El Black Friday y los cupones de descuento se convierten en estrategia de vida de los migrantes en Estados Unidos
El “Viernes negro”, o Black Friday, ya no es solo un día de ofertas; para muchos migrantes ecuatorianos es un ejercicio preciso de cuándo, dónde y cómo comprar para luego, a veces, vender eso comprado.

Los cupones de descuento son populares entre los migrantes ecuatorianos en Estados Unidos. Saber usarlos en el momento exacto llega a ser un conocimiento que rinde en ahorro para sus economías.
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Selene Cevallos
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NUEVA YORK. A las ocho de la mañana, entre el vapor que sale de los carritos de bagels en Jackson Heights, Franklin abre tres aplicaciones antes de comenzar su turno. No está cazando la pantalla gigantesca del anuncio de medianoche ni buscando el gadget del momento. Está siguiendo algo más cotidiano: la laptop que su hijo necesita en Ecuador para la escuela, la promoción de audífonos que usa todos los días camino a su trabajo y un descuento que solo dura dos horas. “Aquí uno aprende a comprar”, dice. En esa frase nace un fenómeno que cruza necesidad, astucia y adaptación cultural: el cuponeo, ese arte tan estadounidense, pasó a formar parte natural de la vida latina.
María González, consultora financiera ecuatoriana radicada en Nueva York, explica que en Ecuador, los cupones son casi una rareza. No existen las circulares de veinte páginas en la puerta, ni son frecuentes los programas que acumulan puntos por cada centavo gastado, ni la lógica de combinar un cupón, más un cashback, más una rebaja temporal. Por eso sostiene, que resulta llamativo cómo, una vez en Estados Unidos, muchos migrantes no solo adoptan este sistema, sino que lo perfeccionan hasta dominarlo. “Los consumidores latinos son quienes más utilizan las promociones combinadas, los llamados stackable deals”, explica.
Parte de ese aprendizaje tiene una razón económica evidente. Según el Bureau of Labor Statistics, la comida sigue siendo 18 % más cara que en 2021, y aunque el ritmo inflacionario se moderó, los precios no han regresado a los niveles previos. Como resultado, los consumidores —incluidos los migrantes— se están volviendo más estratégicos, más atentos y más pacientes al comprar.
Las cifras acompañan el fenómeno. Adobe Analytics, la plataforma que analiza más de un billón de visitas a sitios web de comercio electrónico y monitorea el comportamiento de los principales retailers del país, confirmó que los latinos fueron el grupo que más incrementó el uso de cupones digitales, alertas de precios y programas de cashback durante 2024-2025. Es un comportamiento que combina tecnología, cálculo y un nuevo tipo de alfabetización financiera.
Elena, lojana que trabaja en una tienda de Queens, descubrió las aplicaciones de descuento por una compañera de trabajo. “Al principio no creía que te devolviera dinero”, confiesa. Hoy usa Target Circle, Rakuten y Fetch Rewards como quien revisa el clima antes de salir de casa. Con esos sistemas compra detergente, vitaminas, ropa térmica y productos básicos. “El verdadero Black Friday es cuando bajan las cosas que uso todos los días”, dice.
Método y aprendizaje de los descuentos
En una sucursal de Best Buy en Brooklyn; Michael, dependiente de la tienda, confirma el patrón. “Los clientes latinos son de los más metódicos”, afirma. “Saben cuánto costaba un producto antes, cuánto bajó y qué cupón se puede combinar”. Explica que el interés no se limita a televisores o audífonos: incluye laptops para los hijos, teléfonos de trabajo, herramientas eléctricas y pequeños electrodomésticos que sustituyen varios gastos en el hogar.
La tecnología también ha creado un espacio de aprendizaje colectivo. TikTok, Instagram y foros de deals se han llenado de videos cortos donde usuarios latinos explican tácticas avanzadas de compra. El hashtag #concupones BlackFriday supera los 40 millones de reproducciones. No se trata de consumidores impulsivos, sino de una comunidad que enseña y replica un método.

Para algunos, incluso, esto se convirtió en un ingreso adicional. Cristina, estudiante ecuatoriana del Bronx, compra ciertos productos tecnológicos en esta época para revenderlos en Ecuador durante Navidad. “No paga todos los ‘bills’, pero me ayuda a pagar parte de mis gastos”, dice.
Es la víspera de Black Friday, Franklin revisa por última vez el precio de la laptop y guarda el celular antes de subir al metro. Asegura que esperará unas horas más por si aparece un ajuste de último minuto. Su rutina —mirar, comparar y volver a mirar— resume una escena frecuente en estas fechas: migrantes que afinan cada decisión de compra en medio de una temporada que alguna vez estuvo asociada al consumo impulsivo y que hoy se vive, en muchos hogares, como un cálculo preciso para aprovechar el momento justo.
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