Las ferias con comerciantes informales, impulsadas por la Alcaldía de Guayaquil, chocan con denuncias de vecinos del centro
Los propietarios de negocios formales del centro de Guayaquil denuncian disminución de hasta el 50% de ventas. El modelo municipal para regular el comercio informal exhibe grietas en barrios populares.

Comerciantes informales se toman una acera para exhibir su mercadería en las calles Pío Montufar y Alcedo, en el centro de Guayaquil, el 3 de julio de 2025.
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PRIMICIAS
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Redacción Primicias
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En las esquinas de las calles Pío Montúfar con Alcedo y Pedro Pablo Gómez, en el centro de Guayaquil, un “centro comercial del piso” se instala sin permiso sobre las aceras. Comerciantes informales ocupan a lo largo de dos cuadras el espacio público para exhibir ropa, calzado, utensilios para el hogar y artículos de segunda mano.
Los transeúntes deben bajar de la vereda para evitar sortear montículos de mercadería, grupos de personas en situación de calle o consumidores de drogas. La escena evidencia las grietas de un modelo municipal que busca ordenar el comercio autónomo a través de ferias municipales.
A solo cuatro cuadras, en la calle Cacique Álvarez, entre Ayacucho y Olmedo, en el sector comercial de la Bahía, los recuerdos de las ferias municipales recientes aún incomodan a vecinos y negocios formales.
Allí, donde el municipio ha organizado tres ediciones entre diciembre de 2023 y mayo de 2025 con hasta 200 carpas de venta de productos de toda índole, los residentes dicen sentirse sitiados, pues denuncian que su calle se convierte de forma temporal en “un desorden normalizado por la autoridad municipal”.
“Es una lucha de todos los días. Pero hay que tener corazón para entender que estas personas (comerciantes autónomos) tienen que llevar el pan a sus casas”.
Aquiles Alvarez, alcalde de Guayaquil.
“Nos bloquean nuestra libertad”, resume Sonia Barrezueta, moradora y propietaria de un predio del sector. Las ferias convierten la calle en un mercado caótico por hasta tres meses al año -dice-, impidiendo el parqueo de vehículos de los vecinos, el ingreso de ambulancias y de camiones de carga, afectando actividades cotidianas y la seguridad del sector.

Ferias que incomodan a vecinos y comercios formales
La Alcaldía de Guayaquil destaca que ha censado desde mayo de 2023 a más de 13.000 comerciantes autónomos y que las ferias son “ordenadas, seguras y limpias”, con ventas de hasta USD 20.000 por evento. Los corredores navideños implementados en la Bahía, por ejemplo, organizados en 2023 y 2024, generaron ventas por cerca de USD 2 millones, según reportes de la Alcaldía de Guayaquil.
El programa de reconversión del espacio público en zonas para la economía informal consiste en instalar carpas de forma temporal en espacios públicos, pero en sectores como la calle Cacique Álvarez las ferias se extienden cada vez por hasta dos meses.
Residentes como Rebeca Cevallos aseguran haber presenciado peleas, consumo de alcohol en las veredas y dicen que los soportales se convierten en “orinales públicos” durante los eventos.
“No se puede sacar ni el carro del garaje”, denuncia Cevallos. “Una vez vimos a dos vendedores de carpas que se agarraron a pelear entre ellos. Y en las noches, los que cuidaban los puestos, se quedaban tomando con música fuera de nuestras casas”.
Los vecinos han documentado conexiones eléctricas ilegales de las carpas municipales que pueden generar sobrecargas o cortocircuitos y han enviado oficios al Municipio, a los Bomberos y a la Gobernación solicitando que las ferias se realicen en otro lugar.
Las quejas no solo provienen de residentes. Jordi Pérez, propietario de un comercio, asegura que su negocio pierde hasta el 50 % de las ventas cuando las ferias ocupan la calle: “Nuestros mejores meses son noviembre y diciembre, pero justo ahí invaden la calle. Nuestros clientes no pueden llegar en sus vehículos y muchos transeúntes dejan de pasar por aquí al encontrarse con cuatro hileras de carpas”.

El alcalde defiende el modelo
Aunque el Municipio insiste en que estas ferias han sido organizadas sin registrar delitos, algunos moradores sostienen que la acumulación de gente favorece extorsiones. Una comerciante denunció que, días después de terminada una feria, recibió amenazas de desconocidos que sabían detalles de sus movimientos, lo que la llevó a sospechar que “hicieron inteligencia desde adentro de la feria”.
En medio del malestar, también circulan denuncias de presunta corrupción sobre un supuesto funcionario municipal, según versiones de comerciantes, quien “vende” los puestos en las ferias por valores entre USD 150 y USD 300. “Se supone que esto es para comerciantes ambulantes necesitados. No es justo que alguien se enriquezca así mientras nosotros sufrimos pérdidas y caos”, dijo un vecino.
El alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, defendió el modelo en su rendición de cuentas del pasado 23 de junio de 2025, aunque reconoció dificultades para congeniar el orden con la necesidad de brindar facilidades a personas que se han visto forzados al trabajo informal. “Nosotros sí reconocemos nuestros errores, pero también hay compromiso y decisión para corregir”, dijo en su intervención.
Alvarez destacó que 13.000 comerciantes autónomos, a los que se les ha otorgado la posibilidad de trabajar de una nueva forma a través de las ferias, están siendo capacitados.
“Tenemos que jugar con los dos temas, con el orden, pero entender de que no hay trabajo y que las familias tienen que comer”, señaló Alvarez.
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