Robo de película, inundación, riesgo de derrumbe y huelga, un año que el Museo de Louvre quisiera olvidar
Este viernes, el Museo de Louvre reabrió sus puertas "con normalidad", pero el ícono cultural de París continúa en crisis, exacerbada desde el "robo de película" que ocurrió este 2025.

Vista desde el exterior del Museo de Louvre, en París, en diciembre de 2025.
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AFP
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El 2025 ha sido un año de pesadilla para el Museo de Louvre, en París (Francia). Este viernes 19 de diciembre pudo abrir sus puertas "con normalidad", después de que el personal del museo más visitado del mundo votara el fin de la huelga, tras tres días de paro en protesta por las condiciones de trabajo, y en un contexto de crisis por el espectacular robo de joyas ocurrido en octubre.
Los trabajadores votaron no continuar la huelga, pero mantuvieron su convocatoria para después de las fiestas de fin de año debido a que no hubo "avances suficientes" en las negociaciones, indicaron los sindicatos CGT y CFDT.
La próxima reunión asamblearia del personal para decidir si reanudan el paro está prevista el 5 de enero.
El museo, en en 2024 recibió casi nueve millones de visitantes, está en el ojo del huracán desde el espectacular robo del 19 de octubre, en el que cuatro hombres irrumpieron por una ventana y se llevaron en pocos minutos varias joyas de la Corona por un valor de más de 100 millones de dólares.

El establecimiento también tuvo que cerrar una galería en noviembre debido al deterioro del edificio y sufrió hace unas semanas un escape de agua que dañó cientos de obras de la biblioteca de Antigüedades egipcias.
Si el 2025 comenzó en el Museo del Louvre como un año de grandes proyectos y esperanzas, gracias al anuncio de un plan masivo de reformas que anunciaba su "renacimiento", se va a terminar como una auténtica pesadilla que no ha hecho más que empeorar.
A inicios del año, el presidente Emmanuel Macron anunció el plan 'Louvre –Nouvelle Renaissance', para demostrar que el Gobierno se tomaba en serio la protección de este gran tesoro nacional; después de que se filtrara que la presidenta del museo, Laurence des Cars, había alertado al Ministerio de Cultura de la "obsolescencia inquietante" de sus instalaciones.

La novedades que coparon los titulares fueron, sin duda, el anuncio de la construcción de una nueva entrada por el este, alternativa a la Pirámide, y la creación de una sala separada para exponer 'La Gioconda', muy masificada.
Pero el nivel de urgencia de esas reformas, que no se completarán hasta el 2031, iba a quedar en absoluta evidencia en la mañana del 19 de octubre, un domingo que había comenzado como cualquier otro en el inmenso palacio, mientras un comando de cuatro ladrones se acercaba por la orilla del Sena.
El robo del siglo
Les bastaron unos 8 minutos para forzar su entrada en la Galería de Apolo, que alberga joyas de la Corona francesa, para hacerse con ocho de esos tesoros -más una corona de la emperadora Eugenia, de diamantes y esmeraldas, que los ladrones dejaron caer en su huida- y emprender la fuga.

Los protocolos, cámaras y medidas de seguridad funcionaron pero eran insuficientes, como demostraron después las pesquisas administrativas, y una diferencia de tan solo 30 segundos habría permitido aprehender a los malhechores.
Se hubiera logrado si, por ejemplo, los cristales de la galería asaltada hubieran resistido un poco más al forcejeo o si se hubiera dado la alerta antes, algo imposible porque los puestos de vigilancia no cuentan con suficientes pantallas para ver todo en directo.
Los presuntos cuatro autores materiales del robo y algunos de sus cómplices fueron apresados en las semanas siguientes, todos en el área de París, pero las joyas -tasadas en 88 millones de euros aunque de un valor patrimonial inestimable- no han podido ser recuperadas.

Más allá de esa pérdida, el hurto ha sido una catástrofe en términos de imagen para el Louvre y para Francia.
Sobre todo porque no se pueden atribuir a un factor aislado, sino a una auténtico encadenamiento de disfunciones, desde la subestimación del riesgo de asalto hasta la deficiente transmisión de documentos sensibles entre los equipos, como una auditoría de 2019 que identificaba con precisión el riesgo que implicaba el balcón que da al río Sena utilizado en el robo.
Problemas estructurales en el edificio y huelga
Tras el robo se anunciaron medidas como la instalación de 100 cámaras perimétricas o la colocación de un puesto móvil de policía en el museo, que estará operativo desde este viernes. Asimismo, en 2026 comenzará a implementarse un plan director general de seguridad, que lleva en preparación nada menos que desde 2017.
Pero la seguridad está lejos de ser el único problema grave del enorme complejo de 37 hectáreas, que tiene en exposición unas 30.000 obras y comprende también el Jardín de las Tullerías.
"Debemos hacer frente a la obsolescencia de las infraestructuras técnicas, a la fragilidad cada vez mayor del Louvre, que es a la vez palacio y museo, a los desequilibrios en los flujos de público, con una afluencia masiva a algunas salas mientras que otras permanecen vacías"
Des Cars ante la comisión de Cultura del Senado francés
Las deficiencias quedaron subrayadas cuando en noviembre tuvo que cerrar, por precaución, una galería de antigüedades griegas y varias oficinas, tras haberse constatado la fragilidad en algunas de las vigas de uno de los flancos del denominado cuadrilátero Sully.

Y más aún cuando en diciembre salió a la luz que el 27 de noviembre hubo una inundación en la biblioteca de antigüedades egipcias por la avería de unas tuberías, de las que se sabía que eran demasiado antiguas, y varios documentos y obras resultaron dañados.
En esta tormenta, los trabajadores del Louvre decidieron el 15 de diciembre iniciar una huelga indefinida por las condiciones que atraviesa la institución.
Ese lunes el museo permaneció cerrado, el martes estuvo clausurado al público como es costumbre y este miércoles y jueves abrió solo parcialmente, a pesar de la continuidad del paro.
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