¡Qué caras están las entradas al Mundial 2026! ¿El fútbol ya es solo para los ricos o se trata de simple oferta y demanda?
Los precios de las entradas son más caros que hace cuatro años y han convertido al Mundial 2026 en el más capitalista de toda la historia.

Hinchas ecuatorianos en los exteriores del Red Bull Arena, el 24 de marzo de 2024.
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EFE
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Cuando Gianni Infantino, el codicioso Presidente de la FIFA, expresó que cada partido del Mundial 2026 sería un auténtico Súper Bowl, no estaba siendo puramente metafórico para que los gringos entendieran de qué se trata eso que allá llaman 'soccer'. El Mundial 2026, bajo la guía de Infantino, pretende que los partidos sean una experiencia como si jugaran los Eagles de Filadelfia contra los Chiefs de Kansas. Y eso incluye parafernalia, espectáculo en medio tiempo y... ¡subir los precios de las entradas!
El Mundial 2026, el primero que se organiza en tres países y que reúne a 48 equipos, tiene los precios más costosos de toda la historia, quizás para estar a la par de su monumentalismo. Si un hincha sigue a su selección a lo largo de todos los partidos hasta la final, podría gastar hasta USD 7.000 solo en boletos, algo que supera ¡en cuatro veces! lo gastado en Catar 2022.
Además, por primera vez se utiliza el sistema de precios dinámicos, que se parece mucho a lo que Uber nos aplica cuando queremos un taxi: adapta su tarifa en función del tránsito, la demanda por la hora y el clima. En el Mundial se espera que partidos turros (¿como el de Ecuador con Curazao, por ejemplo?) terminen siendo más baratos que el de Colombia con Portugal.
Sí, damas y caballeros, estamos en el Mundial más capitalista de la historia, para orgullo de Milton Friedman, el famoso teórico de la economía y Premio Nobel que cobraba por sus conferencias, pues decía que "nada es gratis" y que cobrar por una entrada a un evento con asientos limitados era favorecer a los que realmente le daban su valor. En otras palabras, el Mundial aplica por primera vez de forma apropiada el sistema de precios y la única ley de vida: la oferta y la demanda.
El problema es que el costo se volvió demasiado alto para los raquíticos ingresos de los ecuatorianos y latinoamericanos en general, lo que dificulta a los hinchas que deseen viajar a Estados Unidos. Porque, además de las entradas, están los vuelos, los hoteles, el alquiler de auto, el estacionamiento (¿USD 200 dólares por parquear?) y la comida. Y no olvidemos los intereses, porque las tarjetas de crédito no son adiministradas por monjitas. Otra vez citemos a Milton Friedman: nada es gratis, ¡nada!
Pero el verdadero problema está en que Infantino le da la estocada final al concepto del fútbol como rey de los deportes, que lo era por sus reglas sencillas para que todos lo jueguen y porque lo practican todos, ricos y pobres.
El auge del fútbol fue posible por su extraordinaria sencillez: basta una pelota, un lugar despejado, dos piedritas para delimitar los arcos, ¡y a jugar! El profesionalismo requirió invertir en canchas, sueldos, indumentaria y cosas así. Y eso volvió costosas las entradas. Lo vemos en esa maravillosa película británica llamada 'Full Monty', en que el protagonista lamenta no poder llevar a su hijo al fútbol porque no puede pagar las entradas de la Premier League.
Pero, hasta hace poco, era posible hacer un esfuerzo e ir al Mundial. Pero ahora, gracias a Infantino, el viaje al Mundial también entró al terreno de lo aspiracional, es decir, eso que se sueña en alcanzar... y nada más.
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