Michael Morales, el ecuatoriano que pelea “sin paro” y promete celebrar con la Tri, pisa fuerte en Nueva York
El peleador ecuatoriano se presentó hoy en Nueva York para hablar de la pelea de este sábado, en el Madison Square Garden, frente a Sean Brady. Hubo espacio para las bromas, la seriedad e incluso para hablar con frases muy ecuatorianas.

Michael Morales, durante la conferencia de prensa en Nueva York, previo a su pelea con Sean Brady. El ecuatoriano lleva 18 peleas invicto en su división de la UFC.
- Foto
Selene Cevallos
Autor:
Actualizada:
Compartir:
NUEVA YORK. La sala del Hilton Midtown, en Manhattan, estaba llena de periodistas que esperaban su ingreso. Cuando Michael Morales apareció, el murmullo se apagó. Afuera, el aire de noviembre hacía temblar los ventanales, pero adentro lo único que se movía era el enjambre de cámaras apuntando a un joven ecuatoriano de 25 años, invicto en dieciocho peleas y dueño de una calma que contrastaba con la tensión del ambiente.
“Cada pelea es diferente” dijo este miércoles 12 de noviembre. “Pero esta, sin duda, se siente especial”. Se acomodó la gorra negra de la UFC, apoyó los brazos sobre la mesa y habló con voz firme: “Ya sabía que iba a pelear con él -Brady-. Solo que me tenían en espera. Yo siempre estuve listo”.
Explicó que la preparación había sido intensa: cuatro semanas de campamento completo, con jornadas dobles de boxeo, lucha y jiu-jitsu. Aseguró que el trabajo ha sido limpio y técnico, con el mismo equipo y la misma rutina que lo acompañan desde sus inicios. “Nada cambia —comentó con una media sonrisa—. Aquí es sin paro.” La frase, tan ecuatoriana como él, hizo dudar un instante a su intérprete, que buscó la palabra más cercana para traducirla.
Morales habló de su estrategia con franqueza: “Brady tiene buena lucha, pero no hay que temerle. Es un rival como a cualquier otro, un hombre que tiene sangre, que tiene consecuencias, como yo”. Se prepara para todo, no se casa con un estilo. Si la pelea va al piso, peleará en el piso; si se mantiene arriba, allí permanecerá. Lo importante, dijo, es hacerlo rápido, limpio y elegante. Su meta no es impresionar con golpes espectaculares, sino con eficiencia. Cada pelea, repitió, es una oportunidad para evolucionar.
Durante la conferencia, Morales usó con espontaneidad expresiones de su tierra. Al responder a un periodista que le insistía en una pregunta, le dijo con humor: “ya te expliqué, ñaño”. En otro momento, tras una frase en inglés, sonrió cuando su traductor dudó un instante antes de interpretar. El ambiente se distendió: entre risas, quedó claro que el ecuatoriano se sentía cómodo, hablando como en casa, aunque estuviera frente a la prensa internacional.
Minutos antes, el brasileño Carlos Prates lo había mencionado entre los rivales más serios de la división. Morales evitó cualquier tono de confrontación y se limitó a subrayar que está en la UFC para enfrentar a los mejores y continuar su camino hacia el título. Añadió que, en cuanto tenga la oportunidad, intentará noquear, una declaración breve que resumió su enfoque para el combate.
Aun con su seguridad, aclaró que no se adelanta al cinturón: primero quiere ganar el sábado, concentrarse en lo inmediato y después, dijo entre risas, “ya viene el relajo”. Explicó que piensa quedarse en Nueva Jersey unos días más, para asistir al partido entre Ecuador y Nueva Zelanda, comentó, entre la complicidad de los compatriotas presentes.
Cuando se le preguntó qué le gustaría dejar más allá de los títulos, Morales habló de futuro. Explicó que su objetivo es abrir camino a otros peleadores ecuatorianos, que las nuevas generaciones puedan salir del país, entrenar en el extranjero y mostrarse al mundo. Aclaró que todavía no piensa en fundar una escuela, pero sí en impulsar oportunidades para quienes vengan detrás. Todo, dijo, debe hacerse paso a paso.
Su madre su amuleto más fiel
A un lado del salón, su madre, Katty Hurtado, lo observaba en silencio. Llevaba puesta la camiseta que le regalaron en Machala, convertida ya en su amuleto de viaje. No necesitó hablar al micrófono: bastaba verla. Más tarde, cuando conversó brevemente con PRIMICIAS, dijo que lo ha acompañado desde los primeros torneos infantiles, que lo ha visto crecer con disciplina y que ahora lo siente más maduro, más enfocado. Contó que de sus tres hijos, Michael fue el único que siguió el camino de las artes marciales de manera profesional, y que, aunque cada combate le acelera el corazón, no se imagina no estar ahí para verlo subir al octágono.

Morales, sin saber que su madre estaba respondiendo a pocos metros, habló de ella con la gratitud de siempre: “Si no tuviera la madre que tengo, no sería la persona que soy”.
El sábado, cuando entre al Madison Square Garden, lo acompañará esa camiseta de Machala, el eco de su ciudad natal y una multitud que lo sigue desde Queens, Ecuador y el resto del mundo. Después de la pelea, promete quedarse para alentar a la Tri entre ecuatorianos, risas y banderas.
Y si el tono de su voz al despedirse fue un presagio, quizás Nueva York esté a punto de escuchar un nuevo grito en español resonando entre las luces del Madison Square Garden:
“¡Arrecho Ecuador!”
Compartir: