias, pan para el relleno, salsa de arándanos, pastel de calabaza y bebidas elevan la factura completa, que este año se ubica —según cálculos hechos por Luis Córdova gerente de un supermercado latino en Nueva Jersey— entre 75 y 95 dólares para una cena de seis personas, y cerca de 130 dólares si se cocina para diez.
“Los precios bajaron en algunos productos, pero la gente sigue sintiendo que no le alcanza porque la renta y las facturas de energía siguen muy altas”, explica Córdova. “Aquí, el pavo cuesta lo mismo que el año pasado, pero la mantequilla, los huevos y algunos vegetales no. El cliente termina recortando”, añade, mientras señala un estante donde el puré instantáneo reemplazó al de papa fresca para muchos compradores.
Entre esos clientes está Carlos, un ecuatoriano de 42 años que trabaja en construcción. Cuenta que antes, el Thanksgiving era su forma de celebrar que “se estaba saliendo adelante”: pavo grande, vino y postres para más de 12 personas.
“Este año lo vamos a hacer más latino, cada quien lleva algo… y más económico: arroz con menestra, pollo al horno y una ensalada. No es resignación, sino adaptación, la idea es estar juntos, no endeudarse”.
Carlos, migrante ecuatoriano en Nueva Jersey, sobre el Día de Acción de Gracias
Los expertos coinciden en que el bolsillo latino sigue bajo presión. El economista Óscar Rivadeneira lo explica en términos simples: “Los precios ya no suben tan rápido, pero todo quedó más caro que antes. Y muchos migrantes ganan lo mismo o apenas un poco más. Por eso la gente siente que trabaja igual que siempre, pero le alcanza para menos”. A esto se suma que una parte del ingreso se envía a Ecuador, por lo que —dice— “el ajuste termina haciéndose allá, en la mesa del día a día, no en la de acá en el país”.

El contexto social, es otra variante. Las redadas migratorias recientes han creado un ambiente de cautela y estrés económico. Muchos evitan trabajar horas extras o desplazarse lejos por temor a operativos. “Cuando la comunidad está nerviosa, compra lo justo y aquí en el supermercado se nota”, dice Luis “La incertidumbre influye tanto como los precios”.
A eso se suman las remesas. Este año, Ecuador recibió más de 2.000 millones de dólares solo en el segundo trimestre, una cifra histórica. Para muchas familias ecuatorianas en Estados Unidos, el dilema de Thanksgiving no es solamente qué poner en la mesa, sino cuánto les quedará para enviar a Cuenca, Loja o Guayaquil en Navidad. “Si gasto 120 dólares acá, mando menos allá”, dice Sonia, migrante de Machala y madre de dos niños en Queens.
Reinvención para reunirse y dar gracias
Pero la historia no es únicamente de recortes. También es un relato de reinvención: la tradición se transforma sin perder su esencia. En muchos hogares ecuatorianos, el pavo convive con arroz con choclo, menestra, maduro frito y ají casero. En otros, el pavo desaparece por completo y es reemplazado por pernil o pollo, pero la reunión familiar se mantiene. “Thanksgiving no es solo el menú, es la oportunidad de estar juntos y agradecer. Y eso no cambia, aunque cambie el plato”, dice la socióloga Andrea Mite.
Daniela lo confirma mientras se despide con su carrito medio lleno. Ha decidido comprar pavo este año. Reemplazará las ensaladas por arroz amarillo, y sus hijos decorarán la mesa con hojas secas del parque. “No es la cena perfecta”, admite, “pero sí es nuestra cena. Juntos. Eso es lo que importa”. Su frase resume algo que va más allá de la inflación: incluso en años difíciles, la capacidad de adaptación sostiene la celebración, y la tradición migrante encuentra caminos para seguir viva.
Mientras cae la tarde en el supermercado de Newark, el gerente Luis Córdova observa a las familias que se llevan pavos pequeños, pollos en oferta o ingredientes mezclados entre lo latino y lo estadounidense. “Mira, tal vez no habrá banquete grande este año”, dice, “pero siempre veo lo mismo: se juntan, cocinan algo especial, ponen música y agradecen. Agradecen que están aquí, que tienen trabajo, que sus hijos estudian, que la familia en Ecuador está bien”.
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