Economía Amarilla

Huevos de gallinas felices, el ‘boom’ post-pandemia

Cada vez más granjas se suman a la tendencia saludable y de bienestar animal. Hoteles, restaurantes y cadenas de retail demandan más producto. Este negocio que ya es una realidad en el país requiere de mucho tiempo, paciencia y amor.

Autor: Redacción Empresas

Actualizada:

26 Feb 2024 - 11:41

- Foto: Gallinas felices. Cortesía PAE.

Cada vez más granjas se suman a la tendencia saludable y de bienestar animal. Hoteles, restaurantes y cadenas de retail demandan más producto. Este negocio que ya es una realidad en el país requiere de mucho tiempo, paciencia y amor.

Hasta antes del aislamiento por la pandemia, en marzo del 2020, los hábitos de consumo obedecían más a temas de moda que a una consciencia sobre los beneficios de alimentarse de manera saludable. Por eso, en ese tiempo, era casi nulo el conocimiento sobre la producción de huevos orgánicos o de gallinas felices. Pero con el confinamiento eso empezó a cambiar, tanto desde la demanda como desde la oferta. En el primer caso, la búsqueda de alimentos más naturales hizo voltear la vista a las familias hacia ese -aún- incipiente mercado. Del otro lado, las granjas vieron en este producto una oportunidad de negocio que ahora les empieza a rendir frutos.

Así lo cuenta Cléber Rodríguez, propietario de Ecuahort. “El negocio lo empezamos con mis hijos hace cuatro años. Iniciamos como hobby con gallinas ponedoras de huevos blancos, en el patio de nuestra casa, en Guayllabamba. Luego cambiamos a gallinas criollas, que ponen huevos con colores más llamativos (verdes, azules, marrones, blancos). Así nos pusimos  a tocar puertas y buscar clientes. Arrancamos con 500 gallinas, pero tuvimos que aprender a las duras; la mitad había sido gallo. Nos dimos cuenta solo cuando crecieron, ahí perdimos unos USD 20.000. Pero seguimos. Invertimos en 2.000 gallinas, gracias a que logramos ingresar en Supermaxi. Estamos dos años y medio con ellos. Vendemos entre 800 y 1.000 huevos diarios. El precio es más caro porque las gallinas se dedican más a ser gallinas que a ser máquinas ponedoras. Por eso, el rendimiento del lote es de la mitad”.

En eso coincide Cristina Alarcón, coordinadora de Gallinas Libres de Protección Animal Ecuador (PAE). “El dolor de la gallina es el que subsidia el precio, mientras más barato es el huevo, la gallina está más explotada”. Este proyecto nació en 2018, después de que la organización fuera invitada a participar en un congreso internacional organizado por The Human League. En ese instante, se suscribió a la coalición Open Wing Alliance para trabajar con empresas por el trato ético a los animales. “Caminamos por varios ejes: el corporativo, para que las compañías se comprometan al consumo de este tipo de huevos; el trabajo con las granjas; y, el educacional”.

Actualmente, según Chicken Watch, 64 empresas dentro de Ecuador se han comprometido a utilizar cada vez más huevos de gallinas felices en sus tareas, entre ellos, Selina Hotels, Panadería Ficoa, Origenes Healthy Market, L’Arcadia, Dos Sucres, Casa Zuleta Delicatessen, LSG Group, Toridoll, Mulala Coffee Shop, etc. En cuanto a los proveedores del producto, Alarcón recuerda que en un inicio eran muy pocos, se podían contar con los dedos de la mano. En estos momentos ya suman 14 granjas a escala nacional, que producen 19.560 huevos diarios, solo de su lista. “Hoy hay más granjas que empiezan a formalizarse y a modernizarse, incluso invirtiendo en incubadoras para gestar sus propias gallinas. Quienes entran en nuestro proyecto deben cumplir con normativa legal, parámetros de bienestar animal y de exigencias de cómo el cliente quiere que se le entregue el producto. Una gallina feliz cambia el sistema de producción, los animales deben disponer de una alimentación adecuada, de bebida, de salud, y que manifieste comportamientos naturales”.

Precisamente eso tuvo que aprender Jorge Gavilanes. A finales del 2019 tuvo que viajar con su hijo a someterlo a una operación delicada en México. Ahí descubrió los huevos de gallinas felices. Investigó durante el tiempo que permaneció -cinco meses- todo cuanto pudo. Los técnicos de la UNAM, cuenta, fueron muy generosos en enseñarle. De regreso a Cuenca, coincidió con el confinamiento por la pandemia. Entre el aburrimiento y la nueva información, habilitó una propiedad que hasta ese momento la tenía abandonada. Compró las primeras gallinas en Colombia. “Se supone que a las 20 semanas debían empezar a poner, pero lo hicieron desde la semana 26. Ahí nos dimos cuenta que el proceso es diferente al de las gallinas de encierro, porque al no darles hormonas, y dejarlas libres, todo sigue su curso natural”.

El mayor problema fue lo que vino a continuación: ¿dónde vender los huevos? La gente, por desconocimiento, no quería comprarle. Así que hubo semanas donde se le acumulaba hasta 300 cubetas. Luego de mucho esfuerzo, las cosas empezaron a cambiar. “Después de unos duros tres años, estamos vendiendo todo, entre 500 y 600 huevos diarios, por momentos, incluso, 800. Empezamos con 1.000 gallinas. Hoy tenemos cerca de 4.000. No todas producen, solo la mitad aproximadamente, dependiendo del ciclo de las gallinas. Además, acabamos de comprar una incubadora y sacamos nuestras propias crías de diferentes razas. Y estoy feliz. La pandemia fue bendita para nosotros. Es un buen negocio, pero se necesita mucho tiempo, paciencia y amor a los animales”.

De la misma manera Cristian Tipán, dueño de la granja Hilmalife, que inició operaciones en septiembre del 2019, ve con buenos ojos el futuro de este negocio, ya que, incluso, hay momentos en que no puede cubrir la demanda. “Estamos en Quero, Tungurahua. Iniciamos con 600 aves, de un día de nacidas, en un galpón de 80 metros cuadrados. El 14 de febrero del 2020 inició la postura de las aves, y llegó la pandemia. Nos obligó a cerrar. Retomamos hace casi dos años. Ahora, producimos cerca de 1.500 huevos diarios. Hemos tenido acercamientos a los lugares donde queremos que esté el producto, como por ejemplo, en J.W. Marriott. Entregamos a hipermercados Coral. Estamos creciendo, con otro galpón para llegar a 3.000 gallinas”.