El karting ecuatoriano pisa a fondo y clasifica a cinco pilotos al Mundial Rotax 2025 en Bahréin
El Rotax Max Challenge South America 2025 no solo coronó campeones: también definió a los pilotos ecuatorianos que representarán al país en las Rotax Grand Finals 2025, que se disputarán en el Bahrain International Karting Circuit, del 29 de noviembre al 6 de diciembre.

Los pilotos en el Rotax Max Challenge International Trophy South America 2025.
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El rugir de los motores se escuchó con más fuerza que nunca en el Kartódromo Cotopaxi, en Latacunga, uno de los escenarios técnicos del continente y sede, por segunda vez, de una competencia internacional.
Durante la semana del torneo, más de 130 pilotos de toda Sudamérica se enfrentaron en ocho categorías, en medio de un ambiente vibrante que reunió a más de 900 personas entre equipos, familiares y público. El sábado 25 de octubre, en la gran final, 1.300 espectadores colmaron las gradas para presenciar una verdadera fiesta del karting sudamericano.

El evento fue decisivo para el país. Por primera vez, Ecuador clasificó a cinco pilotos al Mundial Rotax, un hecho histórico que refleja el crecimiento del kartismo nacional.
“Este año se repartieron cupos para el Mundial en nuestra pista”, explicó Juan José Rivera, director general del Kartódromo Cotopaxi. Además de los ganadores anuales, triunfaron pilotos ecuatorianos en las categorías Micro, Mini, Senior, Máster, Dd2. "En total, por primera vez en la historia, enviamos cinco representantes al Mundial de Bahréin".
Los clasificados son: Michael Toledo (Micro Max), Julián Gobeo (Mini Max), Gustavo Vargas (Senior Max), Jorge Matos (Máster Max) y Henry Pozo (DD2 Senior). Detrás de cada clasificación hay una historia de esfuerzo familiar, disciplina y sueños que se construyen con amor por la velocidad.
El karting, considerado el semillero natural del automovilismo profesional, es el punto de partida para quienes aspiran a las grandes ligas del motor.
“Con todas las carreras que realizamos en nuestra pista, bajo estándares internacionales, estos sueños comienzan a cumplirse”, explica Juan José Rivera, director del Kartódromo Cotopaxi. “Queremos aportar para que, más allá de hacer crecer el karting, pronto tengamos estrellas en las categorías superiores”.
La adrenalina se percibe desde las gradas, pero son los pilotos quienes la viven con intensidad. A sus 11 años, Michael Toledo, campeón sudamericano de la categoría Micro Max, resume con inocencia y ambición lo que siente detrás del volante: “Siento que estoy en un Fórmula 1. Que puedo ganar todas las carreras si doy lo mejor de mí”.
Para Michael, este fue su primer torneo sudamericano, pero ya sueña en grande: “Aspiro a llegar a la Fórmula 1 o Fórmula 2 y correr con Ferrari o Red Bull”, dice con una sonrisa que no oculta su determinación.

Su padre, Ismael Toledo, acompaña cada paso. “El orgullo que tenemos como familia es inmenso. En Azogues nunca habíamos tenido un campeón nacional ni sudamericano. Ahora todo el mundo nos felicita. Es algo que no se puede describir”, cuenta.
Sin embargo, reconoce la falta de respaldo institucional: “Hasta ahora no hemos recibido ningún apoyo, a pesar de que mi hijo es campeón sudamericano. Tocamos puertas en la federación, pero nos dijeron que no hay presupuesto. Aun así, seguimos, porque creemos en su talento”.
Con 17 años, Gustavo Vargas representará a Ecuador en la categoría Senior Max. En solo dos años dentro del karting ha alcanzado un nivel que lo impulsa a soñar con llegar a la Fórmula 4 o la IndyCar.
“Sentí que estaba en casa, con el apoyo de todos, y eso me permitió concentrarme”, recuerda Gustavo. “El karting me enseñó a ser humilde, a controlar los nervios y a tomar decisiones en milésimas de segundos”.
Su padre, también Gustavo, describe el sacrificio familiar detrás de cada logro: “Nos levantamos a las siete de la mañana, viajamos, desayunamos en carretera y pasamos todo el día en el kartódromo. Gus se prepara en el gimnasio, juega pádel para mejorar su resistencia y entrena en simuladores cuando no está en pista. Si no está en el colegio, está en el simulador. Esa es la realidad”.
Aunque se preparan con entusiasmo para viajar a Bahréin, la familia enfrenta el mismo reto económico. “En Ecuador no hay respaldo al karting. Ni las empresas privadas ni las instituciones públicas se acercan. Todo se financia en casa, con algunos auspiciantes amigos que creen en él. Es un deporte costoso, pero seguimos porque lo que nos mueve es la pasión”.
Ambas familias coinciden en que el apoyo de los colegios ha sido clave para equilibrar estudio y competencia. Los jóvenes entrenan entre semana, estudian a contrarreloj y aprovechan fines de semana completos en el circuito.
“Ya no van a fiestas infantiles; entrenan dos o tres veces por semana y pasan casi 15 días al mes en el kartódromo”, comenta Rivera. “Es un esfuerzo no solo del piloto, sino de toda la familia”.
Con la competencia a pocos días, los pilotos ajustan su preparación física y mental. “Estamos terminando de afinar la parte técnica y organizando todo lo económico”, explica Vargas padre. “Lo importante es que ellos están motivados, enfocados y listos para representar al país”.
Ambos, Michael y Gustavo, comparten un mismo objetivo: dejar el nombre del Ecuador en lo más alto y demostrar que el sueño de correr entre los mejores del mundo también puede nacer en el asfalto de Latacunga.
Desde el Kartódromo Cotopaxi, sede de la competencia y orgullo de la región andina, se impulsa un proceso que combina infraestructura, formación y pasión.
“Estos chicos son el futuro del deporte motor ecuatoriano”, afirma Juan José Rivera, director del circuito. “Su disciplina, el apoyo de sus familias y la oportunidad de competir en casa nos permiten soñar en grande. Queremos ver a un ecuatoriano en las grandes ligas, y ese camino empieza aquí”.
Con 28 años de experiencia en el karting, el piloto ecuatoriano Jorge Matos también celebra este momento histórico para el deporte motor nacional. Nueve veces campeón nacional y dos veces campeón panamericano, acaba de sumar a su trayectoria su primer título sudamericano profesional.
A sus 42 años, Matos vuelve a prepararse para representar al país en el Mundial Rotax Grand Finals 2025. “He visto a muchos niños empezar y caerse, pero lo importante es no rendirse”, afirma. “Al principio todo cuesta, sobre todo cuando sales del país, pero con disciplina y fe se llega lejos”. Para Matos, su reciente victoria es la prueba de que la perseverancia da frutos.

“El automovilismo es un deporte de paciencia. Los resultados llegan, pero hay que creer, prepararse y apoyar a los chicos que vienen detrás. Ellos son quienes pondrán al Ecuador en lo más alto”.
Más allá de los trofeos, lo que quedó en Latacunga fue un mensaje de esperanza. Cada niño y joven que se subió a un kart lo hizo con la convicción de que los sueños pueden alcanzarse con trabajo, constancia y amor por lo que se hace.
Cuando las luces del semáforo se enciendan en Bahréin, no solo partirán motores: también despegará una nueva generación de pilotos que lleva consigo el anhelo de todo un país.
* Escrito por Karen Moyano, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ)
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