La cantante barbadense de 34 años protagonizó un espectáculo de primer nivel en el estadio State Farm de Arizona, en donde destacó el show de luces y la puesta en escena con plataformas en el aire.
Rihanna, ganadora de nueve premios Grammy, protagonizó el domingo 12 de febrero un esperado regreso a las actuaciones en vivo, en la quincuagésimo séptima edición del Super Bowl.
La artista brilló ante más de 70.000 espectadores en el estadio y estuvo acompañada por unos 50 bailarines en el campo de juego.
La organización prescindió de un equipo de entre 300 y 400 trabajadores para montar el escenario en ocho minutos y desmontarlo con la misma rapidez, una proeza de ingenio que requiere una precisión militar para el concierto en los 13 minutos del descanso.
"Es increíble, es casi imposible", dijo Rihanna, que el jueves contó a una multitud de periodistas que no había dormido la noche anterior cuando un ensayo in situ se alargó.
"He estado tan centrada en la Super Bowl que me olvidé totalmente de que se acerca mi cumpleaños (el 20 de febrero)", añadió Rihanna. "Me olvidé totalmente del día de San Valentín. Estoy en plan, Super Bowl, Super Bowl, Super Bowl".